Había una vez, en las entrañas de un nuevo siglo de modernidad, donde la sabiduría muchas veces no puede verse a causa del segador impacto de la maldad; Un pueblo, en el cual desde muy temprana edad un niño había dado a destacar señales de ser un prodigio. El alcalde del pueblo no tardó en enterarse, pero en algo le afectó, él era una persona de esas que el orgullo siempre tapa con su velo y no podía aceptar que una persona superara su intelecto. Una noche el alcalde ya consumido por el triste “Síndrome de Procusto” se decidió a secuestrar al chico pagando una gran suma de dinero a sus guardias de seguridad para que sirvieran de cómplices. Todo salió de acuerdo a su plan, habían secuestrado al niño, pero se les pasó la cuestión de que haría luego con aquel pequeño. Así que pensó rápido mientras iban camino, hasta que por fin se le ocurrió una gran idea. Dio ordenes a sus secuaces de coger al niño y meterlo en una caja de madera completamente sellada y luego lo arrojaran a un río turbulento situado a las afuera de la ciudad y así los secuaces acataron su orden. El niño fue arrojado de madrugada al río, que se lo llevó rápidamente, tal ves para alejarlo del mal. Al día siguiente a muchos kilómetros de la ciudad una niña jugaba a tirar piedras a las aves que salían revoloteando de el ya calmado río. Mientras miraba para buscar a más aves a las cuales molestar vio en la orilla una caja de madera y esa curiosidad que es inherente a los niños la hizo acercarse para investigar, trató de abrirla pero fue en vano. Estaba tan centrada en su hallazgo que no escuchaba la voz de su padre llamarla y que ahora se dirigía hacia ella. Él como su hija se centró en la caja, pero no con curiosidad inocente, si no con la esperanza vaga de hallar algo de valor. Aquel hombre sin tardar más buscó una pata de cabra y abrió la caja, pero para su sorpresa no había ningún tesoro o al menos ninguno material, ahí dentro estaba el niño desvanecido por la falta de oxígeno o tal ves solo estaba dormido por la mala noche. El niño al despertarse contó todo al hombre que lo había sacado de aquella caja, éste aterrorizado y algo atontado por aquella información decidió quedarse al chico y protegerlo, en cambio el niño al crecer podría devolverle el favor trabajando en la pequeña granja del que sería su nuevo padre. El tiempo transcurrió y el niño creció convirtiéndose en un joven muy trabajador y fuerte, se llevaba la atención de todos los granjeros de el lugar pero no era por su fuerza, lo que más destacaba en el era su mente inquieta, su inteligencia, él estudiaba su alrededor de tal forma que pocas veces herraba, convirtiéndolo en todo un genio. El impacto del joven y las cosas que se decían de él pronto salieron de el campo llegando a oídos de unos periodistas que enseguida quisieron entrevistarlo. El joven pronto estuvo en los periódicos que se esparcían por toda la ciudad llegando así a ojos de el alcalde que años atrás lo había secuestrado. El alcalde quedó algo atónito al leer la historia de como habían encontrado al joven, así que no le quedaron dudas, sintió que debía hacer algo. Al día siguiente ideó un desesperado plan en el cual se disfrazaría cómo un andrajoso para acercarse al chico. Ya disfrazado irreconocible, pidió a sus secuaces que lo dejaran cerca de la granja y luego se dirigió hasta ella. Al llegar pudo ver al chico, pero había quedado en blanco otra vez ya que no había ideado ningún plan para deshacerse de él, así que improvisó. Se adentró en la granja hasta llegar a la casa, pidió alojamiento por lo que quedaba de día y una noche, la familia aceptó a pesar de su aspecto, diciéndole que tendría que dormir en el granero. El alcalde aprovechando el tiempo del que disponía rápidamente ideó un plan y llamó al chico.
