14. Conversación.

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-¿Qué hace el director aquí? -me pregunté a mi misma en voz alta.

-¿Director? -me miró confundido.

-Sí, él es el director del instituto -declaré- Lo que no sé es que hace aquí.

-Ni de que conoce a mi madre -concluyó.

-Serán amigos o conocidos, no es tan raro.

-Si tu lo dices -miró la escena con atención, Rose hablaba con nerviosismo, tal vez estuviera lejos, pero se notaría aun estando en otro continente.

Bufé con resignación, pero aún con la curiosidad latente.

-Maldito pelirrojo, -llamé su atención- desde aquí no vamos a ver ni oír nada. O nos acercamos a aquí no hacemos nada.

-Pues ya me dirás tu como nos vamos a acercar...

Tenia razón, no había medio posible para acerca nos sin que se notará, siquiera tenían una ventana cerca. No podriamos enterarnos a no ser que...

Sonreí triunfante ante la idea que se me acababa de ocurrir.

-Esperate aquí.

Me acerqué a una de las niñas que jugaban al lado de la puerta, con la mirada del pelirrojo clavandose en mi espalda.

-¡Eh, tú, la rubia! -la llamé indicándole con el dedo que se acercara, dejándola algo confundida. Pero aún así, obedeció.

-¿Qué? -pregunto la pequeña de no más de siete años, mostrando una sonrisa inocente.

-Me vas a hacer un favor -baje mi cuerpo hasta su altura, sacando un billete de diez euros de mi bolsillo y poniéndolo en su mano- Vas a ir donde están esos dos señores, vas a oír lo que dicen, y después me lo vas a decir.

-Mi mamá dice que no haga caso a desconocidos...

-Te estoy contratando como espía -me inventé, provocando que sus ojos se abrieran iluminados, completamente ilusionada.

Si lo hubiera sabido lo hubiera dicho antes y me habría ahorrado el dinero.

-Pero que no se enteren -informé- No se deben enterar de que los estamos espiando porque... -me acerque a su oído y susurré- en realidad son unos villanos que quieren dominar el mundo, y tú vas a ayudarnos a deternerlos.

Afirmó repetidas veces y salió corriendo agarrando a otro niño de la mano durante el trayecto. Acercándose al objetivo, aparentando jugar con él por los alrededores de la mesa.

-¿Acaso eres una mafiosa? -me pregunto el pelirrojo, mientras yo hinchaba el pecho con orgullo.

-No, aún no.

Negó con la cabeza con una sonrisa.

-Ahora sólo queda esperar -me senté en el suelo como un indio, en una zona donde pudiera ver que ocurría, pero en un ángulo muerto para ellos.

Soy una genia, lo sé.

-Genia no, pero peligrosa si -dijo Erik sentándose a mi lado. ¿Acaso lee la mente o qué?

-No leo la mente, -rió- ni siquiera soy adivino, es que tú eres como un libro abierto.

-¿Perdón? -alcé una ceja.

-Lo que oyes, -afirmó- por eso la gente no te entiende.

-Yo si que no me entero de lo que dices -agregué confundida.

-Un libro sólo puede leerlo alguien que sepa leer, y este mundo está repleto de estúpidos analfabetos -sonrio de lado.

-Que metáfora más extraña -reí.

REALIDADES DIFERENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora