Y así pasaron los días y las semanas. Las heridas desaparecieron del cuerpo de Magnus y también su mente y su corazón fueron sanando, aunque con más lentitud. Volvió a brillar como siempre lo había hecho, salió de compras con Cat y con Isabelle, a la cual agradeció su apoyo y su ayuda, al igual que hizo con Jace, que nada más ver al brujo los sorprendió a todos lanzándose a abrazarlo.
Y poco a poco, ese mes que Magnus se había dado de plazo llegó a su fin. La noche del día 30, Magnus creía que de verdad ya estaba preparado para dar un paso más con su nefilim, para pasar de esos besos y caricias leves que habían sido el límite establecido por el nefilim ese último mes.
Muchas veces Magnus había querido llegar hasta el final pero, al igual que pasó esa primera mañana en la ducha, Alec lo frenó y el brujo sabía que esa había sido la decisión correcta, que la tensión que él mismo no notaba por estar obnubilado por el amor y el deseo que sentía por el más joven sí que era percibida por su pareja.
Pero a pesar de saber que esto había sido lo mejor para él, Magnus creía que se estaba convirtiendo en una carga para el nefilim. Sí que era verdad que había mejorado muchísimo en ese mes, que salía y que, para los demás, parecía que incluso lo había olvidado todo y volvía a ser el mismo Magnus de siempre, pero esa fachada se rompía en el interior del loft. El recuerdo del vampiro y de lo que le hizo pasar revivía con demasiada fuerza en ocasiones en la mente del brujo, y para él Alec era el que estaba pagando las consecuencias, el que tenía que comerse todos los problemas que sus inseguridades y miedos conllevaban sin obtener nada a cambio.
Tumbado en la cama, esperando a que Alec saliera de la ducha tras una cacería, Magnus recordó una de esas situaciones.
A penas habían pasado dos semanas desde que Kelsier desapareció para siempre de su vida. Alec y él estaban sentados en el sofá, el nefilim escuchando atentamente el relato de Magnus, que le contaba que se había reencontrado con un viejo amigo ese día. El nefilim le miraba con una gran sonrisa, viendo los progresos que estaba haciendo su pareja, que ese día había salido con Cat. Magnus estaba tan ensimismado en su relato, que no se dio cuenta de que un mechón de pelo se le había escapado de la pequeña coleta en la que lo sujetaba, pero Alec sí que lo hizo.
Levantó su brazo para colocárselo detrás de la oreja, como tantas veces había hecho, sin embargo, esta vez el movimiento despertó un recuerdo para nada agradable en la mente del brujo. A los ojos de Magnus, la mano que se acercaba a su rostro no era la de su pareja, gentil y cariñosa, sino la mano de Kelsier, agresiva y posesiva. Instintivamente, paró de hablar y se cubrió el rostro con sus manos, tratando de minimizar el daño del inminente golpe.
-Lo siento, Mags- dijo Alec bajando la mano con lentitud, sabiendo por estas últimas dos semanas que retirar la mano con brusquedad solo asustaría más al brujo.
Al darse cuenta de cómo había reaccionado, Magnus se apresuró a coger la mano de Alec entre las suyas y la besó repetidamente, mientras sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.
-Yo soy quien debe disculparse...- puso la mano de Alec sobre su propia mejilla, como si quisiera demostrarle que no le temía a él- Lo siento, Alexander...lo siento... lo siento muchísimo...
-Ven aquí, cielo- dijo Alec, acariciando su mejilla y atrayéndolo hacia su cuerpo para darle un abrazo- Soy yo, Magnus, soy Alec- dijo suavemente al oído de Magnus.
Magnus pensó que esa era otra de las cosas que se habían convertido en costumbre esas últimas semanas, a veces necesitaba que le recordaran que todo había acabado, que Alec era real y estaba a su lado. Los primeros días era el propio Magnus el que se murmuraba a sí mismo "es Alec, es Alexander" o simplemente decía el nombre del nefilim, hasta que Alec se dio cuenta de que era su manera de calmarse y empezó a hacerlo él también.
ESTÁS LEYENDO
POR TÍ ~Malec fanfic
Fanfiction.... -Magnus, ¿qué está pasando? Magnus no sabía que quedaba algo por romper dentro de su pecho, pero se equivocaba. Porque al oír la desesperación en la voz de Alec y al ver la preocupación en sus ojos sintió un profundo dolor en el pecho. -No sé q...