Recuerdo desenterrado.
Una lluvia torrencial caía sin consideración sobre toda la ciudad. Espesas nubes grises cubrían el cielo nocturno, y las personas en su mayoría conducían sus autos para llegar a su destino. Quienes andaban a pie corrían despavoridos para escapar inútilmente de las gotas, mientras otros preferían refugiar sus cuerpos en los locales que yacían abiertos.
La campanilla de un bar resonó en todo el interior por encima de la música que reproducía la radio, alertando a los clientes que tomaban una cerveza que una nueva persona había ingresado. Do KyungSoo, de treinta años, sintió el olor a tabaco picarle en la nariz cuando entró a ese bar cuyo nombre relucía en un fluorescente rojo en la entrada, Beer&Diatribes. No había muchas personas: un par de parejas en mesas distanciadas, un hombre sentado frente a la barra y detrás de esta, estaba el barman que lo observaba sacudirse las gotas de la chaqueta de cuero negro, mojando el suelo de madera. Poco le importó y caminó hasta una de las sillas frente a la barra, sentándose a un poco menos de dos metros de distancia del otro hombre que ni se molestó en mirar.
—Ron, por favor —pidió al barman cuando este se acercó—. Y un vaso con hielo.
El empleado, que tenía al menos unos veintitantos, calculó Kyungsoo, fue directo a buscar su orden. Colocó el vaso de cristal con dos cubos de hielos cuyo vaho se perdía entre la atmósfera, y destapó una botella de ron añejo para verterlo en el recipiente al menos por la mitad. Los hielos bailaron entre el líquido cuando Kyungsoo metió su dedo meñique para revolverlo y después tomó un trago que le quemó la garganta y le enrojeció las orejas.
—Deja la botella —le dijo al barman cuando este hizo el ademán de retirarse con ella—, pagaré por ella. ¿A qué hora cierran el lugar?
—En la mañana, a las cinco. —Dejó la botella frente a Kyungsoo y se retiró de inmediato.
Kyungsoo suspiró meneando el vaso con su mano y observó el reloj en la pared que daba las doce y cuarto. La lluvia lo había agarrado saliendo del trabajo, pero aquello no afectó sus planes porque ya tenía pensado pasar la noche en algún bar como hacía desde hace un tiempo, dejando que su sangre se llenara de alcohol y su mente se entorpeciera al punto de no recordar. Porque desde hace dos años que lo que más quería era olvidar cosas que, por más que intentara, nunca podría borrar de su memoria.
Enfocado en sus pensamientos no notó que el hombre a su costado estaba mirándolo con cierta perplejidad reluciendo en los ojos detrás de sus gafas redondas. Tenía en su mano una cerveza y bebió un sorbo de ella para aclararse la garganta, dispuesto a sacar las dudas en su cabeza.
— ¿Enfermero Do? —preguntó inclinándose un poco—. ¿Do KyungSoo?
Dio un respingo sintiendo su cuerpo tensarse cuando escuchó su antiguo apodo. Había pasado tiempo desde que alguien lo llamó así, porque hacía mucho que había dejado su profesión. No sabía si voltear o no, pero la silueta del hombre que veía por el rabillo del ojo se le hacía familiar.
Peor aún. Detestaba encontrarse con viejos colegas.
Después de un debate en su mente decidió que lo mejor era saludar, tomar su botella e irse a otro lado. Pero al ver a la persona, desechó su plan.
— ¿Yixing? —Se sorprendió—. No, ¿Doctor Zhang...?
—Oh, no seas tan formal —sonrió amplio, provocando que un hoyuelo se marcara en su mejilla derecha—. Llámame Yixing, ¿puedo sentarme ahí? —Señaló el asiento vacío al lado de Kyungsoo, quien después de vacilar, asintió.
—Ha pasado tiempo... —dijo Soo.
—Dos años y un poco más. —Se sentó colocando la cerveza al lado de la botella de ron y sosteniendo en su regazo lo que parecía ser una bata blanca. Su uniforme, de seguro. Ahora vestía un suéter, negro como su cabello desordenado.
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La maldición de los Park -ChanBaek/Kaisoo
FanficLos enfermeros Baekhyun y Kyungsoo junto al Doctor Kim han sido contratados para el cuidado del señor y la señora Park en su antigua casa. Sin embargo, hay algo que a Baek le inquieta. No es sólo la actitud extraña de sus colegas, el aura misteriosa...