Prólogo

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En el mundo existen millones de Realidades y en todas ellas, existen millones de almas destinadas a estar eternamente unida y ese era el destino de aquellos... Que ahora le lloran a su pérdida alma gemela.

Era un día lluvioso, últimamente todos los días eran así pero, particularmente ese día, no sólo llovía porque si, el día estaba llorando, llorando, al ver a aquel albino llorar, suplicando o más bien implorando un milagro.

— No, no, no — Repetía sin parar tratando de imaginar que todo era un sueño — Despierta... Por favor despierta — Sollozo mientras acariciaba aquel rostro — No te puedes ir... Alex... ¡Por favor despierta! — Gritó, esperando a que así sus ojos se abrieran.

No muy lejos, un joven de ojos verdes miraba desconcertado la escena. Él buscaba con la mirada a una persona, una persona que esperaba estuviera entre la multitud de alumnos que, por intriga se habían acercado al joven albino formando un círculo a su alrededor dejando un espacio entre ellos y él.

El ojiverde no entendía que sucedía, hasta qué un pelirrojo se le acercó.

— Harry... — Dijo en un tono de tristeza y angustia —

— Ron... ¿Qué sucede? ¿Por qué Malfoy esta llorando? ¿Por qué todos están tristes? — Preguntó muy acelerado él castaño mientras seguía buscando a alguien con su mirada.

— Harry... Es Alex — Soltó triste

Si ese instante fuese un rompecabezas, nuestro querido Harry Potter, había encajado todas las piezas. Con un nudo en la garganta, negó con su cabeza, no quería creer lo que su mente y corazón ya sabían.

— No Ron... — Negó  — Ella está bien... — Soltó una risa nerviosa.

Pero la cruda realidad llegó cuando escucho en lo alto un grito triunfador de aquel ser que, años atrás arrebato la vida de sus padres sin piedad alguna.

— ¡ALEX POTTER... A MUERTO! — Dijo victorioso, para después desaparecer en una nube negra, sin antes dejar escapar una risa burlona y llena de victoria.

— ¡NO! — Grito desconsolado el albino qué, para ese momento aún tenía aferrado a su cuerpo el cuerpo de su amada.

Por instinto Harry, corrió hasta el joven y la vio... Vio a su hermana, la única familia que le quedaba, tendida en el suelo, usando su uniforme de su casa, el verde y la serpiente... Nunca imagino que su hermana quedaría en Slytherin, sus ojos estaban cerrados, su cabello caía por el brazo del joven Malfoy y sobre su estómago posaba su mano, portando dos anillos, su orgullosa serpiente y el valiente león.

— Alex... — Por fin habló el ojiverde, esperando respuesta de su hermana, sin tener éxito — Vamos Alex... No me dejes... Por favor... Hermanita...¡DESPIERTA! ¡ERES LO ÚNICO QUÉ ME QUEDA! ¡NO TE VAYAS! — Gritó, mientras las lágrimas caían sin control sobre su rostro.

— Potter... — Llamó la atención el peliblanco a su mayor enemigo, este solo lo miró, sin odio, sin enojo, sólo con... tristeza — Ya no la escucho —

Fue la señal, ambos abrazaron al cuerpo sin vida de una hermana, una amiga y un alma gemela.

Todos los presentes, Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin, no podían creer la pérdida de Alex Potter... Todos, no importaban si eran  amigos... O enemigos, todos alzaron en alto sus varitas, con lágrimas en los ojos, iluminaron el cielo, habían perdió el alma de Alex.

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Buscando a mi Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora