Capítulo 4

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— Me acosté con Brenda en la fiesta de los Collins— suelta Jacob una vez nos encontramos en las gradas del Instituto.

— Vaya, no pensé que fueran tan rápido— murmuro un tanto sorprendida.

— No quiero una relación formal pero Brenda me gusta para algo más que un polvo— Tiff lo mira extrañada y posa su mano en la frente de mi amigo.

— ¿de verdad estas bien? ¿no comiste algo que te hizo mal?— pregunta aguantando la carcajada, a lo que este le da una mirada de muerte, que hasta a mi me da risa

— ¡Oh amigo!, estas colado por la nueva— Bruno le da pequeñas palmaditas en su espalda.

— deja de ser un grano en el culo y no me molestes— gruñe empujandolo.

— El sábado todo hubiera salido perfecto si cierta rubia no se mete a interrumpirme en mi pesca con la morena de nuestra clase de historia— mira a Amalia que no había opinado nada hasta ahora por estar mensajeandose de seguro con Max.

— No es mi culpa que justo cuando Max fuera por más bebidas sonara mi canción favorita, y no se de que te quejas Bru, te salvé de una posible rechazada porque esa morena se veía de todo menos complacida con tu presencia— le saca su lengua en modo infantil y se vuelve a su teléfono

— Tonta— es lo único que le dice antes de sacarle el dedo.

El fin de semana pasó como un huracán, así que aquí estábamos nuevamente en la que según los vejetes es nuestro segundo hogar, el día después de la fiesta tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para que mamá no se diera cuenta que la resaca me estaba carcomiendo.

— Creo que alguien nos debe una explicación—increpa Bruno mirándome con una sonrisa ladina— no nos has dicho porque de repente llevabas una camisa de hombre.

— Y no sólo eso, una de Ernest Collins— apoya Tiff y le doy una mala mirada.

Todos me miran expectantes a la espera de mi respuesta.

Ruedo los ojos resignada.

— Una chica me vomito encima y Ernest se ofreció a ayudarme, y como claramente no llevaba más nada el me prestó una de sus camisas— me encojo de hombros.

— ¡Ya!, y esperas que creamos esa mentira— exclama Bruno riendo

— Si Ruth dice que es así, es porque así es— me apoya Amalia y le doy una sonrisa agradecida.

— Es cierto, nunca nos ha mentido— le sigue Tiff.

Luego de casi una hora en la que mis amigas debatían con Bruno sobre si era real mi versión de la camisa del idiota de Ernest nos encaminamos a nuestro salón de clases, toca literatura así que entramos todos al mismo salón. Jacob comienza a coquetear con las porristas, todo un conquistador que ni Brenda podrá cambiar.

Mientras llega la profesora, Tiff saca su esmalte y comienza a retocarse las uñas mientras que Amalia y Bruno discuten sobre algo que no me interesa, si me gustara el romance y toda esa mierda de juntar a dos personas, podría jurar que entre ellos hay química y me propondría juntarlos.

Mientras tanto yo entierro la cabeza en mi asiento, tener que aguantar tan temprano la voz chillona de la profesora es un infierno.

Mi móvil suena en mi bolsillo y lo saco.

¿Quiere mi damisela ir al cine conmigo?

Ridículo, esa es la palabra que define a Ernest Collins, ridículo en todo el sentido de la palabra.

Puedes irte directo al lugar donde van a parar tus heces.

Envío el mensaje con el fin de guardar mi teléfono otra vez pero este vibra al instante.

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⏰ Última actualización: Apr 27, 2021 ⏰

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