Parte Única

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Despierto con un dolor de cabeza terrible. No sé por qué me duele tanto, pero me quema los sesos, me arden las orejas, la boca, la nariz, es como si del cuello para arriba me estuviera prendiendo fuego.

No puedo entender lo que está sucediendo, pero todo arde en mi cabeza, y no logro dejar de gritar por unos largos y agónicos minutos; duele tanto que comienzo a tirarme del pelo hasta que el dolor físico iguala apenas el mental.

Cuando deja de arder tanto y el incendio se atenúa, me levanto finalmente de la cama y camino tambaleante hasta la cocina, tragando en seco una aspirina y bajándola con un jugo de naranja que sabe a vencido. Quizá deba tirarlo.

Últimamente me despierto con ese tipo de dolores de cabeza infernales. Son insufribles y no conozco la razón. No es como si tomara alcohol a mares antes de irme a dormir, así que no tiene ningún sentido. Fui al médico la semana anterior y me hice muchísimos estudios, que no dijeron nada acerca de lo que me sucedía, así que me recomendaron ir a acupuntura... pero, no gracias, prefiero este dolor a que me claven agujas en el cuerpo. Eso se lo dejo a otro más valiente.

Una ducha rápida y un desayuno poco nutritivo, esa es mi rutina de siempre. Cada mañana para ir al trabajo es igual: ponerme una camisa y pantalones de vestir, el saco sin corbata porque es incómodo, arreglar mi pelo y un último meo antes de salir hacia la escuela donde trabajo dando clases a niños de diecisiete años, la cuál es la edad más de mierda de todas si me preguntan. Es esa época donde uno no es adulto pero tampoco un nene. Estás en el jodido límite entre ser un bebé de mamá y el rebelde con que soñaste ser la mayoría de tu adolescencia, solo para darte cuenta de que cuando cumplís dieciocho nada cambia, salvo que te vayas a estudiar a una universidad lejos de casa o te mudes a otro lugar lejos de tus papás.

Y sinceramente, dar clases a alumnos de esa edad es un dolor de cabeza constante. Aunque no tan potente como el que me da últimamente cuando me despierto, pero no está muy lejos de eso.

Los alumnos de diecisiete se creen que son los reyes del mundo porque es su último año antes de entrar al mundo de los adultos. Siempre que escucho cosas en los pasillos, son muchas veces el "quiero que ya termine el año porque necesito irme de esta prisión". Y los entiendo, porque a su edad yo me sentía igual, cansado de ver las caras de mis compañeros y de fingir ser alguien que no era.

Al menos ahora soy un poco más yo y me paro encima de mis ideas. Pero ellos no tanto. Los estereotipos se repiten todos los años...

Mi ceño se frunce al comenzar a caminar por la calle, porque cuando miro a alguien, inmediatamente puedo escucharle hablar. Algunas personas lo hacen muy rápido, a gritos, y otras hablan en susurros. Pero la calle parece estar en silencio... Miro a la viejita de enfrente y la escucho murmurar sin cesar cosas que no entiendo y que no es común que alguien diga en voz alta.

Pero todos tienen la boca cerrada, y entonces no entiendo... porque es como si yo escuchara lo que piensan.

Me quedo quieto con una cara de espanto que es digna para plasmar en un cuadro primo hermano de "El grito". ¿Qué carajos está pasando? ¿Por qué la mujer que pasa a mi lado en la calle está llorando en su cabeza?

"¿Se cree que soy estúpida? ¿Por qué carajos llega siempre tan tarde? Lo amo. Debería decirle que se vaya a la mierda. ¿Por qué siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre LO DEJO QUEDARSE Y POR QUÉ NO SOY CAPAZ DE EXPULSARLO DE MI VIDA? ESTOY TAN CANSA- cálmate, toma aire, respira, ese hombre es re lindo y te está mirando raro, seguro tenés unas ojeras que madre de Dios...".

—Pero si te ves bien —le digo, y entonces ella me mira espantada y acelera el paso alejándose de mí.

¿Qué? Okey. Cierto. Estaba hablando en su cabeza.

Hey, Jude ❀ BaekHun/SeBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora