La Ensalada

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LAS AVENTURAS DE SARADA

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CAPÍTULO I:

LA ENSALADA

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La ensalada, ese manjar que solo pueden tomar aquellos que no le hagan ascos a lo verde.

Sarada

Todos los días con la misma rutina, la misma pelea de media mañana, la misma tortura verde y aceitosa... Yo, Sarada Uchiha, declaro oficialmente, y, para quien no lo sepa que... Odio la maldita ensalada.

Lechuga, atún, cebolla, vinagre, ugh...Todo eso y más me da asco de ella, todo menos el tomate, manjar de dioses. Esa es una adicción que compartimos mi padre y yo, solo que a diferencia de él, a mi no me gusta la maldita ensalada.

—Vamos, Sarada... Come aunque sea media ensalada, es buena para tu crecimiento y te fortalecerá para los entrenamientos.- Esa es mi madre, una pesada que intenta convertirme en una vaca...No, no quiere que sea una gorda, me refiero a eso de comer hierba, porque para mi la lechuga es solo eso...

—No, sabes que odio la ensalada.- Respondí tajante.

No me gusta comportarme así, y menos ante la presencia de mi padre. Él es estricto y serio, además de poderoso, muy poderoso, más que el Hokague. Este hecho hace que me pelee en bastantes ocasiones con Boruto, el estúpido hijo de tío Naruto.

—Sarada.- Sí, esa voz espeluznante es la de mi padre.- Come.- Ordenó. Yo era incapaz de desobedecer a mi padre, lo admiraba tanto que no podía hacer eso, él tenía que sentirse orgulloso de mí.

Cogí el tenedor y lo clavé en aquella cosa verdusca que flotaba en el mediano tazón ante mis ojos. Cerré los ojos e imaginé que era chocolate a medida que lo iba acercando a mi boca. Empecé a masticar y la imagen de aquel suculento chocolate se borró de mi mente, aquello no se podía comparar con su exquisito sabor. Una vez triturado, tragué y...volví a abrir los ojos.

La cara de mi madre era de felicidad, pues había probado aquella comida que detestaba y mi padre...Bueno él...simplemente susurró “Hmp” y bufó. Yo contuve una maldición y empecé a engullir el plato sin pensar, para que mi padre se sintiera orgulloso de mí.

Me sentía mareada y con ganas de vomitar, pero todo fuera por una buena causa. Mi padre me miraba con una ceja alzada y con un porte...¿divertido? Sí quizá fuera eso... Mi madre simplemente me dirigió una mirada brillante y yo solo pude pensar “¡Oh, no!”

—¡¡Sarada-chan, que bueno que te lo hayas comido todo!!- Exclamó.- Dame el bol, te echaré más.- Y sin darme tiempo a poderle responder, cogió el cacharro y salió disparada hacía la cocina.

—Papá.- Susurré.- Ayúdame.- Rogué. Él simplemente me dirigió una sonrisa torcida.

—Sarada...-Me llamó.- Considéralo una misión rango S.- Y sin más se levantó y salió por la puerta que daba al jardín para ponerse a entrenar.

Maldito...

—Aquí está la ensalada, Sarada-chan.- Avisó mi madre sonriente caminando hacía mi con un...Espera...¿esa cosa no podía ser para mí? ¿No?- Doble ración para mi hermosa niña.- Dios, matenme.

Las Aventuras de SaradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora