Aquí, contigo.

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La tranquila oscuridad de la noche cubre el gigantesco castillo de Hogwarts, la luna creciente brilla en la inmensidad del cielo acompañada por una infinidad de estrellas, los pasillos; normalmente bulliciosos están desiertos, vagamente iluminados por las pocas antorchas encendidas, al estar todos los habitantes de la escuela en sus habitaciones, seguramente dormidos, tomando en cuenta la hora.

El temido profesor de pociones Severus Snape fue interrumpido en su lectura de un artículo sobre pociones, que en su opinión parece escrito por uno de sus no muy destacados estudiantes, el sonido de alguien tocando la puerta de su habitación lo hizo levantarse y dirigirse a abrir la puerta, los estudiantes no saben de horarios para meterse en problemas.

Al abrir, con su característico ceño fruncido, con lo que topó fue con el pasillo apenas iluminado, su vista viajó de izquierda a derecha sin encontrar nada ni nadie alrededor volvió la vista al frente, sus ojos bajaron un poco y se quedó viendo a la aparente nada durante tres segundos exactos.

Entonces, una mata de desordenados cabellos fue revelada seguida de un par de brillantes ojos cubiertos por los cristales de unos anticuados lentes redondos.

Harry Potter lo observa directamente a los ojos me dio cubierto por su capa de invisibilidad, verde brillante contra negro obscuro, una expresión de duda contra un ceño fruncido, el encuentro duró cinco segundos antes de que el mago adulto soltara un casi imperceptible suspiro y se hiciera a un lado, el niño no dudó al entrar a la habitación.

Una última vista alrededor del solitario y obscuro pasillo, y la puerta fue cerrada en silencio.

Después de asegurar la puerta Severus dedicó un momento para observar al niño frente a él mientras se quitaba por completo la capa, dejando a la vista un pijama demasiado grande para su pequeño cuerpo, al terminar de quitarse y doblar la capa Harry volteó a verlo, sin decir palabra el adulto fue directo al sofá colocado cerca de la chimenea encendida siendo seguido de cerca por el niño, al llegar se dejo caer con elegancia y palmeó el espacio junto a él, a penas retiró su mano Harry ya estaba acostado a su lado, abrazando su cintura y con la cara escondida contra la tela de su camisa en su vientre.

Severus no se quejó por la acción, con un movimiento de varita una manta llegó flotando a su mano y la utilizó para cubrir al niño aferrado a él, su ceño fruncido se disolvió hasta convertirse en una expresión tranquila mientras sus dedos acariciaban los revoltosos rizos.

Después de un par de minutos decidió hablar.

—Harry. No deberías estar aquí.

El mencionado murmuró algo inentendible, sin moverse ni un poco.

—No entendí ni una palabra de lo que dijiste —tomó entre sus manos la cabeza del niño y la despegó de su escondite para quitarle los lentes torcidos, los cuales les estaban incomodando a ambos, y la reacomodó de tal forma que se pudieran ver a los ojos—. Así es más cómodo ¿No?

Harry asintió mientras cerraba los ojos.

—Bien. Ahora ¿Qué estás haciendo aquí? Es tarde.

—Quería verte —murmuró sin abrir los ojos.

—Deberías estar durmiendo. Mañana comienzan las vacaciones.

—Lo sé.

—¿Ya empacaste todo?

Harry asintió y un tranquilo silencio se hizo presente entre ambos, las caricias de Severus no se detuvieron y Harry solo disfrutó de la acción y la atmosfera de tranquilidad.

—No quiero ir —susurró después de un rato al tiempo que apretaba el agarre en el hombre.

—Ya lo sé —Severus soltó un suspiro cansado—. Pero tienes que hacerlo.

Aquí, contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora