CAPÍTULO 4

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Sigue mi jugada y masajea su hombro varias veces —Ya terminé de calentar veamos que me puedes ofrecer— parpadeo en menos de un segundo y siento como tocan mi cabeza suavemente, veo a mi viejo enfrente de mi mientras su kimono aún flota en el aire — No te distraigas — dijo con una mirada seca, trató de golpearlo pero detiene mi golpe con tan sólo la piel de sus brazos.

—Dejemos de jugar— abre la palma de su mano la cual tiene un ritual escrito en su piel, empieza a liberar energía de las yemas de sus dedos que se concentran en la mitad de su palma formando un cubo gris el cual se expande en todo el territorio formando como una habitación entre el espacio y el tiempo.

—Aqui el tiempo no circula y los únicos cuerpos con almas somos nosotros —se dispara hacia mi, golpea mi rostro para distraerme y empieza a golpear mi estómago varias veces con sus puños envueltos en energía de alma.

—Libera la energía de tu alma, sientela recorrer cada espacio de tu carne, rajala como el tronco de un árbol y deja derramar su sabía—

—Callate anciano—digo mientras logro golpear su pecho.

—Tus golpes son muy débiles, parecen quebrarse tus brazos cuando golpeas, necesitas agrandar y entrenar tus músculos así será más difil que te tumben—agarra mi brazo que aun tocaba su pecho, agarra mi dedo meñique y lo rompe hacia atrás, no está conforme y tuerce la carne de mi brazo dándole un giro completo desgarrando la piel y destrozando los huesos, caigo de rodillas al suelo mientras aún sostiene mi brazo, levantó mi cuello y miró sus ojos, su mirada expresa lo débil que soy, pone la planta de su pie sobre mi cara y comienza a jalar con fuerza mi brazo, la piel empieza a desgarrarse mientras los músculos y ligamentos se tensionan hasta el punto de reventar, ya no siento dolor mis nervios no parecen estar relacionados con la carne de mi cuerpo están profundamente dormidos de dolor, afloja su mano y deja de aplicar fuerza.

—Me aburres—golpea mi estómago como un costal de basura para chocar contra un muro de aquel cubo, observó la yerba humedecida que hay en el suelo, —se mantienen húmedas para no secar su cuerpo, siguen de pie sin importar quién las pise, sin ninguna preocupación, sin saber si mañana morirán, tal vez porqué no tienen conciencia no les importa lo que les pase a su alrededor ni a ellas, viven con lo simple y lo cotidiano—

—Que tanto murmullas Hachiman— dice mientras saca una perla de carbón entre sus vendas y los exparse en sus palmas, de repente sus poros se abren y chispean flamas incinerando su carne.

A HISTORY OF BAD MENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora