Capítulo III - Salud (tercera parte)

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Buenas tardes, solecitos. He regresado para traerles su cargamento bien contundente de Yungi, para que empiecen el fin de semana con energía. 

Recién acabo de revisar este capítulo como por quinta vez, sinceramente ya creo que puedo recitar los diálogos en voz alta de tantas veces que leo esto para corregir todos los errores, pero bueno, soy fanático de las cosas bien hechas y me encanta darles lo mejor a mis lectores. 

Este capítulo les va a doler un poquito al principio, pero les prometo que valdrá la pena al final. No tengo mucho más que decir, así que... ¡Disfruten la lectura!

Advertencia: la siguiente parte contiene lenguaje inapropiado y escenas explícitas que pueden resultar inapropiadas para menores de edad.

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Itrio-Hidrógeno + Magnesio (al 38%)

Mingi podía ser muchas cosas, entre ellas amable, comprometido, audaz, sentimental, valiente (de vez en cuando), pero por sobre todo... iluso.

Era iluso, risueño, imaginativo, soñador, romántico porque ninguna otra cualidad hubiese acontecido en una mejor dualidad a partir de la frescura de su afable espíritu. En la raicilla que forjaba la esencia de Mingi resultaba inequívoca la presencia de la ilusión, del delirio que padecía cada día de su vida y conllevaba a la fantasiosa invención de una utopía.

Cualquiera que conociera a Mingi daba fe de la buena voluntad que colmaba cada partícula del muchacho; no residía en su interior siquiera un gramo de malicia propiamente dicha. Sin embargo, aunque en el cúmulo de condiciones que se atribuyen a su persona floreciera una clara ovación a los cielos, Mingi acaecía en el recurrente dictamen que para con la vida rezaba que cada ser humano debía luchar por conseguir, más bien, adquirir tendencias negativas en función de restablecer un 'equilibrio'; no era desacertado inclinarse a por un lado o por el otro, la naturaleza siempre incidía en el hecho de volver a las andadas de modo que el individuo en cuestión pudiese coexistir en paz con ambas partes de su alma.

Entonces, sí. Mingi era iluso porque aquel adjetivo marcaba la pauta para su equilibrio. Sin saberlo su espíritu encontraba mesura en dicho calificativo haciendo de su persona, quizá no perfecto, pero indudablemente ecuánime.

A todas estas, posiblemente piensen qué tiene que ver toda esta novelesca charlatanería, pues verá usted mi querido lector que, pintar un escenario idílico le resultó conveniente al autor para caer de lleno en el lado oscuro del único satélite perteneciente a la tierra, porque efectivamente, nuestro protagonista a veces estaba como quien dice 'viviendo en luna'.

La verdad es que el carácter risueño de Mingi le llevaba en un setenta y cuatro por ciento de las veces a cometer o pensar en alguna estupidez. Era inevitable. Era quizá un impedimento ilógico que prescindían sus directrices, es decir, el acabar con esa mala costumbre de asumir, (como el propio 'boca abierta') que las cosas iban a mejorar así sin más.

Desde esa vez que Yunho se había quedado dormido a mitad de un repunte de pasión entre ambos, Mingi hizo lo que todo buen novio hubiese hecho. Habló con Yunho, le expuso sus inquietudes, incluso llegó a darle un muy mal elaborado ultimátum y en cada ocasión el pelinegro le había dado la razón, pero tan pronto se daba la vuelta, tras encomendar la totalidad de su confianza a su pareja, Yunho volvía a ser infiel a su palabra y Mingi... oh, pobre Mingi. Estaba harto de que el pelinegro le diera la vuelta a la tortilla.

"¿Y ahora?" ♥│→ YunGi ← ATEEZ fanfic │Donde viven las historias. Descúbrelo ahora