Vidrios rotos

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"La sangre gotea y los pedazos duelen"

Edward Cullen ha estado en Nueva York con su familia por un tiempo ahora, se acerca la fecha de irse, a meses de distancia de hecho, Carlisle (su padre) ya ha encontrado el lugar perfecto para retirarse y sus hermanas ya están empacando.

Ha pasado un tiempo desde que eligió trabajar en vez de estudiar, la escuela se vuelve repetitiva con los años, innecesaria, así que Edward tomo un trabajo en vez de inscribirse en un colegio local. Han pasado dos años ahora y aunque la línea de emergencia le dio un cambio de ritmo a su monótona vida no extrañara trabajar en ese lugar, ha tenido suficiente de la realidad y la fragilidad de los humanos para que le dure al menos un siglo.

Sin embargo, ahora, el teléfono suena, Edward lo levanta y contesta.

Conectando llamada.

Llamada aceptada, línea de emergencia 911. Será redirigido a uno de nuestros operadores. La llamada será grabada y rastreada para brindar un mejor servicio al atender emergencias. Gracias.

—Línea de emergencias, ¿Cuál es su emergencia? —Edward dice al teléfono, siempre amable, nunca enojado o estresado. Intenta siempre que la voz que escuchen las personas que llaman sea una con la que puedan sentirse cómodos. Edward ha tenido suficientes personas llorando, nerviosas, aterradas o en problemas como para saber que siempre tiene que ser amable con quien está al otro lado de la línea.

Él espera que no sea un secuestro, ha habido demasiados los últimos dos meses y cuatro han sido responsabilidad de él para contestar.

No es un secuestro (o espera que no) porque la voz es demasiado joven. Él niño dice—Hola—y Edward se prepara para que esta sea una llamada por error u otro niño marcando al 911 porque acaba de aprenderlo en la escuela, sin embargo, el pequeño continua su saludo con—espera ¿Ángel?, ¿Eres tú?

—¿Disculpa? —Edward pregunta fuera de balance.

Hay un espacio entre respiraciones entrecortadas en las que escucha al niño extraño murmurar algo que suena como—¡Es él! —antes de que la vocecilla regrese con mucho más animo que antes.

—Yo, soy yo Jacke—Dice como si eso significara algo para Edward. Lo hace ¿Tal vez?, ¿Por qué suena familiar?

—Hola Jacke, soy Edward—Dice de todos modos. Acentúa su nombre para dejarlo en claro—¿Qué edad tienes? —pregunta, necesita información, necesita saber si esto es una llamada de emergencia o una llamada de broma.

El niño, ajeno a la especulación de Edward, responde—Siete años, estoy en casa ahora y papá no está conmigo ¿Puedes ayudarme ángel? —La suplica viene con una seguridad inquebrantable, no hay incertidumbre o duda, Edward puede saberlo por como fue formulada esa pregunta final. Este niño no pregunta ¿Puedes ayudarme? Como si temiera que le dijeran que no, sino al contrario, lo pregunta como si ya supiera la respuesta, pero está siendo educado al respecto. Es tan extraño.

—Lo intentare pequeño, ¿Qué es lo que pasa? —Jacob se emociona ¡Su ángel ha respondido y va a ayudar! Edward por otro lado está tan confundido.

—Intente hacerme un sandwich. —Jacob comienza a decir. —Becca se fue a su clase de natación y Rache está haciendo un proyecto en la biblioteca ¡La señora Maddison tenía que cuidarme, pero jamás llego! —Suena enojado por eso, Edward se da cuenta, un niño de nueve años enojado porque no tiene niñera es un niño de nueve años un poco extraño ¿No quieren todos los niños estar solos sin supervisión?

—Está bien Jacke, ¿No hay ningún un adulto en la casa?, ¿Estás herido? —Jacob duda aquí, un espacio realmente largo de tiempo se llena con una intranquila respiración—¿Estas herido? —Edward pregunta de nuevo, su mano cerniéndose sobre el teclado a punto de llamar a una ambulancia. Revisa superficialmente el rastreador de llamadas.

Línea de emergencia -EdwardxJacob-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora