Jungkook perdió a su novio hace 5 años, su vida a cambiado y sus amigos lo han notado, pero todo cambia cuando tropieza con un pequeño rubio que hace que vuelva la alegría en él. Para sus amigos no es muy grato la presencia de ese rubio, a pesar de...
Siento tanto no poder estar contigo todo este mes, por causas ajenas tendré qué estar con mis padres, ellos me necesitas más que nadie, te prometo que cuando vuelva tendré una respuesta, solo deja que lo piense mas.
13/Junio/2014
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Presente 2021...
Todo marchaba bien en la universidad de seúl, chicos iban de un lado a otro, algunos con prisa y otros iban lentamente con algo de flojera en su cuerpo, algo normal para ser un Martes por la mañana.
Frente al gran pasillo que daba para los casilleros un pelinegro buscaba con la mirada a una persona, para ser específicos, a un pequeño rubio que justamente iba cruzando por la puerta principal, despeinado y con algo de prisa en su caminar, que hacia que no se detuviera ni por el mínimo roce que hacia con cualquier otro alumno.
Para Jungkook le pareció algo tierno ver tan apresurado al rubio que llegaba hasta su casillero, que casualmente se encontraba cerca de las escaleras dónde estaba el pelinegro, así que con pasos grandes y firmes, sosteniendo su mochila en un solo hombro, camino hasta llegar a un lado de JiMin.
-Se te hizo tarde- dijo en un susurro asustando a JiMin.
-Dios- puso una mano en su pecho mientras con la otra cerraba su casillero- eres tú.
-Si, solo yo- le dio una sonrisa y se acercó a su rostro, dejando apenas unos cuantos centímetros de distancia-o ¿Esperabas a alguien más?.
-Mejor dicho, no esperaba a nadie- camino a prisa dejando atrás a jungkook con una cara de sorpresa.
- Oyee tú, espera... deja que te acompañe a tu salón- lo alcanzó tomándolo del hombro.
El rubio miro a todos y se dio cuenta que todos los miraban, la escena del día anterior se volvía a repetir, así que miro a los ojos del pelinegro y de manera firme dijo- No- y siguió caminando hasta desaparecer del pasillo haciendo esto dejara confundido al pelinegro, que no entendía porque seguía negando tener su compañía.
Así que pensó que sería mejor verlo en la salida, quizás en un lugar donde ninguna persona estuviera para poder verlos, así que una idea cruzó por su mente que en movimiento colocó su mochila en su pecho, sacando un pedazo de papel, seguido de un lapicero y por último escribió algo que acompañaba una pequeña sonrisa llena de diversión.
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