5.

4 0 0
                                    

Marinette caminaba de un lado hacia otro preocupada, solo tenía 1 dólar y tenía que abandonar la habitación ese mismo día. Todo estaba resultando un completo desastre, tenía hambre y sabía que no podría estar una noche más ahí.

Entre la desesperación de no saber que hacer salió a caminar para despejarse un poco de lo que había pasado en su vida hace algunas horas, estuvo pendiente de su teléfono, pero nadie la llamó a excepción de Alya, quien seguramente le reprocharia no asistir a clases ese dia.

-Maldicion.- susurro frotando sus manos tratando de cubrirse del frío.

Sus brazos sólo eran cubiertos por un delgado suéter de algodón que para su mala suerte era lo más caliente y abrigador que tenía en ese momento. Camino por toda la ciudad, nieve comenzaba a caer por las calles parisinas y sabia que no sobreviviría ni una hora ahí afuera por la noche.

Entre la desesperación que sentía, se detuvo frente a la gran y acogedora mansión de Gabriel Agreste, es como si sus pies supieran exactamente hacia donde tenían que ir. Marinette sabía que se arrepentiría de esto, pero en la desesperación en la que se encontraba no pensaba en las consecuencias y ni en quienes salían lastimados a futuro.

Toco el timbre y automáticamente las puertas se abrieron como si la hubieran estado esperando, se adentró a la casa y un hombre alto y robusto le abrió dejándola pasar a la gran mansión.

Sus músculos se relajaron al sentir lo caliente que estaba ahí dentro.

-Buenas tardes. Busco al señor Gabriel Agreste.- habló insegura.

-Marinette. Me alegra verte por aquí, ven. Sigueme.- apareció Gabriel detrás de ella y la guió hasta donde parecía ser su oficina.

Las estanterías llenas de libros dejaron maravillada a la chica, a Marinette le fascinaba leer libros, sin pensarlo dos veces sonrió.

-¿Y a que se debe su visita, Marinette? ¿Ya pensó en la propuesta que le hice?.- pregunto Gabriel mientras la observaba con detenimiento.

-Si, ya lo pensé.- suspiro.- acepto.

-Tomo usted una de las mejores decisiones que pudo tomar señorita.- sonrió victorioso.

-Pero necesito dos cosas más.- hablo Marinette.- Un lugar donde hospedarme mientras es la boda, y mucha comida.- hablo fríamente.

-Trato hecho Marinette.- aceptó.- Ahora debe firmar aquí.-

-¿Que es eso?.- pregunto asustada.

-Tranquila, no se asuste. Es un contrato.- respondio.- Es para asegurarme que usted cumplirá con su parte del trato. Las condiciones son las siguientes, usted deberá estar casada con mi hijo mínimo tres años, después de ese tiempo usted podrá divorciarse si asi lo quiere.-

-No es tan difícil.- respondió desinteresada.

-Eso no es todo. Antes de que ustedes cumplan un año de casados usted deberá estar esperando un bebé.- continuo hablando.

-¿Qué? ¿Usted esta loco?.- pregunto molesta.

-Es un trato justo, usted será más beneficiada de lo que seré yo. Eso téngalo por seguro.-

-Esta bien.- suspiro.- ¿Donde firmo?.- pregunto.

Gabriel señaló un lugar donde debía firmar y Marinette lo hizo dudando un poco.

-El contrato ya no se puede romper ya que de ser lo contrario y de no cumplir con las condiciones usted se irá a la cárcel por el resto de su vida sin derecho a libertad condicional. Así que yo que usted me andaba con cuidado.- advirtió.-

Marinette se sorprendió y de alguna u otra forma sintió un poco de miedo por la forma en la que Gabriel hablaba, pero ignoro la sensación y después de haberle dado las llaves del apartamento, y haber dado estrictas órdenes de que estuviera lleno de comida ella fue hasta el hotel donde estaba y agradecio a todo el personal que la había ayudado.

Aunque sabia que todo esto era una mala idea, al menos podría cumplir su sueño, y lo peor aún, es que nisiquiera sabia con quien compartiría tres años de su vida. Para eso Gabriel quería que lo conociera mañana en una cena demasiado "especial" para todos.

Sin poder hecharse para atrás ella acepto sin dudarlo, Gabriel tenía razón, los dos salían ganando.

MODEL- Adrien y Marinette Donde viven las historias. Descúbrelo ahora