Tres días habían pasado desde la llegada de mi madre al hospital. No comía ni dormía, solo iba de una lado a otro por aquellos pasillos blancos, saliendo en raras ocasiones al jardín del mismo. Muchas veces había intentado encontrar a aquella enfermera del primer día, pero no descubrí ni rastro de ella, siquiera sus compañeras sabían quién era.
-Jess, deja de moverte, me estoy mareando solo de verte -se quejó Jenny, que desde que se enteró del incidente no de había separado de mi lado, a pesar de que ella decía que era la escusa perfecta para no ir al instituto.
Me senté a su lado con resignación agarrando la hamburguesa que me tendía. Ella era la única que podía conseguir que comiera, aunque sólo fuera un poco.
-¿Y el estúpido de tu novio donde esta? -reí. Era extraño verla sola ya que generalmente siempre venía acompañada por él. Aunque en cierto modo agradecía su ausencia, no era nada agradable estar deprimida teniendo a una madre en semi-coma y que tu mejor amiga este a tu lado liandose.
-No lo sé, últimamente siempre está ocupado -hizo un puchero- Ya casi no le veo.
-Ya, ya, lo que tú quieres es que te de alegría al cuerpo.
-Y tu también -bufó poniéndose a la defensiva- ¿Donde esta tu hermoso guardaespaldas pelirrojo? -se carcajeo al ver como me ruborizaba, doblandose sobre si misma para finalmente caer al suelo de cara.
-¿Ya le estas poniendo los cuernos a tu novio? Entiendo que el suelo sea sexi pero... -me reí esta vez yo bajo sus quejas e insultos hacia toda existencia.
La ayudé a ponerse en pie aún burlandome de ella, tirando a la basura la hamburguesa casi sin empezar y nos dirigimos de vuelta a la habitación.
No tardamos mucho en llegar. Desde el primer día ni mi padre ni la enfermera volvieron a aparecer, en cambio Rose y el pelirrojo venían a diario, Rose para ver si su amiga y vecina despertaba, Erik únicamente a molestarme.
Íbamos a entrar cuando la puerta se abrió precipitadamente, dándonos de bruces con un hombre. El director. La morena la miró completamente sorprendida mientras él y yo nos evaluabamos con la mirada con un rostro firme e inexpresivo. Cuando hizo el ademán de querer salir me agarré a ambos marcos de la puerta, impidiéndole el paso y encarandome a él.
-¿Qué haces aquí? -le fulmine con la mirada sintiendo como la furia me llenaba por dentro.
Y por lo visto a él también porque comenzaron a notarsele las venas en la frente y cuello.
-Eso a ti no te interesa -me respondió de la misma forma- Apartate ahora mismo -ordenó dominante.
-Primero; si me interesa, la que esta dentro es mi madre -gruñi- Y segundo; yo me aparto si me da la gana, tu no eres nadie como para ordenarme hacerlo.
-Tsk - resoplo.
-Así que...e...espera...¡Sueltame! -al ver que no cedía me tomó por la cintura para después alzarme y posicionarme sobre sus hombros como si fuera un simple saco de patatas.
-Esto...¿Director, adonde va? -le preguntó mi amiga que iba tras nosotros.
Se paró en seco en medio del pasillo, dejándonos a ambas aún más aturdidas de lo que ya estábamos. Miró a ambos lados y se dio media vuelta, acelerando el paso en dirección opuesta. Cuando nos quisimos dar cuenta nos hallabamos en la puerta del hospital, en dirección al aparcamiento.
-¡¿Adonde me llevas?! ¡Cómo te atrevas a meterme en el puto coche te denuncio! -chille con todas mis fuerzas pataleando y golpeándole para que me soltara.
-No hasta que me respondas unas preguntas -dijo firme, sin dar opción a un no.
-¡Vale, pero sueltame! -rogué- Esto es vergonzoso...
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REALIDADES DIFERENTES
RomanceJessica, la típica chica popular, siempre hermosa y bien vestida a la que todos repetían y temen. Él, el típico chico en el que nadie recae, al que le gusta leer, los cómics, el rock... ¿Podría el mero hecho de ser vecinos cambiar el destino de amb...