BROOKE
Mientras el ascensor me llevaba al piso donde estaba mi oficina, reflexioné sobre cómo me acercaría a ella. Iba a empezar con una disculpa y con suerte estaría dispuesta a escuchar lo que tenía que decir. Le había dado dos días para que se calmara. Diablos, yo necesitaba ese tiempo para aclarar mi cabeza.
Fui a mi oficina, dejé mi maletín, mi teléfono y repasé mi enfoque de nuevo.
—Hola, ¿podemos hablar? —susurré, probando la forma en que sonaban las palabras. La haría entrar en mi oficina para que pudiéramos tener un poco de privacidad—. Siento no haberte defendido. Debería haberlo hecho, por eso me gustaría compensarte.
Las palabras no sonaban bien. Estaba enfadada porque yo había dicho que no éramos nada. Eso requería un poco más de delicadeza para manejarlo.
—No quise decir lo que dije —murmuré—. ¡Mierda! —Todo lo que dije iba a salir mal.
April era una persona razonable. Ella me escucharía y entendería que no quería decir que lo que pasó entre nosotros no era nada. Había estado pensando en el asunto desde que se había ido, me decía a mí misma que era lo mejor y que el hecho de que me dejara era algo bueno. No podía sentir nada por ella, ya que no quería salir herida cuando se marchara.
Tenía que hablar con ella, si me decía que me alejara lo aceptaría. Salí de la oficina, dirigiéndome por el pasillo al área de trabajo abierta donde estaba su cubículo. No la vi y busqué a los otros internos. Todos estaban en sus escritorios. Probablemente estaba en la oficina de Hanna.
Cambié de rumbo, dirigiéndome a la otra oficina. La puerta estaba cerrada, lo que me dijo que probablemente ya estaban trabajando duro y no querían ser molestadas. La ventaja de ser la jefa era que podría molestar sin que me gritaran.
Llamé una vez.
—¿Hanna?
—Pasa —dijo.
Puse mi mano en el mango y me preparé mentalmente para ver el dolor y la ira en la cara de April. Abrí la puerta y vi a Hanna en su escritorio. Era la única en la oficina, lo que significaba que April debía estar perdida por los pasillos.
—Hola —dije, sintiéndome un poco tonta por interrumpirla.
—¿Necesitabas algo? —preguntó, con un tono un poco seco.
—Estaba buscando a April —respondí.
Ella asintió.
—Estoy segura que sí.
—¿Perdón? —Me quebré, no estaba de humor para que uno de mis empleados me hablara de esa manera.
—April no está aquí.
—Puedo ver eso. ¿Está en la sala de conferencias? ¿Sala de descanso?
No me interesaba recorrer toda el edificio en su búsqueda.
Hanna miró sus manos en el teclado.
—Ella no está aquí —dijo otra vez.
Fruncí el ceño con frustración.
—Lo entiendo. ¿Dónde...?
Entonces me di cuenta. Sentí como si me hubieran dejado caer. En un instante, una sensación de vació se apoderó de mí, como si una parte de mí hubiera sido arrancada.
—Lo siento, Brooke —dijo Hanna en voz baja.
Sabía que ella y April se habían hecho amigas y habían pasado tiempo juntas. Eso significaba que probablemente había confiado en ella. Solo esperaba que Hanna no dijera nada.
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Enamorada de mi jefa
RomantikApril Cambar, una chica de 24 años residente de Marblehead, Ohio, consigue el trabajo de sus sueños en Nueva York y emprende lo que sería su primer viaje fuera de casa. Tras un primer día algo accidentado conoce a Brooke Penz, una hermosa chica de o...