Castigo

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El hombre se cubrió la cara con las manos y se apoyó en la mesa de la cafetería, sollozando de puro terror. Su acompañante le dio unas suaves palmadas en la espalda.

– Si lo atrapamos, el fiscal lo tendrá en cuenta.

– ¿Y si se escapa? Zero es un fantasma...

– No tendrá escapatoria.

El autor del triple asesinato de Greden había confesado unos días atrás. Había llamado a un policía que conocía y quedado con él en esa misma cafetería para contárselo todo. Había oído el mensaje de Zero, como casi todo el mundo, y estaba aterrorizado. La policía tenía que atenerse a la vía legal y seguir los protocolos burocráticos, pero un criminal como Zero podía usar cualquier medio para dar con él, y su amenaza le daba pavor.

Lo que no esperaba es que la policía le ofreciese un trato. Querían aprovechar la situación para atrapara ese arrogante asesino en serie... usándolo como cebo, porque sabían que tarde o temprano lo encontraría.

– Tendrás siempre al menos dos policías de paisano cerca, y el micro encima en todo momento. Cuando vayas a ducharte, dilo y uno de ellos llamará a la puerta. Trátalo como si fuese un amigo e invítalo a pasar, y, después de ducharte,volverá a ponértelo. Por lo que sabemos de Zero, se presentará en cuanto lo veas, y eso cuenta como una confesión. A partir de ahí,entramos nosotros.

El asesino asintió. Necesitaba tenerla certeza de que Zero estaba en la cárcel para sentirse seguro... oque el psicópata muriese en un tiroteo.

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Zero se rió, con las piernas en el respaldo del sofá y con la cabeza colgando bocabajo, de forma que algunos mechones de su pelo negro rozaban el suelo. Sostenía el auricular del teléfono con una mano, mientras la otra jugaba con la cadena que colgaba de su cuello. Ignoraba por completo la sangre que resbalaba desde los cortes que él mismo se había hecho en varias partes del cuerpo, totalmente desnudo.

– Gracias por la ayudita, khozyain.

– Los contactos de mi hermano pequeño han sido útiles después de todo.

– ¿Puedo compensártelo de algún modo?

– Quiero a la mujer de tu imitador viva.

– ¿Para qué? Nadie dará un céntimo por ella, está embarazada de casi seis meses...

– Precisamente por eso me interesa tenerla en mi laboratorio.

– Oh, entiendo. –el mafioso ruso que se autodenominaba científico llevaba tiempo sintiendo una peligrosa curiosidad por mujeres embarazadas– ¿Por qué no me lo haces a mí?

– Porque tú no tienes útero, y mucho menos un feto dentro de ti. Eso es lo interesante de investigar embarazadas.

Zero se estremeció, pero no tenía nada que ver con el miedo. Lo que Eunji Katrov llamaba"investigaciones" era grotesco para cualquier persona: consistían en disecciones y "autopsias", con la persona viva y consciente durante el mayor tiempo posible, sin embargo, al famoso psicópata le excitaba tanto pensar en ello que soltó la cadena y se acarició el pecho hasta la entrepierna.

El término "sadomasoquista" se quedaba demasiado corto para él.

– Eunji... había olvidado decirte que estoy desnudo. –ronroneó, meloso

– Deja de hacer el imbécil conmigo.–gruñó Eunji, al otro lado de la línea

– ¿Cuándo aceptarás que te quiero?Yo me dejaría matar...

Sólo hay un 0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora