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El silencio al cual la mansión acostumbra a tener era totalmente respetado por aquellos que se ocupaban de mantenerla. Siendo muy, muy cuidadosos con cada paso que sus pies daban en las baldosas.

Era simple, un ruido: castigo.
Polvo: castigo.
Interrumpirlo : castigo.

Y no importaba quién fue o a qué se debía, solamente te quedaban unos segundos, hasta que de la oscuridad divises aquella aura de furia retumbar a tu alrededor que llamaba a tu adiós definitivo.

Los sirvientes eran los mismos desde hace ya muchos años, acostumbrados a los cronogramas que cumplían hora tras hora. No tenían tiempo de esperar a que un nuevo sirviente se acomodara al ambiente.

Menos, cuando eran tan débiles y miedosos frente al señor. Era un trabajo para quienes tienen estómago fuerte, actitud, y que cumpla cada pequeña palabra que salga de aquellos finos labios, a quien conocen como su amo.

Realizando con prisa y cuidado todas sus tareas, rondando por la casa, y desapareciendo de su vista cuando se lo encontraban.

No le interesaba saber la gran cantidad de habitantes invadiendo la mansión mientras él estaba ahí, por eso tenían prohibido hablarle o verlo, sin contar a su informante personal.

La mansión estaba más activa que nunca, teniendo tensos a sus sirvientes quienes pasaban una y otra vez por sus tareas hechas para remarcar si todo se encontraba perfecto.
Una canasta con objetos de higiene femenina fueron guardados con cuidado y adornados como se pidio, terminando por cerrarla y levantarla.

La sirvienta camino hasta encontrarse con las escaleras y terminar subiendo. Suspiró rogando mentalmente que le agradase la manera en que dejaron todo y no causar problemas.

Con cuidado la bajó a sus pies y se aclaró la garganta.

—Mi señor, los productos están listos. Me retiro.

Avisó para que pudiera recogerlos, y volver a sus tareas.

La puerta fue abierta lentamente, ocasionando un leve chirrido, y la canasta comenzó a arrastrarse sola por el suelo, cuando cruzó el marco se cerró de un portazo.

Siguió su camino hasta chocar con unos pies, quien al estar sentado solamente se agachó un poco para recogerla.

La observó unos segundos y la colocó en el centro de la cama de dos plazas en la que estaba sentado. Levantándose para acomodar las sábanas que se arrugaron en esa zona, y observar toda la habitación decorada con cada mínimo detalle pensado.

Y claro está, que aquel que ponga un pie dentro de ese cuarto, sentiría el veneno recorrer cada una de sus venas hasta que se vuelvan negras y la piel se le caiga a trozos. Así como él se apellida Jeon.

—Estaré contando los minutos—Susurró sonriendo. —Mi diablita.

[¶°¶]

Cinco días antes.

Jason Derulo ocasionaba vibraciones de pasión y energía en los cuerpos sudados, pasos sincronizados, gritos de aliento y mucha concentración.

La canción terminó así como la energía que tanto brotaron, tirándose al suelo respirando irregularmente.

—Estuvieron fenomenal, muy buen trabajo chicos. Yune, felicidades por ser una buena líder, veo que no me equivoque al seleccionarte.

La nombrada observó a su instructora sonriente, sentada junto a su equipo que todavía descansaban.

—Se lo agradezco. —respondió con dificultad mientras se levantaba.

Devil's Possession. ||J. Jungkook. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora