El Valor del Corazón

183 10 24
                                    

Su hogar en Japón ya no era seguro para ocultarse y lo que más los preocupaba era que si aún así se quedaban, las peleas podrían traer muchas desgracias a la gente buena del pueblo, así que su decisión fue marcharse a primera hora de la mañana.

Su plan para conseguir su seguridad y también el deseo de Pallas era el ir a ver directamente a Atena y convencerla de que no eran un peligro para la humanidad. Aunque sería difícil por no decir imposible el conseguirlo en las condiciones que estaban. Lo más probable era que al ser vistos cerca del santuario el patriarca rogaría a Atena que se resguardase en su templo mientras que enviaba a todos los caballeros de bronce, plata e incluso los de oro a eliminarlos para protegerla. Seiya era más fuerte que un caballero de bronce promedio, de eso se dieron cuenta, pero no sería rival ante la diferencia numérica sin contar a la de rangos y Pallas apenas estaba recuperando el dominio de su cosmos divino. No podían depender tampoco del poder de la diosa, aunque si un poco de su sabiduría y otros de sus talentos.

Al recuperar sus recuerdos como deidad, Pallas ahora era una gran conocedora sobre el arte de la guerra y la estrategia, cosas que había aprendido en el Olimpo de la misma Atena para que pudiese protegerse. También sorprendentemente para Seiya, ella había recordado cómo luchar usando la espada y era extraordinaria en ello y lo hubiese sido más de no ser por el detalle de que su cuerpo actual no estaba entrenado u acostumbrado al esfuerzo físico exigente. Pallas había concluido que sin duda lo primero que requerían conseguir, era aliados. 

Usando uno de sus dones como diosa del amor, Pallas busco mentalmente un corazón de un individuo que tuviese las cualidades que podrían ayudarlos. Desafortunadamente ese poder solo les decía donde estaba esa persona, no quien, ni cómo era o qué tendrían que hacer para que aceptase ayudarlos. Era toda una apuesta a ciegas y una que parecía tener cada vez más probabilidades en su contra ya que después de días de caminata, viajes en barco, trenes y de pasar ilegalmente algunas fronteras entre países, por fin averiguaron su destino final, al cual iban a arribar en unos minutos, la Isla de la Reina Muerte.

Cuando desembarcaron no les fue ninguna sorpresa que ellos dos fuesen los únicos pasajeros en el barco que llevaba provisiones dos veces al mes. Todo el terreno estaba seco y árido, casi nada de vegetación crecía gracias al volcán activo que estaba en el centro de la isla. Normalmente el suelo volcánico era de los más fértiles pero por la gran concentración de gases tóxicos específicos que eran liberados más aya del promedio, esa cualidad no era capaz de mostrarse en una isla tan pequeña.

Seiya: No es que quiera dudar de ti, ¿pero de verdad la persona que buscamos está aquí?

Pallas: Las apariencias pueden engañar, al menos con tan pocas personas no será muy complicado dar con él o ella.

Seiya: Aunque de todas formas hay que cuidar por donde nos movemos. Aioros me platicó de este lugar, se supone que es un refugio para crimínales violentos, algunos incluso fueron candidatos a caballeros que fueron desterrados por quebrantar las leyes del Santuario. Si alguno descubriera quién eres los tendríamos a todos encima.

Pallas: Estaré bien, no te preocupes, tu diosa no es tan indefensa. Dijo hablando de sí misma en tercera persona.

Seiya: No es tanto por mi diosa. Mi ... bueno ... mi no ... mi novia es la que me importa más. Contesto bastante apenado. Aún no digería la idea de finalmente se habían vuelto oficialmente una pareja.

Ella sonrió dulcemente por el comentario y lo beso en la mejilla, haciéndolo enrojecer aún más.

Pallas: También te quiero.

Andando.

Seiya: Voy detrás de ti.

Recorrieron cada zona poblada posible de la isla durante horas sin que Pallas sintiera el corazón que estaban buscando entre todas las personas que habían visto. Ya en la noche se detuvieron en una posada a comer algo. El lugar estaba más o menos en buenas condiciones y el sabor de los alimentos no estaba mal pero el ambiente era muy tenso. Había muchos hombres que bebían alcohol sin medirse un poco alrededor y también en algunas mesas se realizaban juegos de apuestas en las que ponían en juego incluso horas de trabajo. Muchos de los presentes no dejaban de mirar a Pallas con lujuria, desnudándola en sus mentes. De no ser porque la diosa sostenía la mano de su caballero, este ya habría manchado sus puños con la sangre de varios. Ya casi iban a ir a su habitación cuando una conversación de un grupo cercano llamó su atención.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 28, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi caballero, mi amado, PegasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora