No había humano que pudiera contra él, no había miedo que lo carcomiera, no había nada que quisiera, pero no tuviera.
¿Qué podía faltarle al diablo?
Jungkook no lo supo hasta Yune, una chica que por primera vez en toda su existencia, con tan solo ve...
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Sus pesados párpados caían a cada segundo así como la intensa lluvia fuera de su casa. Hecha una bolita en su cama, sosteniendo unos papeles en mano.
Tratando de enfrentar el sueño que la consumía por agotamiento físico como mental. Rehusandose a dormir por temor.
Pensando que si descansaba unas horas todo podría volverse diez veces peor, pues ahora que tenía que ser completamente independiente y estar a cargo de un terreno se sentía sofocada.
Tenía que idear planes, tenía que seguir adelante aunque su cuerpo se sintiera débil y su mente colapsada al punto de sentir punzadas de dolor.
Era como un robot inconsciente de sus acciones que la manejaba.
Las clases de baile fueron lo primero que desecho, y el ruego por un aumento fue la primera opción que se le ocurrió. Búsquedas de trabajos tratando de encontrar algo en lo que se pueda especializar para su mantenimiento.
Y lo que más la consternaba era si llegaría para el primer mes, juntando hasta el último centavo que podía tener en alguna chaqueta para dejarlo todo en una montaña junto a sus pies.
Claramente no obtuvo nada de su padre, siendo que hasta el aire que respiraba podría ser robado, y se quedaron con todo.
Observaba detenidamente esos papeles, las cuentas de luz y gas ya habían llegado en la mañana, y la del alquiler era en unos días.
Su pecho se contrajo de coraje y miedo. Liberando silenciosas y ardientes lágrimas que cruzaban por su nariz y mojaban sus sábanas.
Esta no era la manera en que siempre se imaginó su libertad, no era la forma en que esperaba despegarse de su padre para rehacer su vida a su gusto sin tener que darle explicaciones a nadie.
Prácticamente la obligaron a ser un adulto por completo, teniendo ahora cuentas, rentas y trámites que realizar. Todo de golpe, todo sin tiempo, y no podía escapar.
La empujaron directo al ring de la bancarrota y las deudas, donde las secretarías, los detectives, los jueces y todo aquel con canas y títulos universitarios se encargaban de pisarle la cabeza aún si no ponía resistencia.
Nadie la entendía y nadie le decía algo distinto.
"Ten esta tarjeta, es una psicóloga amiga mía muy recomendada"
"Cerca de tu dirección escuche sobre una pequeña clínica barata con psicólogos, tendrías que darte una vuelta y ver que tal"
"No te desanimes, te puedo presentar a mi primo lejano cuando quieras, él ha ayudado a muchas personas".
Lo único lejano que esperaba tener era a todos ellos. No quería sermones, no quería visitas. Hundirse en el colchón de su dura cama y su almohada era lo mejor para ese día, y el siguiente, y el siguiente.