-Cariño, veras- entonces mi madre rompió a llorar, me estaba asustando su comportamiento- nunca hemos querido hablar de esto pero tu hermana se suicido.
- ¿Qué?- me tuve que sentar, aunque no la conocí demasiado esa notica era impactante.
- Tu hermana, se suicidó porque fue violada, desde que eso pasó ella cambio mucho, tuvo depresión, tenía muchos ataques de ira- mi padre tuvo que hacer una pausa para poder seguir.- Un día la encontramos muerta en su cuarto por una sobredosis.
- ¿Porque me cuentan esto ahora?, ¿Qué tengo yo que ver en esto?- Estaba temiendo lo peor en ese momento.
-De la violación ella tuvo una hija- Ahora hablo mi madre.
- Donde está esa niña, ¿la regalaron?- Dije enfadada, no me podía creer que la hubieran abandonado así sin más, como si fuera un juguete viejo que ya no sirve.
-Mi amor, esa niña eres tú, nunca te hemos querido decir nada para que no te sintieras mal, lo sentimos.
- Como nunca me lo dijeron, y justo ahora me lo dicen, me alegro de que no sean mis verdaderos padres porque odiaría tener unos padres que mienten asi a su hija.- Estaba furiosa, entonces di un portazo y salí de aquella casa, me preguntaba cómo me pudieron engañar de esa manera, no decírmelo nunca, y también estaba enfadada con mi madre, ¿Cómo me dejo abandonada, tan horrible era para que mi madre me dejara?
Camine tanto que cuando me quise dar cuenta estaba muy lejos de mi casa, y era de noche, había perdido la noción del tiempo, habría ido a la casa de alguna de mis amigas, pero ellas me preguntarían que me paso con mis “padres”, además vivían relativamente cerca de mi casa y no sabía dónde estaba,
Como estaba en un descampado y por allí no había señales de vida, decidí seguir caminando en busca de un comercio. Pero sentí que alguien me seguía, y los pasos cada vez se acercaban más a mí, tenia miedo, mucho miedo.
-No deberías estar sola a estas horas de la noche por aquí.-Me dijo aquel hombre, no me atrevía a mirarlo a la cara.- Alejandra, ¿te paso algo?- Cuando lo mire a la cara me di cuenta de que era el señor Davidson, respire aliviada.
- Señor Davidson, es que he tenido problemas con mis padres y no quiero ir a casa.- Le dije en un tono de suplica para que no llamara a mis padres.
- ¿No tienes ningún lugar donde quedarte, en la casa de una amiga, por ejemplo?- Me preguntó interesado.
- La verdad es que no, podría quedarme a dormir en la casa de alguna amiga, pero sus padres llamarían a mis padres y yo no quiero hablar con ellos.- Dije apenada.
-¿Y dónde vas a dormir?- Me preguntó realmente preocupado.
-No sé, ya me las arreglare.- Dije intentando que no se preocupara demasiado y llamara a mis padres para decirles dónde estaba.
-¿Tienes dinero o alguna tarjeta de crédito?
-La verdad es que no- Dije apenada sintiéndome un poco tonta por no pensar en eso.
- Vamos a hacer un trato, yo te dejo quedarte esta noche en mi casa, con la condición de que tu llames a mis padres y les digas que estas bien, ¿trato hecho?.
No me gustaba la idea de tener que llamarlos, pero si no me tocaría dormir en la calle.
-Está bien, trato hecho.- Dije conformándome.- ¿Dónde está tu casa?.
-No, primero quiero que los llames.- Dijo seguro.
Fuimos hasta un teléfono público para llamar.
Ring, ring, ring.
-Hola, ¿Quién es?- Preguntó mi madre.
-Soy yo, Alejandra.- Dije de una manera cortante.
-Gracias a Dios a Alejandra, pensamos que te había pasado algo, lo siento mucho cariño, de veras que no era nuestra intención hacerte daño.-Dijo mi madre muy afligida.
-No voy a volver, solo te llamaba porque la persona que vive en la casa donde me voy a quedar me ha puesto esa condición para quedarme, pero no voy a perdonarte- Dije eso y colgué porque no quería seguir hablando de eso.
Entonces el profesor y yo fuimos rumbo a su casa.
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La sombra del viento
Teen FictionAlejandra es una chica de 16 años, una chica normal, con los mismos problemas de una adolescente, que tiene las típicas discusiones con sus padres, con las inseguridades comunes de toda joven. Pero un día se dará cuenta de que debe empezar a valora...