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CHLOE ADAMS

Era un día caluroso en la ciudad, uno de esos que te hacían desear arrancarte la piel. Me encontraba en el auto de la tía Karol con el aire acondicionado al máximo y con un abanico de mano que movía frenéticamente tratando de sacar el calor de mi. Llevaba puesto un short, una blusa manga corta blanca y mis característicos brazaletes de oro. Nada fuera de lo común, siempre amaba llevar mis brazaletes a todas partes, sentía que llevaba una parte de mi padre conmigo a donde fuera, ya hace 7 años que los llevo, cuando el murió. Amo esos brazaletes con toda mi alma y ya los había convertido en una especie de amuleto de la suerte para mi.

—¿Como te sientes cariño? — dijo mi tía Karol mirándome con una amplia sonrisa por el el espejo del carro.

—Bien, supongo — dije mientras mantenía la mirada en el camino viendo a todos pasar, a decir verdad les tengo envidia. Una envidia que crecía y crecía porque hiciera lo que hiciera yo nunca iba a poder tener una vida normal como la de ellos.

De repente tuve un remolino de emociones, era una sensación entre nostalgia y envidia. Tenia nostalgia porque era mi regreso a el pueblo, me recordaba a mis padres y los momentos de felicidad que habíamos pasado ahí que se que no se van a volver a repetir. Y sentía envidia porque todos ellos eran relativamente normales. No tuvieron que encontrar a su madre embarazada muerta. Un recuerdo que posiblemente me persiga hasta mi ultimo suspiro en este mundo.

—¿Que quieres de cenar esta noche? — dijo ella, esta vez sin mirarme puesto que se acercaba una curva

—Lo que tu quieras esta bien para mi — dije con indiferencia

Mi tía soltó un suspiro de desanimo, sin embargo, continuo conduciendo con una sonrisa, no la culpo, tener a una adolecente que acababa de perder a su madre no era fácil, sin embargo lo intentaba, y aprecio eso mas que nada. Mi tía y yo siempre fuimos bastante cercanas y obviamente tomo mi custodia tras la muerte de mi madre.

Me quedo viéndola fijamente, la tía Karol era una ,mujer alta y pálida, tenia el característico cabello negro y con risos que todas nosotras llevábamos y que posiblemente mi hermano también hubiera llevado. Por lo general las personas dicen que ella y yo parecemos hermanas.

—¿Ocurre algo? — pregunto ella, viéndome a los ojos que ya estaban llorosos. Me mordí el labio para no llorar y parpadeo varias veces eliminando las lagrimas.

—Solo es el sol que me da en la cara. Hace mucho calor — sonreí falsamente, a decir verdad el simple hecho de pensar en la muerte de mi madre hacia que el estomago se me revolviera. Tomo una inspiración profunda y me tallo los ojos para que las lagrimas salgan y luego secarme los alrededores de los ojos. La tia Karol me ve por el espejo y levanta una ceja, ella sabia que mentía pero el hecho de hablarlo lo iba a empeorar.

Después de un largo viaje en silencio llegamos a la casa de mi tía, era una casa bastante grande pero acogedora, mi tia tenia varios cuartos de visitas así que adecuo uno de ellos para mi.

—llegamos — dijo mi tía con entusiasmo mientras yo me limitaba a sonreír ampliamente pero que no se viera falso.

—Chloe tu cuarto esta cerca de la cocina. — dijo ella cargando mis cosas mie tras caminábamos adentro de la casa, no era la mejor casa pero estaba bien acomodada, mi tia no era del tipo de personas que vivían a lo grande, era un poco mas minimalista. Miro alrededor del vecindario y la señora Smith me saluda animadamente.

—Si, claro — dije mientras le devolvía el saludo a la dulce señora Smith, ella era una de las pocas vecinas que no era entrometida y hacia unas galleta exquisitas. El resto eran unas perras chismosas que solo les gustaba saber todo de otros. Como si fueran perfectas. Camine hacia mi habitación y empecé desempacar mi ropa.

Secretos ReveladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora