Capitulo cinco (final)

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No solo el tren fantástico, había sufrido la transformación a un simple tren urbano de pasajeros; los treinta y seis personajes con súper poderes, en un pestañeo se convirtieron en sus creadores. Ahora, eran treinta y seis escritores viajando hacinados, con el resto de los pasajeros del ferrocarril Urquiza.

—Pero... ¿Que pasó? —dijo una sorprendida Aimeé Irizarry, la hermosa peliroja profesora de ingles—. Yo estaba leyendo el cuento de Hugo para el concurso, y de repente... ¿Estoy en un tren? —se preguntó confundida, la gran escritora oriunda de Yauco, Puerto Rico.

—Disculpa ¿A vos, también te pasó? —preguntó la también joven y bonita escritora chilena, Elizabeth Godoy Vilches, quien trataba de esquivar a un muchacho que intentaba apoyarla por detrás —.Yo también estaba leyendo a Hugo.

—¡A mi también me pasó! —dijo Cristiana Del Pozo Huertas, la famosa escritora madrileña, blandiendo enérgicamente una tarjeta de invitación con forma de tren, por encima de las cabezas de los pasajeros del Urquiza.

Aimeé y Elizabeth, se sorprendieron, cuando descubrieron las mismas tarjetas en sus manos.

—¡No lo puedo creer! —gritó un hombre en el fondo del coche, haciéndose paso entre la multitud de pasajeros. Nada más y nada menos que, el afamado, el inigualable, el majestuoso, el incomparable, el chupadazo escritor cordobés, Gustavo García Branca Favre.

—Yo también caí en este tren, de chiripa, mientras leía a Hugo ¡Ustedes son las escritoras de Wattpad!

—Siii —dijo Aimeé—. Tu eres Gustavo. Hace un momento estaba leyendo el cuento de Hugo, y en un segundo... ¡Zas! Me encuentro aquí, con ustedes... Es, es... ¡Mágico!

—¡Y lo es! —dijo la dulce voz de una joven, haciéndose paso a empujones entre los pasajeros —. Hugo es un escritor muy particular —dijo finalmente frente a los demás treinta y cuatro escritores, reunidos en medio del vagón del Urquiza. Todos la reconocieron al instante, Natalia Alejandra Hatt; la encantadora y afamada escritora argentina, embajadora de Wattpad.

—Hugo —prosiguió contando, Natalia—. Hugo heredó los mágicos genes de la abuela, que a su vez los heredó de ancestrales chamanes de Carhué; mágicos cuenteros que tenían la capacidad de crear ilusiones en sus lectores. Cuentos donde página tras página, las palabras envuelven al lector en una atmósfera surrealista, donde las letras se mueven y cobran vida, se forma un laberinto de espejismos en la mente del lector, y éste, ya no tiene escapatoria; se encuentra atrapado entre la ficción y la realidad, un laberinto de palabras mágicas del cual solamente se sale cuando aparece la palabra fin, esa es la palabra mágica que lo libera a uno, es entonces, que el lector puede cerrar el libro.

—¡Que culeao este Huguito! —dijo el cordobés—. Yo creía que era culpa del cajón de fernet que tomé anoche.

—O sea —dijo Claudia Saldaña, la bella escritora mexicana de Monterrey—. No sabemos si esto es real, o si es uno de esos laberintos.

—¿Y ahora que hacemos? —preguntó Romina Bonorino, la simpática y graciosa escritora argentina de La Tablada.

—Seguir las indicaciones de la tarjeta —dijo Natalia—. Sólo así, llegaremos al desenlace de esta historia.

—Entonces debemos bajar en Villa Lynch —dijo Romina—. Y tomar el colectivo veintiuno, hasta el club del ferrocarril Mitre; que es según dice la tarjeta, el lugar donde se celebra la fiesta del olimpo.

—Entonces bajemos en Villa Linch —dijo Natalia.

Al descender del tren Urquiza, los treinta y cinco escritores, sin Hugo, que supuestamente siguió con el tren hasta la terminal, Federico Lacroze, caminaron hasta la avenida General Paz, donde subieron al colectivo, y luego descendieron frente a las puertas del club ferrocarril Mitre.

—Aquí no hay nadie —dijo Claudia—. Todo está a oscuras.

De pronto, una bengala surcó el cielo y estalló en medio de la noche porteña. Unos tambores comenzaron a tocar una especie de danza africana.

♫Tumb tututumb tutumb tumb tumb♫

Las puertas del club se iluminaron con luces danzantes de colores, y unos extraños personajes aparecieron de entre el humo de colores que largaban unas máquinas de discoteca. A medida que estos personajes se acercaban, los escritores pudieron reconocerlos, eran sus propios personajes, sus creaciones literarias que tomaron cuerpo y forma, y venían para guiarlos hasta el centro del capus, de donde seguían saliendo fuegos artificiales que recreaban figuras increíbles en el firmamento.

Así fueron apareciendo, Leila, la condesa de Susvia, creada por Rosaimee, Alejandra, el increíble personaje creado por Natalia Hatt, Killian de Fae, príncipe de Aval, creado por LynnS13, el capitán Hendrik Van der Decken, creado por Musasmuertas, allí se acerca, Sam, un loco que se enamoró de una estatua de cementerio, creado por Kone7002. Y así fueron desfilando cientos de personajes que acompañaron a sus creadores en la maravillosa fiesta del olimpo.

Los tambores redoblaron su intensidad, y en el centro del campus, una montaña emergió ante la atónita mirada de los invitados. La misma montaña de la portada del concurso, con la espectacular aparición de Ignus, el anfitrión, del pie en la cima de la imponente montaña Wattpadiana. Y abajo, al pie de la misma, estaba Hugo, con el viejo escritorio que una vez le regaló la abuela; Hugo escribía a una velocidad que sus brazos parecían los de un pulpo escribiendo a ocho manos.

—¿Esto es de verdad, o es un espejismo? —preguntó Rominah, abrazada a Lilith, uno de sus celebres personajes.

—No tengo la más culeada idea, amiga —contestó confundido, Gustavo.

Ignus, en lo alto de la montaña, se dirigió a todos los invitados a la fiesta.

—Queridos amigos míos, éste es un día que jamás olvidaré por el resto de mi existencia. Quiero decirles (Hugo escribía y escribía más y más rápido aún). Quiero decirles que hoy no sólo festejamos mis 2K de seguidores, hoy también festejamos y brindamos por la amistad, por este pacto literario de hermanos de habla hispana que, llevamos la bandera de la magia de nuestra lengua, y la levantamos bien alto, con orgullo, para que el resto del mundo la vea flamear en lo más alto de la literatura universal.

Queridos amigos... ¡Bienvenidos a la fiesta del olimpo!

Los invitados saltaron y aullaron de locura extrema, Hugo escribía a la velocidad de la luz; brujas, piratas, vampiros, princesas, alienígenas, ogros, hadas, y cientos y cientos de criaturas extrañas creadas por las mentes más brillantes de Wattpadia, surcaban el campo y el cielo lleno de artificios y colores majestuosos.

Todos se mezclaron, autores y personajes, al ritmo de la mágica música.

Entonces, Hugo levantó la mirada hacia la fiesta inolvidable, sonrió, volvió a bajar la mirada hacia el escritorio, y escribió su palabra más mágica.

FIN.

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2015 ⏰

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La fiesta del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora