10| Ángel guardian.
El día llegó.
Hoy era la razón por la cual habíamos viajado hasta Columbia, el aniversario de mi mamá.
Todos habíamos despertados tranquilos, no como los últimos dos días donde habíamos sido un completo desastre entre risas y bromas por parte de mis tíos y primos.
Teníamos que viajar aproximadamente dos horas, así que todos nos levantamos demasiado temprano y después de un desayuno un poco silencioso, cada quien fue a arreglarse.
-¿Lista? -miro a Eliot por el reflejo del espejo, está recostado en el umbral de la puerta con una pequeña mochila dónde ambos habíamos metido cosas que necesitaríamos por si acaso.
Me termino de amarrar la peluca en una coleta baja y asiento, levantándome del tocador y caminando hasta llegar a él. Ambos caminamos a la par hasta bajar las escaleras y encontrar a mi familia terminando de preparar las cosas que llevaríamos al lugar donde haríamos la ceremonia.
Todos vestidos de blanco en honor a mi madre y su lucha con el cáncer de pulmón.
-¿Todo listo? -todos asentimos ante la pregunta del abuelo y salimos directo a las camionetas, las cuales estaban afuera esperándonos.
Nosotros iríamos con los abuelos, papá y Salem, mientras que los tíos irían atrás de nosotros con sus respectivas familias. La abuela y Salem llevaban dos ramos de tulipanes rosas y lilas, los colores favoritos de mamá y el abuelo llevaba una caja de madera.
Nos montamos en la camioneta y en silencio mi papá empezó a conducir rumbo a nuestro destino, tan secreto y especial como lo fue mamá.
Me seco las manos una vez más sobre el pequeño short de mezclilla que traía y siento como unas manos las en vuelven y las aprietan suavemente.
-Todo estará bien, hoy será un buen día. -Eliot me da una pequeña sonrisa que logra calmar el inmenso tornado que siento dentro de mí, haciendo que le devuelva la sonrisa.
Estos últimos dos días habiamos estado durmiendo juntos. Ambos nos habíamos acoplado el uno al otro y como la cama era demasiado grande pues ambos entrabamos perfecto, y eso sin contar que Eliot habia hecho una pequeña barrera de almohadas para que cada quien "tuviera su espacio". No me quejé ni dije nada, si él así se sentía cómodo lo respetaba.
-¿Ya habías venido a Columbia? -pregunta mi abuelo a Eliot en un intento de conversación para poder alivianar el ambiente.
-Vine hace mucho tiempo para un asunto con el negocio de mi padre, pero me quedé solo un día.
- El lugar al que vamos te va a encantar. -le responde el abuelo orgulloso.
-Es un pequeño lugar pero demasiado hermoso. -le dice esta vez mi abuela, la cual ha estado callada en todo el transcurso que llevamos.
Eliot asiente y la plática termina ahí.
Recuesto mi cabeza sobre el hombro de Salem, la cual está a mi costado derecho y ella copia mi acción, poniendo su cabeza sobre la mía. Estos días eran demasiado difíciles para ella, y para todos.
Mamá era el alma de la casa, al ser la única hija mujer y la más chica era la consentida de los abuelos, sin contar lo unida que era con mis tíos y que todos los días se la pasaba en problemas. Para mis abuelos mi mamá era su pequeño tornado pero a la vez su gran arcoiris, ese arcoiris que venía después de una enorme tormenta, el que te decía que todo estaba bien.
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Hasta que mi muerte nos separe
Teen FictionVerónica Harrison es una joven de apenas veinticinco años de edad desahuciada de cáncer que se resigna a morir tras varios años de lucha sin resultado. Tras una fuerte borrachera para olvidar su destino, termina casada con Eliot Holt, un chico que s...