-Joven, podrías acercarte un minuto- exclamó el alcalde desde la puerta del granero. El chico dejó el arado en el cual trabajaba y se dirigió corriendo hacia el anciano que lo llamaba.---
-¿Que necesita? ---Preguntó el chico al estar a escasos pasos del granero.---
-¿Podrías conseguirme algo para escribir una carta? ---Preguntó con voz temblorosa simulando inocencia.---
El joven accedió y se dirigió a buscar lo requerido, preguntándose como un hombre con tales harapos se pudo permitir el haber aprendido a escribir. Una vez el alcalde obtuvo su pedido escribió la carta y le pidió al joven que la entregara; éste por virtud aceptó sin hacer preguntas y guiándose por la dirección que el andrajoso había escrito en el sobre de la carta, partió hacia su destino. Tras un buen tramo de camino el joven se percató de que el sol comenzaba a ponerse y se dispuso a buscar un lugar para pasar la noche divisando a la distancia una vieja cabaña que parecía caerse a cachos, al no ver otro lugar donde dormir en los alrededores, se dispuso a marchar en esa dirección, cuando estuvo a unos cinco metros de la entrada vio como varias armas asomaban por la ventana, el joven helado por el miedo no fue capás de articular palabra alguna, de pronto una voz irrumpió en el silencio exclamando- ¿Que buscas aquí? Retrocede o abriremos fuego. ---
El chico recordó entonces haber escuchado en la radio local, la noticia que advertía sobre una célula terrorista que se ocultaba en la zona, y con una voz resquebrajada por los nervios consiguió responder.
-Señor se quienes son y no pienso delatarlos, solo busco refugio para pasar la noche, al amanecer continuaré mi camino.---
La charla no terminó ahí y después de un rato el joven logró convencerlos, algo que no le fue muy difícil gracias a su inteligencia y astucia. Una vez dentro, pasó largo tiempo hablando con el jefe de los terroristas, el cual quedó sorprendido por tanta sabiduría en tan temprana edad. El líder terrorista sintió curiosidad por la carta del chico tras mencionarla una cuantas veces y ser evadido; así que cuando el joven se quedó dormido la tomó, y, lo que leyó ahí le causó rabia, lástima e impotencia, aquel texto conmovió hasta a su podrido corazón. En el papel ponía: “En cuanto ésta carta sea entregada el mensajero debe ser asesinado sin dejar rastros. Esto se debe ejecutar por todos los medios. Lo ordena el alcalde.”
El líder terrorista que ya había estudiado al alcalde comprendió que estaba pasando, quemó la carta e hizo otro texto el cual decía “En cuanto ésta carta sea entregada, al chico que la llevaba deben darle el mejor trato y hospedaje, con una gran cena acompañado por mi mujer y mi hija. Lo manda el alcalde.”
Al crepúsculo ya el líder terrorista estaba despertando al joven, que fue advertido de la trampa, él entendió fácil y aceptó un plan que le propusieron los terroristas, era un plan en el cual con ayuda del joven matarían al alcalde. Una vez todo aclarado el chico siguió con su camino, anduvo por unas cuantas horas hasta que por fin llegó. Un viejo mayordomo fue quien recibió la carta y tras una breve lectura, haciendo una reverencia dijo al joven que pasara. El joven observó aquella inmensa mansión con indiferencia, luego preguntó al mayordomo que si se podía duchar, el viejo con porte de grandeza y como uno de esos maestros de la ética ya casi extinta, hizo un gesto al joven para que lo siguiera. En una hora o dos ya estuvo reluciente y con ropa nueva. Al adiós del sol fue llevado a una gran mesa donde estaban sentadas dos damas, el joven dedujo que se trataba de la mujer y la hija del alcalde. Todo transcurrió bien en la cena, al terminar tras pedir permiso se levantó, luego pidió unas orientaciones al mayordomo y salió a un amplio balcón donde disfrutando de una fría brisa se puso a contemplar las estrellas. Tras un rato allí acabó ensimismado reflexionando sobre el gran giro que había dado su día a día y en como terminaría todo eso. Tras otro rato su vuelo entre pensamientos fue interrumpido cuando se percató de una presencia, se giró y vio a la hija del alcalde parada a unos pasos de él, ésta sin vacilar le dijo:
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Intervalos de ficción
Ficción GeneralSon varios relatos inspirados en los cuentos populares en especial los de los hermanos Grimm... En estas versiones se desarrollaran tramas más profundas y las escenas tendrán lugar en la época actual.