2. No se volverá a repetir.

58 5 1
                                    

-¡Adiós Jessica!- se despidio de mi la morena.

-Adios- respondi saliendo del descapotable rojo en direccion a mi casa.

Saque mis llaves de mi bolso blanco y abri la puerta.

-¡Madre, ya estoy aqui!- informe nada mas entrar, topandome de frente con un silencio absoluto y aterrador. ¿Acaso mi madre no estaba?

La busque por toda la casa y, al cerciorarme de que no habia llegado aun, me encogi de hombros y me quite los zapatos de tacon para acto seguido sentarme a ver la television.

Comence a hacer zapping hasta llegar a un documental sobre los koalas, me parecio tan tierno que lo deje. Al fin y al cabo no habia nadie que pudiera verme viendo aquello, asi que no tenia de que preocuparme.

Me meti tanto en aquel programa que no me di cuenta de que alguien abria la puerta.

-¿Que ves hija?- me voltee hacia mi madre que me miraba con una expresion extrañada, lo que era normal porque nadie, nunca, me habia visto viendo algo que no fueran las tipicas peliculas de amor o puterio.

-Nada mama, estaba viendo una pelicula pero han empezado los anuncios- le menti pasando de un canal a otro aparentando que hacia zapping. Sentia el corazon en la garganta a mil por hora y como las manos me sudaban, y encima me quedé con la duda de porque el koalas del zoo que salía en televisión tenia caries cuando lo normal cuando estaban en libertad era que nunca llegaran a tener. Maldita vida.

-Aahhh vale- se dio la vuelta y no dijo nada mas.

Por un momento me senti indignada, ¡¿a ella que le importa lo que vea o lo que deje de ver?! Zorra vieja y estupida. Apague la tele y entre en la cocina tras ella.

-¿Por que has llegado tan tarde?- pregunte friamente, sin expresion alguna.

-Estaba con los nuevos vecinos- se le ilumino la cara mientras hablaba alegremente- Resulta que son unos antiguos amigos mios del colegio, me voy a pasar ahora. Me gustaria que vinieras- esto ultimo lo dijo en tono autoritario, dandome entrever que no me podia negar.

Resople y me dirigi a mi habitacion, cerrando la pierta de un portazo. Me repase el maquillaje y el rimel, para despues alisarme la falda y volver a ponerme los zapatos. Eran nuevos y dolian, pero tenia que aconstumbrarme a ese dolor al fin y al cabo soy popular.

Tras arreglarme baje las escaleras y segui a mi madre a la casa de los nuevos vecinos, no sin antes quejarme repetidamente durante el corto trayecto. Espero que los vecinos valgan la pena...

Nada mas llegar mi madre llamo a la puerta, que inmediatamente fue abierta por una vieja de la edad de mi madre. Esta era una morena de ojos verdosos y pelo castaño, en el que comenzaban a aparecerse algunas que otras canas. Varias arrugas surcaban los laterales de los ojos y las mejillas, dando a conocer que era alguien que sonreia amenudo. Bah, mi madre es mas guapa, pense para mi.

La mujer nos entrego una amplia sonrisa blanca e inocente.

-¡Sarah, cuanto tiempo!- se lanzo hacia mi madre y la abrazo con tanta fuerza que por un momento crei que la partiria en dos.

-Hola Rose- le correspondio el abrazo y la sonrisa con la misma intensidad.

Las mire con cara de pocos amigos y entre sin dirigirles la palabra, ninguna de ellas las merecian. Observe el lugar, me encontraba en un amplio salon, con una sofa de tapiceria roja, varios muebles de madera antiguos y una gran television de plasma incluso mas grande que la que teniamos en casa. Puta con suerte. Al fondo de la sala se hallaban unas escaleras que llevaban al segundo piso.

REALIDADES DIFERENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora