Fantasmas del Pasado

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Ya habían pasado dos años desde la guerra contra Sebastián y tiempos de paz se abrían paso tanto para Nefilims como Subterráneos.

El sol se escondía en el horizonte dándole de a poco paso a la noche, dejando ver a una disimulada y casi transparente luna buscando abrirse paso a través del cielo.

Esa tarde, tras terminar un trabajo con unos clientes mundanos, Magnus había decidido dar un paseo por las calles de Brooklyn antes de regresar al loft, Alec le avisó que iría de cacería con los demás cazadores de sombras por lo que supuso llegaría algo tarde esa noche.

Mientras caminaba, Magnus veía a todas esas personas felices a su alrededor, los niños jugando, los pájaros revoloteando por los cielos con su suave cantar. Él sabía que debía sentirse feliz, ya no había guerra, todos podían pasearse seguros sin el temor de que algún psicópata los amenazara, ellos habían regresado vivos de Edom, el mundano Simón había ascendido a cazador de sombras hace poco más de un año. Y los más importante de todo... tenía a Alec, su Alec a su lado. Sus ojos se iluminaban de tan sólo pensar en el, en su sonrisa, su rostro sonrojado por algún comentario de Magnus, sus ojos azules como el mar que lo habían cautivado desde las primera vez que los vio.

Y aún había algo que tenía muy inquieto a Magnus, algo que le impedía ser completamente feliz al lado de su amado, incluso aunque no supiera con claridad que era exactamente eso que le preocupaba tanto.

Había tenido este sueño, en el que se veía fuera de su casa, de su hogar totalmente en ruinas, el olor a madera quemada aún en el aire, se recordaba a si mismo, corriendo hacía dentro de la casa, incluso cuando sabía lo que encontraría adentro; a Ivette, tendida inerte en el suelo con la garganta desgarrada como sí la hubieran cortado con un afiloso cuchillo, encontrarse a Saori de pie en la puerta de la casa, observando, mientras el gritaba que lo ayudara y como ella tan sólo daba media vuelta y se perdía en la distancia, los gritos de la pequeña, gritando su nombre en busca de ayuda...

Es sólo un sueño, se repetía una y otra vez, aunque el sabía que no era del todo cierto. Eso era más bien un recuerdo, de hace mucho tiempo atrás, sólo que diferente, Saori jamás se habría ido tan cruelmente como en su sueño, recordaba como ambos habian corrido dentro, el grito de desgarrador que emitió cuando vieron a Ivette, su rostro oculto en su pecho, amortiguando sus chillidos y gritos de dolor, mientras él mismo lloraba en silencio. Y el grito de la niña... imposible, cuando él y Saori llegaron, ella estaba tan muerta al igual que Ivette.

Tu mataste a mi madre>> Le había dicho Magnus a su padre, pero el no se estaba refiriendo a su madre mundana.

El hablaba de la mujer muerta de su sueño, aún podía verla si cerraba los ojos, Ivette...

Magnus podía recordar claramente a su madre adoptiva. Tras la muerte de su padrastro, Magnus se había refugiado en una iglesia local...

-Muchacho-. Me llamó el padre Nicholas. Me levanté derecho y mire fija y respetuosamente al religioso.
-Si padre?
-Alístate, tienes visita. Asentí confundido y el padre salió de la habitación en la que dormía. Un pequeño cuarto, con una cama algo larga, era algo chiquito para mi edad, pero el padre Nicholas siempre me decía que cuando creciera sería mucho más alto. Tenía una mesita con un pequeño altar y un cajonsito para guardar mi ropa, que consistía en los hábitos que los religiosos habían conseguido para mi. Saqué uno del baúl y me lo puse, pasé mis dedos por el rosario que había sacado de las cosas que mi padre guardaba de mi madre y salí a los jardines donde encontré al padre hablando con una mujer de quizás unos veinte años, con con un bonito vestido azulado, con delicados encajes en el cuello y en las mangas. Su cabello, levantado en un elegante moño sobre la cabeza. -De que tendría ella que hablar conmigo- Pensé.
Me acerqué a ellos y el padre Nicholas me sonrió en cuanto se percató de mi presencia, alertando a la señorita que se dio la vuelta y su rostro se iluminó al verme.

Estaba tan metido en los recuerdos que para cuando se quiso dar cuenta estaba chocando con la puerta del edificio. Entro y subio al loft para encontrarse a Alec en el comedor con la cena ya preparada y una hermosa sonrisa en su hermoso rostro.

-Hola-. dijo acercándose y depositando un tierno beso que es capaz de dejarlo sin aliento.

-Hola-. contestó en tono dulce.

-Te estaba esperando-.

-Creí que irías de cacería hoy-.

-Necesitaba una excusa-. respondió sencillamente.-Siempre haces cosas por mi, quería hacer algo yo está vez-. dijo visiblemente sonrojado. Magnus sonrió mientras dejaba un casto y dulce beso en los labios de Alec.

Cenamos, la comida estaba asombrosa, Alec había cocinado para Magnus y su corazón se hinchó tanto que creyo que se saldría del su pecho. Hablaron alegremente de su día, al parecer había un nuevo ascendido en el Instituto, que había cometido el error de mirar demasiado a la pequeña pelirroja, aunque Jace se lo cobró bastante en el entrenamiento. Él también

le conté sobre su día y como ese mundano sé había desmayado en cuanto del pentagrama había salido el demonio.

-Bueno-. dijo Magnus terminada ya la cena.-Ya que te has esmerado tanto esta noche, creo que te mereces una buena recompensa. dijó con una sonrisa sugestiva.

E incluso con el rostro totalmente rojo contestó: Eso espero.

Magnus besó a Alec mientras recorría su espalda bajo la camiseta y Alec mordía ligeramente el labio inferior de Magnus, y así, sin separar su abrazo llegaron a la habitación. Perdiéndose en el otro, como ambos ya sabían.

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Bueno, como verán soy algo nueva en esto de los fanfics, puede que no se entienda mucho ahora pero a medida avancen los capítulos ya se va a ir aclarando mejor

XOXOXO
Isabel ;)

PD.: Busquenme en mi recién creado y nuevo Twitter @MorgensternIzzy

La Familia de Magnus BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora