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La luz del día invadía la sala molestando el profundo sueño que tenía, pero no solo era eso, si no que podía sentir un ligero peso encima mío. Abrí mis ojos esperando encontrarme con algo sobre mi, lo cual así fue.
Una hermosa cabellera castaña caía por el sofá y sentí unos delgados brazos rodearme.
Jennie y yo nos habíamos quedado dormidos después de aquel encuentro romántico. La emoción me invadía de solo pensar que lo de ayer no fue solo un triste sueño más. Pude notar que su cuerpo era mucho más pequeño que el mío y eso me hacía desear abrazarla hasta el fin de los tiempos. Ella se veía tan hermosa durmiendo.
De repente un sentí un ligero movimiento de parte de la castaña que me ocasionó un susto.
- ¿Taehyung? - Su mirada subió conectando sus ojos con los míos.
Se sonrojé un poco por la cercanía.
- ¿Qué hora es? - Preguntó.
Miré a la pared que tenía colgando un reloj redondo.
- 8:43. - Respondí.
- Entonces dormiré un poco más. - Me abrazo con más fuerza mientras que yo tenía la mente en blanco. Nunca había estado en esta especie de situación. - Oh. - Su agarre disminuyó. - ¿Estás ocupado? -
Negué rápidamente con la cabeza pues las palabras no salían, o al menos prefería no decir nada a que hacer el ridículo con tartamudeos.
Igualmente quería quedarme con ella un poco más.
(...)
El tiempo pasó y ya no podía estar a su lado. Me despedí de ella para luego salir de su casa, no sin antes pedirle el número de teléfono y yo darle el mío.
Jungkook y yo siempre íbamos juntos a la gran plaza y hoy no sería la excepción. Me encontraba esperándolo en el lugar de siempre mirando a cualquier lado sin ningún punto en específico.
- ¡Taehyung! - Gritó el menor lazándose hacía mí haciéndome dar un brinco del susto.
- Mierda Jungkook, no vuelvas a hacer eso. - Dije con una mano en mi pecho intentando regular mi acelerada respiración.
- Que amargado eres. -
Después de aquel momento caminamos sin rumbo alguno por los grandes pasillos de la plaza, con el aburrimiento invadiendo el ambiente cada segundo era un fastidio.
- Taehyuung. - Habló el molesto chico alargando la "U" de mi nombre con un notable tono de aburrimiento. - No hay nada que hacer.
- ¿Y si vamos a mi casa a ver fútbol? - Era lo único que se me ocurría en ese momento.
