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Al día siguiente la volví a ver sentada del mismo lado de la cancha esperando, repetí la misma rutina y esperé una hora en el lado de enfrente.

Al ver que nadie venía caminé al otro lado de la cancha y le pregunté

—¿Puedo acompañarte a casa?

Ella asintió, todo parecía un deja vú, ocurriendo de la misma manera que el día anterior

Literalmente ocurrió lo mismo que ayer, caminamos en silencio y al llegar a su casa me susurró un gracias nuevamente.

El miércoles pasó exactamente lo mismo, esperé una hora del otro lado de la cancha, le hice la misma pregunta, caminamos en silencio y me susurró "gracias" pero yo no quería que todos los días fuera igual, ni siquiera sabía su nombre, así que justo antes de que entrara a casa tomé su muñeca y le pregunté.

—¿Cuál es tu nombre?

—Dahyun, me llamo Kim Dahyun

—Soy Sana

—Gracias Sana

Y dicho esto entró a su casa, sentía mi corazón palpitar desenfrenado al haber escuchado su voz y saber su nombre pero lo mejor era escuchar mi nombre con su voz. Fué lo más bonito que escuché que comencé a amar mi nombre un poco más.

UMBRELLA // SAIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora