Para sarpaola
Siempre Hime, siempre Baby
Dos figuras se encontraban danzantes, solas, sobre la azotea de un edificio cualquiera en una noche fría al centro de Seúl. Un viento gélido acariciaba las mejillas de ambos y los dedos fríos se aferraban a la baranda del mirador privado. En el cielo nubes cubrían el espacio sin estrellas.
Aquellos trajes que en juventud habían sido hechos a medida, ahora cuarenta años después parecían una burla, se sentían largos y ajustados de algún modo, pero HimChan había insistido en usarlos parapara rememorar el antiguo romance de antaño.
Este era su -Yongguk, ya prefería ni contarlos- 14 de febrero que pasaban juntos, este año, el menor de ambos lo había obligado a colocarse uno de sus antiguos trajes de espectáculo y lo había llevado a la azotea de el edificio aquél, que en juventud les había servido de cobijo cuando el objetivo era desconectar juntos. Se habían colado con la ayuda de uno de los guardias que no había podido resistir negar la fantasía de dos ancianos y les concedió media hora. Aquel hombre había sido poco más que amable.
En algún momento de entre todos aquellos años juntos, el cabello se había hecho blanco y la piel se había arrugado, habían ganado un poco de peso y sus movimientos poco a poco se tornaron lentos. Pero nunca dejaron de estar juntos.
Habían tenido dos niños y estos en algún momento se habían ido, y ahora las risas y parloteos que llenaban la casa era la de los nietos que disfrutaban de oir las historias del esplendor de los abuelos en antaño, parecía que les brillaban los ojos cuando las fotos de los abuelos, jóvenes y sonrientes se les enseñaban. A HimChan le encantaba presumir aquella legendaria belleza de los tiempos en los que era "el mejor rostro".
Yongguk y HimChan habían crecido juntos de una manera espiritual en la que la complementariedad era más que evidente. Quizá no estaban siempre de acuerdo pero con los años aprendieron a llegar al consenso, un 14 de febrero más, en el ocaso de sus días se daban cuenta de que el amor no es convencional y que sin importar los ideales de otras personas, el amor nace cuando tiene que nacer. De forma perfecta aunque los demás no puedan verlo. El amor debe cultivarse, debe cuidarse de los frutos que lentamente y con esfuerzos va dando y procurar crecer juntos, unidos y fueetes. El amor no trata de terceras personas, trata de la unión armoniosa de dos almas que se dan la mano sin prisas y sin obligación, el amor nace sincero.
Ya es hora –se escuchó desde la puerta que aseguraba el acceso a la azotea y los dos ancianos, con una sonrisa se volvieron y se miraron. Por un instante que se volvió eternidad HimChan volvió a parecer iluminado por las luces de un escenario mientras suavemente en un gesto conocido achicaba los ojos para ver a la distancia. Yongguk, ante los ojos del menor volvió a tener aquella mirada fiera, aquellos ideales de guerrero... El guardia volvió a llamarlos.
Yongguk tomó a paso lento el camino hacia la salida y a su espalda HimChan lo siguió de cerca, guindandose de su saco mientras observaba su anillo, aquel anillo que simbolizaba la alianza entre ambos con los labios curvados en una sonrisa. Hacía tanto tiempo que lo primero y lo ultimo que veía era Yongguk que de alguna manera de había grabado aquella espalda en su mirada, aquella espalda le hacia saber que no estaba sólo, aquellq espalda a pesar de ahora, ya no estar tan erguida como en juventud de dibujaba imponente. Había sido un esposo maravilloso, un padre cariñoso, imponente y comprometido. HimChan siempre se sintió amado y feliz en su unión.
Ambos hicieron el camino a la salida por la parte de atrás y caminaron la larga calle que los separaba del automóvil de su hijo mayor tomados fuertemente de las manos -Tenía algunos años que Yongguk no conducía entrada la noche y mucho menos lo hacia HHimChan- Yongguk caminó tan erguido como le era posible, solemne, imponente, como en aquellos días en los que ambos habían hecho su propio mundo a pesar de las habladurías de la gente. Subieron más tarde al auto que no tardo en llenarse de comentarios bromistas y tras compartir un casto beso, HimChan se acurrucó contra el pecho de sus amado.
Ambos sabían, que el amor no es solo un día. Amor, es para toda la vida.