Capítulo cuatro

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A la hora de la cena, todos los pasajeros se encontraron en el coche comedor del tren fantástico. A medida que fueron llegando se iban sentando por grupos. Los del grupo uno (encabezado por Lynnes, escoltada por Natalia y Malena), se sentaron en las mesas del fondo, el grupo dos, que habían llegado primeros (Hugo y Gustavo), se sentaron adelante, y el grupo tres, que fueron los últimos en llegar (con Aimeé, a la cabeza, escoltada por Diandra y Noelia), se sentaron en las mesas del medio.

La abuela hizo su aparición con un carrito en donde llevaba la gran olla con el guiso campero, en medio de un cerrado aplauso de los treinta y seis comensales.

La cena fue bastante tranquila, todos estaban hipnotizados con el guiso. Pero a la hora de los postres, empezaron los comentarios y las diferencias entre los tres grupos.

Los del grupo dos, empezaron con los cantitos de cancha en contra de sus rivales. Romynah, les daba letra.

♫Y dale dale grupo dooooss, a todas partes voy con voooss♫

Julieta, del grupo tres ( que tiene el poder de leer el pensamiento), se puso de pie y arremetió contra Romynah.

—¿Qué te pasa, petisa? ¿Te hacés la linda porque te tiraste al motorman?

—¿Qué decís? —dijo Romynah, más caliente que pava hirviendo— ¿Anda a leerle la mente a tu abuela?

—¡Calláte gata de cuarta, no te metas con mi abuela que está muerta!

—Yo puedo revivirla —dijo Antonella.

—Vos no te metas —dijo Vanessa (que tiene el poder de controlar el agua), y le arrojó el agua que estaba en el vaso de Romynah.

—¿Qué hacés? —dijo Julieta, arrojándole el budín de pan a la petisa.

—¡Yo no fui, loca de mierda!

—¿Que no? Claro, el agua vino sola.

—Fue Vannesa —dijo Diandra, y le arrojó una bomba de pulso a Vannesa, quien se agachó, y la bomba dio en la cara de Baragund ( que tiene el poder de de duplicar cualquier cosa que toca), duplicó la bomba y se la devolvió a Diandra, quien la esquivó y dio de lleno en el rostro de Akra (que puede entrar en otro cuerpo), y se abalanzó metiéndose en el cuerpo de Vannesa para devolverle la bomba a Baragund, que no era Baragund, sino Natalia que puede duplicar a cualquier persona.

El coche comedor ya era un campo de batalla, con rayos, bombas, polvos mágicos, y otros  poderes; era todos contra todos.

Baragund, que ya había tocado a todos, ya no sabía quien era, finalmente se transformó en un ave mística y sobrevoló por las cabezas de todos.

Lynnes se puso a  tejer ilusiones en punto arroz, mientras Áyax trataba de hipnotizarla. Ivy, que puede controlar cargas electricas, quiso electrocutar a Leandro, y este usó el poder de Ivy en su contra. Lalu (que puede ver las muertes en el lugar del hecho), llamó urgente a Antonella para que reviviera a Lalu. Dayana (que tiene el poder de crear desastres naturales), hizo un bolonqui bárbaro con un tsunami y un tornado, y Nia (que domina los elementos y puede convertirse en tierra, agua, aire y fuego, tuvo que reparar el desastre.

—¡Que culiaos! —dijo Gustavo, re-chupadazo, mientras le levantaba la minifalda a Aimeé. La brujita caribeña se lo llevó de un brazo debajo de la mesa.

El tren, que seguía por la vía imaginaria en piloto automático, se sacudía de un lado a otro… Hasta que Malena puso la pausa.

Candela, escondida y acurrucada en un rincón, cerró bien apretados sus ojos, y se concentro en cerrar portales. Uno tras otro se fueron cerrando, mientras la batalla en el coche comedor seguía sin parar. Hasta que al cerrar el último portal, el tren comenzó a experimentar una gran transformación. Las mesas del coche comedor desaparecieron, y fueron reemplazadas por asientos rebatibles de color verde, dejando a al cordobés y a la caribeña en pelotas delante de todos. Las lujosas paredes del tren fantástico se convirtieron en paneles de cartón enchapado. La hermosa iluminación de arañas colgantes fue reemplazada por simples tubos fluorescentes.

El pasillo se hizo más estrecho, el tren que levitaba, ahora se desplaza sobre rieles comunes y corrientes. El tren fantástico, se había transformado en el viejo Toshiba del ferrocarril Urquiza.

La fiesta del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora