❝Amelia❞ (parte 2)

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*flashback*

El cigarrillo se consumía con lentitud entre mis dedos, no me apasionaba fumar ni mucho menos saber que como lo siguiera haciendo probablemente me diera cáncer de garganta. Era uno de esos dias en los que te parece imposible salir de la cama y seguir viviendo como si todo estuviera bien, que no hay algo dentro de ti que te apaga y te consume con lentitud reduciendote a cenizas, y era peor teniendo el cumpleaños de mi madre a la vuelta de la esquina.
Cuándo más pensé en salir del centro y tomarme el día libre, una llamada de mi tia realmente me alegró, mis padres habían muerto cuándo yo tenía 15, y la única figura maternal que me quedaba era ella, y estaba totalmente agradecida con ella por, en cierto modo, ayudarme a ser quién soy.
A veces les echaba de menos tanto, y hoy era uno de esos días, tanto que dolía y me quemaba, pero no podía traerlos de vuelta ni aún que quisiera.

──Hola tía. - dije felíz, me podia imaginar su sonrisa al otro lado del telefono llamándome después de mucho tiempo.

── Cómo esta mi profesora favorita?. -Ambas reímos.

── Pues ahora que me has llamado mejor.

──...Realmente veia necesario llamarte sabes, en cinco días es su cumpleaños y bueno...

── Lo sé- la interrumpí- necesitaba hablar con alguien...

── Y no has llamado a alguno de tus hermanos?

── Sabes que desde que me fui Peter no quiere hablar commigo, y Clara...ya sabes como es Clara, lo último por lo que se va a interesar soy yo.

Mi pecho subía y bajaba por culpa de mi fuerte respiración, las lágrimas se acumulaban en mis ojos y yo luchaba por mantenerlas ahí, pero me era imposible ahora que la situación con mi familia había vuelto a mi mente demoronandome.

── Es peor si te lo aguantas Lía, llorar es bueno. - odiaba como mi tia me conocía tan bien, aunque mi estupida respiración me delataba.
Mis lágrimas comenzaron a recorres mis mejillas dejando caminos salados por estas. - Está bien, vamos a hacer una cosa. En tres días cojo un vuelo a LA y pasó el fin de semana contigo, que te parece?

Sonreí aún sabiendo que ella no podía verme.

── Me parece genial- visualice la figura de Venable mirándome desde la puerta de salida al campus, esta vez no iba vestida de violeta, llevaba un traje blanco que hacía resaltar su pelo de un precioso color rojizo. Rápidamente seque mis lágrimas dándome la vuelta para que no siguera mirándome. - Tía, te tengo que colgar, mi turno comienza en nada.

──Está bien cariño, mañana hablamos por mensaje, adios.

No me despedí, colgue lo mas rápido posible rezando para que Wilhemina no se acercase a mi, pero para mi suerte, el ruido de su bastón junto con el de sus tacones iba sonando más fuerte a medida que se acercaba.
Me di la vuelta, quedando a medio metro de ella, desde el baile de primavera y las vocaciones no había hablado con ella, tampoco es que me sintiera apasionada por mantener una conversación de mierda en la que la única que habla soy yo, pero durante esas dos semamas de vacaciones, su nombre aparecía en mi mente como si lo tuviera tatuado, y es que realmente lo parecía

──Tengo que volver, lo sé.

──Tu hora no comienza hasta dentro de 30 min, a dónde crees que irás?

──No tengo tiempo para tus bromas Venable.

Me miró indecisa, se mordia el labio luchando por decir algo sobre mi comentario, esperaba que fuera así, que nuestra "relación" se basase en mis quejas y sus reproches, esperaba que volviera a llamarme zorra de nuevo, porque aúnque lo negase, esa faceta me habia atraído demasiado.

──...El día del baile, no te di las gracias por animar a los chicos. -Bajó su mirada hacia su bastón, mientras yo intentaba hacer contacto visual con ella.- He de decir que siempre me ha gustado organizar los bailes, pero creo que al departamento de música, incluso a ti, se les dará mejor.

──No tenías por qué dármelas, pero en serio, en que pensabas cuando la lista de canciones son del grupo mas irrelevante del mundo??- reímos juntas, aun que al segundo, la barrera que a veces Venable dejaba romper, se volvió a formar en ella.
Parecía que le asustase que otras personas se adentraran en su vida tan fácilmente. - Puedo hacerte una pregunta?

── Si es por el bastón...tengo escoliosis...- me podía imaginar cualquier cosa menos eso. Comencé a imaginar cómo lo había tenido que pasar toda su vida con escoliosis, las personas pueden llegar a ser muy crueles a veces.

──No queria molestarte con eso, pero me alegra que lo hayas compartido conmigo. - Sonreí tratando de calmarla, notaba como sus manos temblaban.

Me miró asustada, pensé que por fin podía mantener algo más que dos palabras de odio hacia la otra, pero podía sentir su miedo con sólo mirar a sus ojos.

──Me tengo que ir. - Se dio la vuelta tratando de esconderse de mi, pero, como ella hizo una vez conmigo, agarré su muñeca impidiendo que diera algún pasó, me miró, tenía los ojos rojos.

── Está bien compartir nuestros secretos con otras personas, y más cuando esas personas saben como guardar un secreto. - Guiñe mi ojo tratando de hacerle sentir mejor con mis palabras.

Mi mano se deslizó por su mejilla acariciandola con suavidad, su piel era suave, aunque fría y blanca como la leche, pero era suave. Quiso apartarse de mi toque, pero volví a posocionar mi mano en el mismo sitio, haciendo los mismos movimientos con mi dedo pulgar, provocando un rubor en sus mejillas que me causó gracia, ahora era yo quién la ponía nerviosa.
Quise decirle las miles de cosas que se paseaban por mi mente en ese instante, pero fue ella, fue la que hizo todas ellas realidad con un simple movimiento de cabeza, nuestras respiraciones eran fuertes como hacía minutos atrás, y mi mano no podía despegarse de su mejilla.
Sentí la presión de sus labios contra los míos, con tal fuerza (sin descartar como se notaba que ella no quería arriesgarse a comenzar esto) que impidió salir lo que fuera que mis labios querían decir.
Solté su agarre, y ella puso su mano en mi cuello atrayendome a ella, tocaba mi cuello como si fuera lo mas perfecto que jamás hubiera tocado, y entonces entendí que le daba miedo esto, pero me arriesgue a colocarle mi otra mano en su nuca, percibiendo al instante el principio de su columna torcida.
Se separó al momento.

── Déjame tocarte...- Dije con suavidad ante sus labios, y volví a juntarlos en otro beso.

Esta vez mi mano era la que acariciaba su cuello, quitándole (o al menos tratando) el miedo de encima.

*fin flashback*

𝐚𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐫𝐞𝐦𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫 𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora