JunMyeon subió de dos en dos las escaleras de la estación del metro, esperando no llegar otra vez tarde al trabajo, pero el tren se había retrasado y ahora tenía que correr para llegar a tiempo. Pasó a toda velocidad por la calle, deteniéndose frente al almacén que albergaba el estudio de SeHun e intentó recuperar el aliento. Sería malo para su imagen si su jefe se enteraba de que había corrido para no llegar tarde.Abrió la puerta externa y tomó el ascensor en vez de las escaleras, esperando así poder recuperar el aliento antes de entrar.
—¿Otra vez tarde? —preguntó Sehun irónicamente cuando escuchó que alguien abría la puerta. No se molestó en volverse para notar la mirada de culpabilidad que apareció en el rostro de JunMyeon.
La voz era tan hosca como siempre y tampoco había arrepentimiento en esos enormes ojos oscuros.
—No por mucho.
—Bueno, eso apenas importa, el modelo no ha llegado todavía —dijo Sehun enfurecido.
—¿Qué desea que haga? —preguntó Jun, dejando caer su mochila en la entrada, con la que cualquiera se tropezaría si pasaba por allí.
—Mira si Gabe necesita ayuda después de que muevas esa maldita bolsa —dijo SeHun—. Estaré en el estudio.
JunMyeon pateó la mochila para quitarla del camino y se dirigió al camerino, que estaba muy bien equipado para que el maquillador hiciera su trabajo. El hombre era bajo y calvo, estaba vestido con una camisa rosa con volantes, pantalones brillantes y ajustados, y botas de tacón alto puntiagudas. Estaba sentado en la silla de maquillaje, leyendo una revista y miró a JunMyeon con picardía cuando este entró.
Jun sacudió la cabeza.
—De ninguna manera, Gabe. ¿Necesita algo?
—¿Qué te parece una lección de flauta?
Jun lo miró confundido un segundo y luego se sonrojó cuando por fin comprendió el significado del comentario.
—Vete a la mierda, perdedor.
—No tendría que hacerlo si ayudaras a esta chica frente a ti —dijo Gabe riendo mientras el joven se marchaba rápidamente. Disfrutaba molestando a lindos jovencitos heterosexuales.
Después de un par de llamadas a la agencia y treinta minutos más de espera, SeHun finalmente salió de su oficina para despedirse del estilista.
—Lo lamento, Gabe. Será mejor que te vayas a casa. El modelo parece haberse perdido o algo así, no vendrá.
—Sabes que de todas maneras me tendrás que pagar, ¿cierto? —dijo Gabe, guardando las brochas dentro de su bolsa—. Cancelé otra sesión fotográfica por esta.
—Sí, lo sé. Se lo diré al cliente. Te pediremos de nuevo la próxima vez. —Le prometió Sehun.
Gabe asintió y recogió sus cosas. Sehun firmó su comprobante y antes de marcharse, el maquillador dijo—: Gracias por comprenderlo, algunas personas en este negocio son…
—Lo sé — interrumpió SeHun—. No tienes que decir nada más, no es culpa tuya.
—Nos vemos, amor —dijo Gabe, regresando a su comportamiento habitual.
SeHun miró la puerta del estudio cerrarse suavemente después de que el estilista se marchara. Saltó cuando escuchó a JunMyeon abrir la puerta del baño y dejar que chocara contra de la pared.
—¡Maldita sea! No tienes que romper la maldita puerta, ¿o sí?
—Lo siento —dijo JunMyeon y se sonrojó hasta la punta del cabello. Dejó caer la mirada y Sehun notó lo bello que se veía cuando se sentía avergonzado.