IV

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– ¿Mamá? Joder, al fin hablo contigo –contesté el teléfono.

– Kristen, hola, cariño –dijo ella–. ¿Cómo has estado?

– ¿Yo? Pues, ¿qué te puedo decir? De maravilla.

– ¿De verdad?

– Claro que sí, ¿por qué te mentiría? Estoy viviendo en la casa de un chico que conocí, no te preocupes, es genial. También estoy trabajando para mi padre, ¿no te lo dijo él? Sé que debe parecer raro, pero al menos me paga lo necesario para vivir por mi cuenta.

– ¿De qué hablas?

– Es exactamente como te estoy contando, hasta me libré de ir a la estúpida Universidad. ¿Te das cuenta de lo bien que me encuentro?

– Kristen, ¿qué coño estás haciendo?

– Vaya, mamá, para ser una experta en la materia no te has dado cuenta. ¡Te estoy mintiendo, joder! Exactamente como tú lo has hecho.

– Kristen, yo…

– Estoy viviendo con mi padre, en su lujosa casa, sí tengo que empezar la Universidad la semana próxima, y no, no he conocido a ningún chico, pero, venga, ¿a qué se me da tan bien cómo a ti? Aunque, a ver, tampoco te puedo superar, tú me mentiste durante años y yo sólo lo hice un par de segundos, sólo para probar.

– Escucha, no quería…

– “No quería hacerlo, pero sabía que era lo mejor para ti” ¿no? Ya mesé eso también.

Mi teléfono acabó en el suelo, con la pantalla hecha pedazos. Era como si de repente una nueva Kristen se apoderara de mi cuerpo, o no, tal vez no era una nueva. Tal vez era la única Kristen que había, solo que aún no había despertado. Y pues, una vez que te das cuenta de que todo a tu alrededor es una gran mentira no te dan deseos de regresar a ser lo mismo que eras antes, y solo te acostumbras a tu nueva versión.

Puse sobre la cama el vestido rojo que me había obsequiado mi hermana. Lo miré un par de veces más antes de decidirme completamente. Sí, iba a ir a la fiesta. Como es normal, tomé un baño y me vestí con bastante rapidez, teniendo cuidado de no estropear nada. Me peiné hacia un costado, para luego maquillarme ligeramente.

El auto en el que me iría no tardó en llegar. Mi padre, como siempre, no estaba en casa, por lo que salí sin ningún problema. Éramos el conductor, mi hermana, Will, una chica bastante escandalosa y yo, la que no tenía idea de lo que hacía.

– Te explico, Kris –comenzó a hablar Karen–. Nos reunimos con unos amigos para celebrar el compromiso, ¿sabes? Algo completamente decente.

– Venga –rió Will–. Primero, deberías decirle a Amy el significado de “decente”.

– Escucha, compañero, sé lo que es “decente”. Te daré una lección de vida. Tienes que ser como el Yin y el Yang. Sí vas a ser el Yang, la parte blanca, lo soleado, lo brillante, recuerda que en el yin hay yang y en el yang hay yin, que siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario ¿ok? –la chica que anteriormente estaba gritando desenfrenadamente me dejó sin palabras.

Al parecer las cosas iban bien. La fiesta, o más bien reunión era en la casa de Will. Hermosa, por cierto. Mi hermana tenía suerte. Según ella, una vez terminada la “reunión” iríamos a tomar unos tragos a un bar cercano. Siendo sincera, no tenía ganas de ir, pero mi hermana no aceptaría un “no” como respuesta.

– Propongo un juego –gritó un chico desde la cocina. Caminó hacia donde os encontrábamos nosotros con dos botellas en las manos–. ¡¡¡Strip Poker!!!

– Oliver, ya te dije que no iba a haber ningún tipo de espectáculo –lo contuvo Will.

– Cariño, te dije que eran iguales, con razón están tan bien juntos –dijo mi hermana, refiriéndose a Amy y a Oliver.

– Todos quieren jugar ¿no es cierto, todos? –el chico seguía tratando de animar un poco el ambiente, todos contestaron que sí–. Sólo un juego, lo prometo.

Para su satisfacción le dieron el gusto de jugar su juego. Se sentaron en un círculo en el suelo, con un mazo de cartas en medio. Oliver dijo que, aunque el juego se llamara “Strip Poker” iban a jugar al “As, dos, tres”, explicó en qué consistía y pronto todos estuvieron jugando, excepto yo, que solo me limitaba a observarlos desde una esquina. Karen me había invitado muchas veces a jugar, pero siempre me negaba. No eran mis amigos, eran los suyos, no los conocía en lo absoluto, no podía quitarme una prenda así por así cuando perdiera.

– ¡¡Ahora viene lo divertido!! –gritó Karen mientras ayudaba a Will a acomodar la sala.

– Karen, ¿no has visto la hora? Es muy tarde. Dejémoslo para otro día, ahora que vivo aquí tendremos mucho tiempo –traté de negarme una vez más a ir al bar.

– Ni hablar, eso está entre los planes, además, solo seremos Amy, tú, y yo.

– ¿Y Will?

– Tiene cosas que hacer mañana temprano, prefiere quedarse.

– Kristen –me habló Amy–. Solo un rato… necesito algo de diversión, la cual solo puedo tener allí ¿vale?

– Vamos –me rendí.

Fui hacia la entrada de la casa buscando mis zapatos, tuve que quitármelos porque mis pobres pies no daban más. Karen me miraba desde la cocina con una sonrisa de oreja a oreja, me alegraba que estuviera feliz. Antes de irnos, Will le dio un beso en la frente, y nos dijo que nos comportáramos.

La calle estaba completamente mojada, ya que hace un rato había estado lloviendo con bastante fuerza. Mi hermana abrió la puerta del garaje de la casa de su prometido. Vaya, ¡qué chica! También sabe conducir.

– Esto es completamente seguro ¿verdad? –bromeé mientras nos subíamos al auto.

– ¿Es una broma? –rió Amy–. Karen es la chica más precavida que conozco. Siempre cuidando de no sobrepasar el límite de velocidad, mirado todas las señales, por eso cuando salimos en grupo no la dejamos conducir… y como esto va a tardar te contaré una pequeña historia de tu hermana al volante.

Al llegar, Karen aparcó en el estacionamiento, para luego salir del auto junto a nosotras. En la entrada había un gran cartel que ponía “Ladys & Gentlemens” en letras amarillas, rosadas y azules. El señor que estaba en frente del bar parecía conocer a mi hermana, ya que se saludaron y entramos sin ningún tipo de problemas. Buscamos rápidamente un sitio donde sentarnos, mientras Amy iba a por algunas bebidas.

– ¿Y? ¿Qué te pareció todo, Kris? ¿Will, Amy, mis otros amigos? –me preguntó mi hermana.

– Tienes mucha suerte por tenerlo a todos, tienes las cosas que cualquier chica estaría buscando como loca. Will, que se nota que te quiere y se preocupa por ti, Amy, con la que dudo que hayas pasado un mal rato…

– También lo tendrás tú, todo a su debido tiempo…

– Tu prometido dijo que no bebiéramos mucho, así que solo están permitidas dos margaritas ¿ok? –Amy se sentó junto a nosotras y nos entregó una copa a cada una.

Le di un primer trago a mi bebida. No estaba acostumbrada a beber, por lo que fue realmente incómodo cuando el líquido bajó por mi garganta, y dejó ese molesto ardor. Las chicas rieron al ver mi mueca de disgusto, ya que ambas tomaban sin ningún tipo de problemas.

– ¡¿Mia?! –grité cuando la vi entrar.

TU ELECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora