PRINCESS ━ MINSUNG

¡ tres !

El martes, Jisung estaba seguro de que se había levantado con el pie izquierdo. Para empezar, su bálsamo hidratante favorito se le había caído de las manos cuando quiso ponérselo y, por consecuente, se partió. Cuando fue a preparar su desayuno, se encontró con la ingrata sorpresa de que ya no había leche de fresa en el refrigerador y mientras se preparaba un licuado de banana para reemplazarla, la batidora se atascó y terminó tomando un licuado a medio hacer con trocitos de banana en él. 

Acomodó su mochila apurado porque era un poco tarde y, si se tomaba todo el tiempo que normalmente necesitaba, para cuando llegase al colegio la puerta estaría cerrada y junto a su nombre en la planilla escolar, habría una falta.

Corrió con pasitos cortos hacia al colegio, por lo que, cuando llegó, su pecho subía y bajaba aceleradamente, intentando inhalar la mayor cantidad de oxígeno posible.

—¿Viste que Knowie llegó en su motocicleta y te quedaste sin aire? —preguntó sorpresivamente Jeongin, tomando a su mejor por los hombros y sacudiéndolo con fuerza— Porque yo me siento así, creo que va a bajarme la presión.

—Ni siquiera lo ví. Acabo de llegar.

—¡Han Jisung! No puedo creerlo. Desperdicias el material.

Jisung ladeó el rostro y sin darle importancia a Jeongin, quitó las manos de sus hombros y retrocedió unos pasos. Sin embargo, cuando un chocó on un cuerpo detrás de él y sintió una mano tomarlo por la cintura, se dio cuenta de que, si ese día ya era malo, lo único que hacía era empeorar.

—Cuidado, princesa.

Su corazón dio un brinco cuando el agarre de la mano se hizo más fuerte sobre su cuerpo y el aliento del muchacho golpeó con su oreja.

—Minho...

Jeongin miraba la escena asombrado, no pudiendo procesar la información que entraba por sus ojos. 

Jisung giró sobre sus taalones, sintiendo la mano de Minho aún sobre su cintura y ajustando el agarre sobre su cuerpo con dulzura. El rostro del mayor se veía tan hermoso y sus ojos estaban únicamente fijos en él, tanto que Jisung sintió sus piernas flaquear. Probablemente debía empujarlo, o alejarse al menos unos considerables centímetros; pero su cerebro decidió dejar de funcionar correctamente.

—Hola, Jisung —saludó Minho, bajando el rostro unos centímetros para besar la mejilla enrojecida del menor—. ¿Vamos al salón? 

Jisung frunció el ceño.

—No, tengo que hacer algo antes.

Dicho eso, tomó la muñeca de Jeongin y lo llevó con él a algún lugar de la escuela donde no hubiese tanta gente, donde no recibiese atención y, por sobre todo, donde Minho no pudiese hacer latir su corazón de una forma tan rápida. 

—Sungie, tenemos que ir a clase.

—Lo sé.

—Minho se ofreció a acompañarte.

—No quería ir con él.

Jeongin bufó.

—¿No viste los videos que sube? ¿La cantidad de seguidores que tiene? ¿No lo viste y dijiste "quiero que este hombre haga lo que quiera conmigo"?

Jisung lo observó espantado.

—¡Jeongin! 

El muchachito de ojos pequeños y afilados rió con una carcajada.

—Estoy molestándote, Sungie. Pero... Quizás puedas divertirte con él.

Jisung ladeó el rostro y soltó la muñeca de su mejor amigo.