1. Puré de papas.
Tan solo paso una semana y ya estaba harta de ese lugar, ¿quién no lo estaría? estoy encerrada en una sucia y solitaria habitación. La habitación era espantosa. No estaba iluminada, era pequeña, estaba descuidada a los extremos de tener un olor espantoso además de la cama, la estúpida cama, cada vez que la hora de dormir llegaba me negaba rotundamente, quizás esa sea la causa de las bolsas de cansancio bajo mis ojos, mi cabello estaba de un color rojo sin vida, mis ojos apenas permanecían abiertos, pero luchaba para no cerrarlos. En las paredes habían dibujos que parecían estar hechos con piedra, palabras vulgares y ofensivas que no me molesté en leer. Me senté frente a la pequeña ventana, dándole la espalda a la puerta, lo único que deseaba en este instante era salir de este infierno lo antes posible, pero sabía que eso sería casi imposible. Sentí un ruido detrás de mi, levanté mi trasero de allí sin mirar hacia atrás.
—Toma, traje tu almuerzo.—Tras escuchar eso voltee. Era un hombre gigante, mucho más alto que yo. Llevaba una camisa blanca ajustada junto a unos pantalones azules, en su camisa se podía distinguir el grabado de la cárcel de Australia. Tenia una gran cicatriz que pasaba por su ojo izquierdo. En sus manos había una bandeja blanca con manchas de color verde. En la bandeja había un plato blanco con una cosa que desde aquí se miraba viscosa que supongo que era puré de papas. También había carne la cual no me sorprendería si me dijeran que es de algún gángster local.
—No, gracias. No tengo hambre.—mentí, porque la verdad, tenía demasiada hambre, pero de ninguna manera comería eso, ni siquiera comí lo que otros días entre la semana me trajeron, solo la botaba por el retrete cuando me dejaban a solas. El guardia el cual todavía no sabia su nombre, ni quisiera saberlo, gruñó y dejo caer la bandeja cerca de mis pies.
—Escucha niña. Yo no vine hasta aquí para que rechaces la comida, deberías de besar mi culo por traerte algo en vez de dejarte muerta de hambre. A las personas como tú les deberían de dejar esa condena, ¿entiendes?. Ahora deja de quejarte y trágate eso, no me iré de aquí hasta que lo hagas.—Luego de decir eso fue caminando hacia un rincón, tomo una silla de madera y la dejó frente a mi, lo miré bajo mis pestañas con total odio, él se sentó con el respaldo de la silla en su pecho ignorando mi mala cara.—¿Que esperas?, ¡no tengo todo el día!.
—Me duele la barriga—murmuré apretando mis dientes, un gruñido apareció en sus labios haciéndome retroceder un par de centímetros.
—¿Y cuándo destripaste a gente inocente, te importó si les dolía la panza?—pasé saliva y corrí mi mirada sin ser capaz de sostenerla ni un segundo más.
De mala manera saqué la cuchara de la bandeja y la sumergí en aquella masa de puré de papas, al levantar la cuchara restos de lo que aún no sabía si se le podría llamar comida cayó al suelo, hice una mueca de asco y la llevé a mi boca intentando no saborear mucho y tragar rápido para no sentir el sabor ni la textura.
—¿Está rico, no?—escupió burlándose y soltó una risa floja, rodé mis ojos haciendo oídos sordos a su estúpidez y seguí comiendo del puré de papas. La verdad, no sabía tan mal. Tachando las cáscaras de las patatas y uno que otro cabello, estaba en lo que denomino -desde que estoy aquí- bien—Mañana en la mañana vendrán por ti, sin pataleos.
—¿Para qué?
—¿Es qué debo decirle sobre todo a la princesa?—se agachó a tomar la bandeja quedando a unos centímetros de mi rostro—, escucha bien, nenita. Aquí nadie te debe explicaciones. Tu las debes, así que harás caso quieras o no a todo lo que te diga yo y todas las personas que vengan a tu sucia celda, ¿entiendes?
—Sí, no tengo deficiencia mental, muchas gracias—gruñí entre mi hilera de dientes.
—Eso ya lo veremos.—susurró cerrando la puerta de barras metálicas con fuerza—Te dejé tu uniforme en la silla, mañana debes traerlo puesto o tendrás aún más en lo que trabajar—cerré mis ojos golpeando con fuerza la pared. Esto no debería de estar pasando, yo no debería de estar aquí, encerrada, la única persona que tendría que estar aquí es Jeff, ese bastardo, desde el principio debí de desconfiar de él y lo hacia, lo odiaba de una manera inhumana y lo sigo haciendo, ahora más que nunca.
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Revenge |Jeff the killer|
Teen FictionLa venganza está cerca, quizás más de lo que tu te imaginas y nadie la detendrá hasta poder cometerla. 2015.