Pequeña luz en la oscuridad

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Como cada día de verano, el sol brillaba conspirante, las temperaturas estaban arriba de los 40°; y aun así seguía siendo un buen día para el inicio de curso.

Lo que no era tan bueno como la tarde de aquel día, eran los pensamientos de Michelle. En aquellos pensamientos no muy buenos se involucraban varias situaciones, nada felices, donde Michelle entraba en la necesidad de buscar una salida.

La salida rápida de Michelle era tan famosa y tan fácil, como... cortarse las venas con una navaja. Lo peor de todo... es que aquella era su salida; rápida y no tan eficaz, pero a ella no le importaba... le urgía.

Justamente en aquel momento, un grito débil impidió que la chica de apenas 15 años muriera de una pequeña hemorragia.

Soltó la navaja, ladeó la cabeza, por culpa de sus planes frustrados y se obligó a responder:

-¡Ya voy!

Aquel grito provenía de su madre.

Forzadamente enjuagó sus lágrimas acumuladas en la comisura de sus pálidos ojos. Levantó la mirada hacia el techo de su reducida habitación.

<< 4 día, y aún no me arrepiento>>

Tuvo que mantener la cabeza así para no derramar las nuevas gotas. Caminó hacia el tocador que estaba a poco centímetros de su cama y de mala gana quemó su carta de despedida; donde afirmaba que Corine no tenía la culpa de su muerte repentina. Ya era la segunda carta quemada en la semana y eso que a duras penas era lunes.

*****

El pecho me ardía de una manera dolorosa. El orgullo quemaba mi garganta y hacía que brotaran más pruebas de llanto en  mi cara

Después de superar aquella mañana, me siento feliz… bueno, no tanto. La secundaria estaba muy tensa en este curso. Los chicos nuevos mostraban evidencias de su pánico a no conocer a nadie. Para nosotros que ya estábamos aquí hace un año o dos, nos cambian de salones para formar “nuevas convivencias de estudio” pero para mí no lo es así, me molesta que nos separen de nuestros viejos amigo cada año, es una cosa totalmente absurda, pero que puedo hacer si no es más que no hacer amigos para no sufrir cuando nos separen al año siguiente.

Entré  a mi nuevo salón con la mirada en el suelo, no quiero ver quien me mira al entrar. Todavía no nos acomodaban por número de estudiante, pero no tardarán en hacerlo, así que por un momento puedo sentarme dónde a mí se me dé la gana.

Decidí sentarme al final de la clase, los últimos asientos son los más indicados para no llamar la atención, que es justo lo que yo quiero. A nadie le importo.

*****

Michelle llevaba 5 minutos en su salón y aun así no había levantado su pequeña y alargada cara hacia sus compañeros. El ambiente que abarcaba toda la sala blanca y llena de butacas grises era muy estresante, ya que nadie hablaba.

 El silencio tomaba su posición como gobernante y los dejaba mudos, sin nada que hacer más que esperar… no supo a quién o qué, pero esperar.

5 en el clase y ya faltaban menos de 2 minutos para empezar la clase…

De pronto se escuchó como si una manada de elefantes estuviera atravesando el corredor de la entrada. El silencio disminuía, con forme el sonido de las pisadas crecía cada vez más, el suelo se estremecía y temblaba… ¿cuántos 15 o 19 alumnos? Michelle se equivocó por unos cuantos alumnos, pues la cantidad era de 43 alumnos corriendo hacia su salón.

                                                                     *****

 Sentí como mi cuerpo empezaba a temblar y a expulsar lágrimas de su interior al reconocer algunas caras de aquel montón, y recordó…

                                                                       *****

Los empujones por los pasillos de la primaria… El vómito que calló sobre ella… su cuerpecillo pálido rodando dentro de un contenedor de basura… El cambio de escuela… “La bienvenida” en el transporte escolar… Las pequeñas gotas de inocencia resbalando rasposamente sobre las blancas mejillas de una niña que sufría acoso escolar y temía hablar de aquello… Los sentimientos acumulados dentro ella, cómo si un pequeño globo se llenara de una especie de líquido del dolor, segando a la persona en la oscuridad, pero todos sabemos que si quieres reventar el globo tienes que tronarlo, sino te tronará a ti…

Una mañana el Globo de líquido del Dolor de Michelle ya no pudo llenarse más… Una navaja fue cómplice de una fuga de emociones dentro de Michelle, la piel se desgarró, provocando que una línea delgada, de un rojo Escarlata, empezaba a brotar de aquella abertura… Sintió dolor… pero a la vez placer, sentía como liberaba ciertas tenciones de sus sentimientos y emociones. Y gran alivio voló por su habitación, y ella se derrumbó suavemente sobre su cama, ella creía que estaba en las nubes, aunque la verdad eso no te ayudaba a volar.

Desde aquella mañana, todos sus días eran… Navaja… brazo… sangre… alivio.

Una tarde después de la comida, Corine la madre de Michelle, le encargó que lavara los trastos sucios, ya no lo quería hacer sabiendo que tendría que descubrirse los brazos. E allí empezó una discusión fuerte. El líquido del Dolor empezaba a llenar su cuerpo de rabia, y la chica ya sabía que tenía que hacer, el problema es que su madre no la dejaba subir hasta que lavara los trastos. Michelle amenazó a su hermosa madre con ir se la casa, su madre pensó que estaba bromeando, así que empezó a burlarse, lo cual Alimentó al Líquido. Lo último de aquella noche fue el gran golpe que recibió la cara de Corine, de parte de la palma alimentada de dolor de Michelle. La chica de apenas 13 años recalcó 10 cortes en sus brazos y empezó a llorar, diciendo: “no encajo en este mundo” “nadie me quiere” “¿por qué soy tan desdichada?”. A la madre de Michelle no le dolió el golpe… sino que haya sido de su única hija, la que tanto trató de que viviera como una reina, trabajando en 3 lugares diferentes, y dejando a la pobre Mich en casa… Sola.

No comprendía aún.

                                                                                 *****

Vi la figura de sobrepeso de Alan Márquez, lo odio… ¿cómo es posible que me haya tocado con él? Todavía sentía el espesor caliente del vómito que calló sobre mí a propósito en el cuarto Año de primaria. La siguiente cara que reconocí fue la de la de Kathia Gutiérrez, la misma chica que me había engañado en sexto, con una carta de amor. En fin reconocí muchos rostros que quedaron marcados en las cicatrices de mis brazos…

No logré descifrar una, solo una cara. Varias veses me han dicho que dónde habita la oscuridad, hay un pequeño gramo de Luz, no me lo había creído hasta aquel momento. Y era verdad, iluminaba a todos aquellos malvivientes con una sonrisa blanca, no prefecta, pero sí blanca. Los ojos mostraban un color muy hermoso, lo cual hacía que su cara irradiara felicidad. Por un momento creí que me miraba cuando cruzó la puerta de la entrada, pero no. Miraba a una persona detrás de mí, lo cual hizo que se desvaneciera  una pequeña alineación curva sobre mis labios… Me dolió… como Siempre…

La Apuesta de los Tres SantosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora