Después de tantas bromas, Mcgonnagal decidió vengarse.
Ella buscó un gato, lo sentó en su escritorio y se fue de los terrenos de Hogwarts por el resto del día.
Los alumnos tardaron horas en darse cuenta de lo que estaba pasando.
Al día siguiente, sentados en los lugares de los merodeadores habían cuatro peluches, un ciervo, un lobo, un perro y una rata.