Cornie Walton
Me encontraba pensando en el motivo del porque me sentía tan sola pero no triste, en aquel parque que estaba a unos cuantos metros de mi gran y bulloso hogar, eran mis tres y primeros días de aburrimiento de haberme mudado al pueblo de Zenda junto a mis padres, éste que a mi parecer era muy tranquilo y de mi agrado, además el aura aquí se sentía tan bien . Lograré estar más afuera que adentro de casa, que digo "casa de locos" donde solo se pueden escuchar reproches y mucho ruido de los empleados.
Es algo loco pensar que estaría mejor vivir en medio del bosque en una humilde cabaña sin mucho dinero pero feliz con lo necesario y soñar que un día que salga a buscar un poco de leña, encuentre al amor de mi vida postrado bajo un árbol leyendo un libro de esos de amor con final triste; que me pasaba yo no pensaba así, odio la cursilería y nunca creí en eso de que tenemos un príncipe azul, cada una se salva como puede, este nuevo ambiente alteraba mis firmes opiniones acerca de eso...
Salí de mis profundos pensamientos, al escuchar la ronca voz de mamá, me percate que solo estaba a unos cuantos centímetros de mi, cuando de repente sentí algo en mi oreja, era la mano de mamá que la tenía, jaló de ella al punto que por poco y caigo al suelo, durante el trayecto no faltaron esos sermones de que porque estaba allá fuera.
Mis pensamientos decían; debes de dejar que pare de hacer eso es humillante, ya es suficiente, pronto cumplirás 18 aunque para ella no significaba nada.
Al llegar a casa, mamá me dijo para preparar un pastel para papá, cosa que extremadamente era raro, esa mujer nunca se ensucia ni las yemas de los dedos, pero bueno accedí, mis padres eran el retrato vivo de que el amor existe, ya que cada viernes cuando papá venía de trabajar, se le veía tan cansado, mamá lo recibía con el pastel en las manos, unos tortolos los dos.
Subí cansada hacia mi habitación, al llegar a ella, cerré con seguro la puerta, me quité el largo y abrigador vestido de lana que me regalo mi abuela, la extrañaba tanto. Me puse mi pijama corta, la más sexi para mi, aclaro losé, afuera el ambiente era frío pero, mi habitación tiene calefacción así que todo ok.
Puse mi playlist de The Weeknd, la cual comenzó con Save Your Tears, razón por la cual subí el volumen al punto de que las cosas dentro de mi habitación vibraron, amaba esa canción, a los pocos minutos escuche unos pasos por el piso de mi habitación, sin duda era mamá diciéndome por décima vez que bajara el volumen , al final le obedecí.
Ya tendida en mi cama, lo que amaba de mi gran espacio personal era la vista que tenía, se podía observar desde el punto de donde estaba, cuando el amanecer llegaba, escuchar a los lobos aullar, todo eso era tan perfecto, tan cautivador, pero eso fue desapareciendo poco a poco...
Al despertar de un brinco de mi sueño confuso, vi el reloj de mesa y eran casi las 5 de la mañana, del armario saque mi abrigo color marrón, colocándomelo y al mismo tiempo mirándome al espejo, al percatarme que el abrigo llegaba a mis rodillas, algo perfecto que cubriera mi pijama - pensé.
De mi repisa tomé un libro al azar, salí disparada de mi habitación como cohete al despegar pero sin hacer ningún ruido, si mamá se enteraría de mi pequeño escape, Cornie no estuviera para contarlo. Salí por la parte de atrás de casa, un empleado me vio pero era de confiar de que no abriría su boca a mamá.
Link Mars
Y allí estaba ella, con una sonrisa tan falsa pero, al parecer la chica mas feliz que halla visto...
Nuestra mente humana nos hace recrear escenarios donde posiblemente nosotros somos los principales protagonistas o eso yo creí.
Cornie, al parecer así se llamaba, no que digo; ese era su nombre.
Al salir de casa ya arto de los problemas de mis padres, corrí al bosque con la esperanza de que saliera un oso y me comiera, necesitaba que en ese momento el universo se confabulara para que los extraterrestres bajaran y me llevaran consigo, si eso fuera tan fácil con solo decirlo. Con la esperanza que apareciera la fiera, me adentré mucho más allá de el último vistazo de la pequeña luz que veía al seguir caminando. Y allí, en ese gran instante, vi una silueta bailarina dando brinquitos por doquier, si pudiera describir cierta magnitud de belleza, no me mantendría de pie. Si losé basta de halagos hacia personas desconocidas, pero aquella desconocida si valió la pena.
- Oye tú¡¡
Me sorprendió tanto que tuve que hacerme el tonto como a un niño cual madre le dice que ha estado haciendo escondido.
- Ahm, sí? - Titubeé
- Acaso no has escuchado el dicho que muchas personas tienen un lugar donde se siente libre? - Respondió
- Al parecer, también es el mío.- Respondí a su pregunta un tanto nervioso ya que, por poco y sin exagerar, podía ver como de sus ojos emanaba maldad pura.
La chica con semblante un tanto serio, parecía analizarme de pies a cabeza, buscando cualquier y diminuto defecto, valla al parecer si encontró muchos. Ni siquiera con su mirada podía disimularlo, tan tonto tampoco era.
Luego de unos minutos de examinarme con detenimiento. Habló
- Soy Cornie y para la próxima- continúo.- no seas tan evidente sí?. y tú eres?
- Soy Link. Estreché mi mano, pero simplemente se me quedó observando.
- Bueno Link, fue un placer conocerte supongo.
Al percatarme que ya me encontraba solo, me di cuenta que en lo bajo de la penumbra de un árbol yacía en el un libro.
Acaso sería esto una buena señal para encontrarme de nuevo, aquella bonita e incognita chica?
Solo el destino y mi gran suerte tal vez ayudarían...
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Nuestra fugaz esperanza
RomanceY allí estaba ella, con una dulzura tan profundamente secreta, que solo el más afortunado llegó a conocerla....