Sirius: Mi cerebro es como un auto que va a cien kilómetros por hora, con las puertas y el capó abiertos, todas las luces encendidas, la música con el volumen al máximo, y va tan rápido que me dejó tirado hace como diez calles.
Remus: Simplemente pudiste haber dicho, "Lo siento, es que no pienso antes de hablar".