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"Quítame las manos de encima," le gruñó al hombre que presionó una mano contra su pecho. Llevaba gafas oscuras y lo miraba sin expresión en el rostro. Noah sintió que la vena en su cuello palpitaba con fuerza de la ira cuando el hombre se cruzó de brazos y levantó la barbilla, retándolo.

"No puedes entrar. El señor William está ocupado."

"Soy su maldito hijo. Apártate."

Levantó la cabeza para mirarlo fijamente. Él creció en este mundo. Tipos como estos no lo intimidaban. No eran nada más que músculos sin cerebros que portaban armas. Un golpe en el lugar adecuado entre sus costillas y sería todo para el grandulón.

"Déjalo entrar. El señor lo está esperando." Richard, el hombre que había sido la mano derecha de su padre por más de veinte años, habló a sus espaldas. Le puso una mano sobre el hombro y suspiró. "Perdónelo, joven Noah. Es nuevo."

El hombre se hizo a un lado haciendo una corta reverencia antes de abrir las puertas del despacho de su padre. "Lo siento." 

Le dio una mirada fría al hombre antes de entrar. Odiaba esta casa con todo su corazón. Odió crecer aquí. De eso se dio cuenta mientras más mayor se hacía. Esa casa solo representaba problemas. Richard caminó a su lado en silencio, manos cruzadas frente a su cuerpo.

"Cariño."

Su madre también estaba ahí, Elizabeth Kana, sentada al lado de su padre con una expresión llena de preocupación. Se puso de pie y caminó hacia él. Acunó su rostro y su rostro se contrajo. "Mira lo que te hicieron." Ella presionó su labio roto con cuidado y su pómulo hinchado. "Van a pagar por esto. Nuestros hombres ya están buscando a Kozlov." Sacudió la cabeza y luego dio un paso atrás, mirándolo de pies a cabeza. Sus ojos se fijaron en los suyos por un momento. "¿Qué llevas puesto?"

"Ropa."

"Si vivieras aquí no tendrías que usar esos trapos."

Apretó la mandíbula antes de encontrarse con la mirada fría y dura de su padre. "Prefiero la vida que estaba llevando antes de que alguien intentara matarme mientras dormía."

Se padre se puso de pie. William Kana, aún en sus cuarentas, se veía como un hombre joven y poderoso. Su fría mirada azul debió erizarle la piel, pero no hizo nada en él. Estaba acostumbrado a ella. Creció siendo juzgado por ellos. Su padre estaba acostumbrado a intimidar a las personas, a ponerlas de rodillas y hacerles rogar por su vida. Pero no era un mal padre ni un mal esposo. Solo era un hombre frío.

"No se suponía que te encontrarían," dijo cuando se acercó a su madre. Suspiró y lo miró fijamente. "Fue un error de mis hombres. Le perdieron la pista y el imbécil tomó la oportunidad para ir tras algo importante para nosotros."

"No quiero una explicación."

Se pasó una mano por el cuello, haciendo una mueca cuando el golpe en sus costillas se resintió. Probablemente se veía como una bolsa de golpes en este momento. 

"Solo lleva esta vida lejos de mi."

Su madre apretó los labios con pesar. "Así lo deseamos. En serio. Por eso te dejamos ir cuando lo decidiste en ese entonces."

"Pero nuestros... no aliados, no piensan lo mismo," su padre terminó por su madre. "No puedo dejar sin vigilancia mientras Kozlov siga libre por ahí. Y tu apartamento no es una opción. Volverá a enviar hombres ahí a terminar su trabajo."

Noah se frotó el rostro con suavidad mientras giraba en círculos. "Tengo un empleo. ¿Qué se supone que debo hacer?"

"No puedes ir."

[GAY] GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora