Capítulo dos: ¿Alguna vez pensarte en casarte?

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02| ¿Alguna vez pensaste en casarte?

Había decidido ir a un pequeño bar un poco fuera de la ciudad. Era nuevo así que no me toparía con algún conocido ahí.

Llegue después de casi veinte minutos de camino, me estaciono en un lugar disponible. Camino a paso rápido hasta la entrada del lugar, hacia demasiado frio afuera.

El guardia me dejó entrar rápidamente después de brindarle una de mis sonrisas más coquetas. El lugar estaba repleto de gente y pude escuchar por ahí que estaban organizando todo porque había un evento más tarde.

Caminé por el largo pasillo hasta llegar a la barra y pedí lo más pesado que tenían. Tal vez no era momento de tomar, pero necesitaba hacerlo, necesitaba olvidar todo esto.

–Alguien parece querer olvidarse de todo, eh –un chico castaño se sienta a un lado de mí y le pide algo al barman. Agarro mi vaso y me bebo el contenido de un solo trago–. Tranquila, amiga. Te vas a emborrachar más rápido de lo que esperas.

–Esa es la idea. –respondo, mientras que con mi mano le pido otro vaso al barman.

–Soy Eliot. –me extiende su mano.

Dudo unos segundos sobre si responderle o no, pero al final lo hago.

–Verónica. –tomo su mano y la muevo en señal de saludo.

–¿Y qué te trae por aquí, pequeña Verónica?, ¿Alguna ruptura amorosa?, ¿Infidelidad?, ¿Dia malo?, ¿Mal jefe? –pregunta antes de darle un trago a su bebida.

–Simplemente queriendo olvidar todo un rato, ¿y tú? –pregunto copiando su acción.

–Solo queriendo pasar el rato. –asiento y le doy un trago más a mi bebida.

Eliot me pregunta un poco más sobre mí, pero nada como para molestarme así que le respondía sin problema, yo aprovechaba y le preguntaba algunas cosas. El alcohol empieza a hacer efecto en mi y eso provoca que empiece a sentir un poco de calor y quiera quitarme este maldito cabello falso.

–¿Y eres soltera? –Eliot me mira con curiosidad, esperando mi respuesta.

–Eres demasiado preguntón, ¿ya te lo han dicho? –Eliot rió y le dió un trago más a su bebida.

–Me lo dicen seguido, por algo estudie periodismo. Pero ese no es el caso, responde, pequeña Verónica. –ruedo los ojos por el apodo que me ha puesto desde que empezamos a hablar.

–Si, estoy soltera. –respondo después de unos segundos.

–¿Y por qué? –en serio que este chico es demasiado preguntón, por Dios.

La verdad es que no sabía esa respuesta. La gente se había alejado poco a poco de mi conforme mi enfermedad iba avanzando, tal vez era el hecho de que no querían verme morir por la enfermedad o porque solo me daban miradas de lastima.

–No lo se –dije esta vez para él–, tal vez me hace mejor estar sola

Eliot negó, bebiendo de su vaso.

–Ha nadie la hace mejor estar sola, Verónica.

–Tal vez a mi sí, mientras mas sola este menos se encariñan conmigo y así menos les duele dejarme ir. –un nudo se instaló en la boca de mi estómago y corazón. Joder, por eso odiaba beber, siempre me ponía sentimental y terminaba soltándolo todo.

–¿Te vas muy seguido de la gente? –su pregunta me hizo reír.

–No siempre, pero en unos meses me iré para siempre –mi confesión provoca que Eliot me mire confundido, así que termino de hablar–. Tengo cáncer y no hay nada mas que se pueda hacer por mí, más que aplazar un poco mi estadía en este mundo.

Hasta que mi muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora