3- LAS CARTAS DE NADIE

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A la mañana siguiente, cuando Harry y Maddison fueron a tomar el desayuno, un olor horrible. inundaba toda la cocina. Parecía proceder de un gran cubo de metal que estaba en el fregadero. Se acercó a mirar. El cubo estaba lleno de lo que parecían trapos sucios
flotando en agua gris.

—¿Qué es eso? —preguntó Maddison a tía Petunia. La mujer frunció los labios, como hacía siempre que Harry se atrevía a preguntar algo.
—su nuevo uniforme del colegio —dijo.
Maddison volvió a mirar en el recipiente.

—Oh —comentó—. No sabía que tenía que estar mojado.

—No seas estúpido —dijo con ira tía Petunia—. Estoy tiñendo de gris algunas cosas viejas de Dudley y algunas de tu madre cuando eras chica. Cuando termine, quedará igual que los de los demás. Harry y Maddison tenían serias dudas de que fuera así, pero pensaron que era mejor no discutir. Se sentaron a la mesa y trataron de no imaginarse el aspecto que tendría en su primer día de la escuela secundaria Stonewall. Seguramente parecería que llevaba puestos pedazos de
piel de un elefante viejo.

Dudley y tío Vernon entraron, los dos frunciendo la nariz a causa del olor del nuevo uniforme de Harry y Maddison. Tío Vernon abrió, como siempre, su periódico y Dudley golpeó la mesa con su bastón del colegio, que llevaba a todas partes.
Todos oyeron el ruido en el buzón y las cartas que caían sobre el felpudo.

—Trae la correspondencia, Dudley —dijo tío Vernon, detrás de su periódico.

—Que vaya Maddison

—Trae las cartas, Maddison.

—Que lo haga Dudley.

—Pégale con tu bastón, Dudley.

—no lo vayas a hacer. No pasa nada iré yo— Dijo Harry ofreciéndose

—te acompaño— dijo Maddi a Harry, para ir a buscar la  correspondencia. Había cuatro cartas en el felpudo: una postal de Marge, la hermana de tío Vernon, que estaba de vacaciones en la isla de Wight; un sobre color marrón, que parecía una factura, y dos cartas para Harry y Maddison.

Harry las recogió y las miró fijamente, con el corazón vibrando como una gigantesca
banda elástica. Maddie y Harry se miraron y sonrieron. Nadie, nunca, en toda su vida, les habían escrito a los mellizos. ¿Quién podía ser? No tenían amigos ni otros parientes.

Señor H. Potter
Alacena Debajo de la Escalera
Privet Drive, 4
Little Whinging
Surrey

La otra decía:

Señorita M. Potter
Alacena Debajo de la Escalera
Privet Drive, 4
Little Whinging Surrey

El sobre era grueso y pesado, hecho de pergamino amarillento, y la dirección estaba escrita con tinta verde esmeralda. No tenía sello. Con las manos temblorosas, Harry le dio la vuelta al sobre y vio un sello de lacre púrpura con un escudo de armas: un león, un águila, un tejón y una serpiente, que rodeaban una gran letra H.
—¡Danse prisa! —exclamó tío Vernon desde la cocina—. ¿Qué estan haciendo, comprobando si hay cartas-bomba? —Se rió de su propio chiste.

Harry y Maddison volvieron a la cocina, todavía contemplando su carta. Entregó a tío Vernon la
postal y la factura, se sentó y lentamente comenzó a abrir el sobre amarillo. Tío Vernon rompió el sobre de la factura, resopló disgustado y echó una mirada a la postal.

—Marge está enferma —informó a tía Petunia—. Al parecer comió algo en mal estado.

—PAPA MIRA! -Dijo rápidamente dudley- MADDISON Y HARRY RECIBIERON ALGO!.

Dudley corrió alrededor de Harry y Maddison y les quitó las cartas para dárselas al tío Vernon.

–Son nuestras! –dijo Harry. Tío Vernon, tía Petunia y Dudley se rieron.

Un amor extraño - Draco Malfoy y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora