-¿Qué hace el director aquí? -me pregunté a mi misma en voz alta.
-¿Director? -me miró confundido.
-Sí, él es el director del instituto -declaré- Lo que no sé es que hace aquí.
-Ni de que conoce a mi madre -concluyó.
-Serán amigos o conocidos, no es tan raro.
-Si tu lo dices -miró la escena con atención, Rose hablaba con nerviosismo, tal vez estuviera lejos, pero se notaría aun estando en otro continente.
Bufé con resignación, pero aún con la curiosidad latente.
-Maldito pelirrojo, -llamé su atención- desde aquí no vamos a ver ni oír nada. O nos acercamos a aquí no hacemos nada.
-Pues ya me dirás tu como nos vamos a acercar...
Tenia razón, no había medio posible para acerca nos sin que se notará, siquiera tenían una ventana cerca. No podriamos enterarnos a no ser que...
Sonreí triunfante ante la idea que se me acababa de ocurrir.
-Esperate aquí.
Me acerqué a una de las niñas que jugaban al lado de la puerta, con la mirada del pelirrojo clavandose en mi espalda.
-¡Eh, tú, la rubia! -la llamé indicándole con el dedo que se acercara, dejándola algo confundida. Pero aún así, obedeció.
-¿Qué? -pregunto la pequeña de no más de siete años, mostrando una sonrisa inocente.
-Me vas a hacer un favor -baje mi cuerpo hasta su altura, sacando un billete de diez euros de mi bolsillo y poniéndolo en su mano- Vas a ir donde están esos dos señores, vas a oír lo que dicen, y después me lo vas a decir.
-Mi mamá dice que no haga caso a desconocidos...
-Te estoy contratando como espía -me inventé, provocando que sus ojos se abrieran iluminados, completamente ilusionada.
Si lo hubiera sabido lo hubiera dicho antes y me habría ahorrado el dinero.
-Pero que no se enteren -informé- No se deben enterar de que los estamos espiando porque... -me acerque a su oído y susurré- en realidad son unos villanos que quieren dominar el mundo, y tú vas a ayudarnos a deternerlos.
Afirmó repetidas veces y salió corriendo agarrando a otro niño de la mano durante el trayecto. Acercándose al objetivo, aparentando jugar con él por los alrededores de la mesa.
-¿Acaso eres una mafiosa? -me pregunto el pelirrojo, mientras yo hinchaba el pecho con orgullo.
-No, aún no.
Negó con la cabeza con una sonrisa.
-Ahora sólo queda esperar -me senté en el suelo como un indio, en una zona donde pudiera ver que ocurría, pero en un ángulo muerto para ellos.
Soy una genia, lo sé.
-Genia no, pero peligrosa si -dijo Erik sentándose a mi lado. ¿Acaso lee la mente o qué?
-No leo la mente, -rió- ni siquiera soy adivino, es que tú eres como un libro abierto.
-¿Perdón? -alcé una ceja.
-Lo que oyes, -afirmó- por eso la gente no te entiende.
-Yo si que no me entero de lo que dices -agregué confundida.
-Un libro sólo puede leerlo alguien que sepa leer, y este mundo está repleto de estúpidos analfabetos -sonrio de lado.
-Que metáfora más extraña -reí.
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REALIDADES DIFERENTES
RomanceJessica, la típica chica popular, siempre hermosa y bien vestida a la que todos repetían y temen. Él, el típico chico en el que nadie recae, al que le gusta leer, los cómics, el rock... ¿Podría el mero hecho de ser vecinos cambiar el destino de amb...