I: Yang Jeong In

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Su vida era como cualquier otra, iba a diario al colegio, se preocupaba de sus notas y sus padres eran como todos los demás, lo más interesante que había hecho era saltarse una clase con su mejor amigo para poder terminar un video juego.

Cuatro años habían pasado de aquello, desde ese entonces iba dos veces por semana al psicólogo, sus padres pusieron excesivo cuidado en su salud mental y física, no querían que Jeongin se rindiera tan joven. A los 15 años, luego que su mejor amigo muriera frente a sus ojos su vida se fue en picada, la depresión llegó a su vida y no lo abandonó más, sentía como a cada paso que daba más pesada era la carga de su enfermedad.

El día que ocurrió lo tenía grabado como si lo hubiera vivido mil veces, todo parecía normal y tranquilo, charlaban como era habitual de una serie que ambos habían comenzamos a ver, todo paso tan rapido. El sonido del motor haciéndolo girar la cara, las pequeñas explosiones a lo lejos y unas llantas quemándose contra el asfalto, los sonidos hicieron que se cubriera instintivamente, algo que Yeonjun no pensó, gracias a eso recibió disparos en su pecho.

Murió al instante, Jeongin se acercó al cuerpo de su amigo y lo sacudió, gritó pidiendo ayuda desesperado, intentó tapar las heridas de bala las cuales sangraban y le pedía a Yeonjun que no lo dejara solo, que no se fuera.

Las noticias y luego la policía sólo pudieron concluir que fue un daño colateral de la guerra de mafias que había por la zona, algo que era inevitable.

Inevitable dijo el detective, sonrió sin gracia, odiaba esa palabra, no habían hecho nada realmente, nunca buscaron quien lo asesino, ni que había ocurrido realmente ese día. Desde ese momento nada se sintió igual, su amistad con Yeonjun era de las que no encuentras en ningún lado, era definitivamente alguien que nunca podría pensar en reemplazar porque era un complemento.

Quería morir, pero no era capaz de acabar con todo, el mundo a sus ojos era gris y frío, no le veía el sentido a seguir luego de perder a Yeonjun.

Habían pasado años desde aquello, a sus 20 años sentía que era suficiente, se dijo a sí mismo que ya era hora, había pasado incontables noches en vela autoconvenciendose, juntando el valor para reunirse con lo que él pensaba era la única persona que en algún momento lo comprendió y lo quiso.

Lejos del centro de la ciudad para ser más específico en la periferia, habían un par de edificios abandonados lo suficientemente altos para lo que estaba planeando, subió sin preocupaciones disfrutando el silencio del lugar, lo único audible eran sus pasos haciendo eco. Al llegar arriba pudo observar el cielo oscuro y un par de nubes, desde ahí podía ver las miles de luces de Seúl, aunque no negaba que era bonita no había nada que pudiera ofrecerse, para él todo estaba vacío, no sentía alegría, ni tristeza, de a poco había dejado de sentir como el resto de personas.

Se encaminó al borde, dio un pequeño salto y quedó a solo un paso del vacío, miro concentrado el suelo bajo de el, estaba mas que seguro que si se lanzaba no quedaría vivo, no quería tener la mala suerte de quedar en el hospital o algo así, eso era peor que lo que estaba viviendo ahora. Respiro un par de veces y se animó, estaba listo.

Un ruido detrás de él paró su discurso interno, la puerta de la azotea fue golpeada y a través de ella un hombre de avanzada edad corría desesperado, su ropa estaba manchada y su pelo desordenado. Jeongin intrigado por la imagen se dio vuelta y se bajó del borde, miró atentamente como el hombre miraba para todos lados buscando una salida.

"La única salida es tirarse" Se dijo a sí mismo mientras metía su mano a la chaqueta para sacar una paleta de caramelo.

El hombre al escuchar un sonido, se giró asustado, se sorprendió al ver un chico tan joven, casi de la edad de su hijo, sus instintos de padre salieron a flores preocupado miró hacia atrás, si el que lo seguía lo encontraba ahí probablemente lo golpearía o algo peor.

Dangerous Game "Hyunin" //Editando//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora