Still Here

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Still Here - Digital Daggers.
El segundo tipo es este....




Se sentía como una completa mierda.

Sus acciones nunca debieron llevarlo a ese fin, porque a pesar de desearlo, jamás tuvo intención de hacerle daño, no hasta ese día, en que por su mano, el cuchillo perforó uno de los pulmones de Bam.

Estuvo siempre agradecido de que le permitiera estar cerca, siendo un amigo más en el grupo, y, aunque notaba el descontento y la rabia de Khun cada vez que se acercaba demasiado a él, lo ignoraba e intentaba ganar el corazón de Bam de la mejor manera, regalos, bromas, dulces, juegos y repentinamente, alguna demostración de afecto que incomodaba a Bam.

Era esa la razón por la que nunca pasó más allá. Era paciente y esperaba que algún día, sus sentimientos además de su admiración, fueran correspondidos.

No tenia problema en esperar más años si fuera preciso, si hacía lo correcto, las situación debía terminar bien, tal como lo escuchaba de Arkaraptor. Lo que bien se iniciaba, mejor terminaba, aunque podría ser una verdad a medias.

Lo conoció y temió a su presencia. Por razones que jamás averiguó para dar la privacidad que Bam quería, notó lo diestro que era en las peleas, probablemente ninguno estaba a la altura que él tenía. Eso solo llamó más su atención, volviendolo un sentimiento ligeramente peligroso.

Quería saber que era reducirlo a una persona tímida y roja, pero jamás se atrevió a expresar de forma directa su sentir, si lo hacía, perdería el poco avance que obtuvo después de años. No iba a arriesgar nada por un ingenuo sentir que culminaría en el rechazo total de quién quería.

Vió que Bam le permitía acercarse un poco más, ya no rehuía a las muestras de cariño como al inicio, así que debían ser buenas noticias, si se esforzaba un poco más y aumentaba su creatividad para sus obsequios, ganaría lo que nadie más.

O eso creyó.

La oportunidad de tomarlo, hacer que tocara las estrellas envuelto en el placer carnal, fue demasiado tentador que pensó muy poco en la posibilidades que incluía.

Un lugar donde por más que Bam huyera, jamás saldría. Estaría totalmente a su merced, indefenso, sin más opciones que dar vueltas en círculos donde el final siempre sería el que fue orquestado por Khun.

Esa era su condición, esperar treinta minutos, dónde, de no ser encontrado por Khun, él podría reclamar el mismo derecho a tenerlo.

Cegado por el deseo, se dejó llevar e influenciar por las dulces palabras y los escenarios dónde Bam sería totalmente suyo, sin objeción y sin demasiada resistencia.

Cuando Bam lo descubrió, tuvo la pequeña persuasión de ayudarlo a escapar, se lo dijo una vez, fue su único momento lúcido para advertir sus intenciones, pero al final, cuando lo presionó entre sus brazos y besó su piel, supo que lo demás podría irse al demonio.

La exquisitez del momento apagó todos sus instintos humanos y amorosos, siendo una bestia salvaje que solo deseaba someter a quien era más fuerte que él, quería escucharlo pronunciar su nombre entre la bruma del placer, marcar cada parte expuesta de su carne y presumirlo a quien quiera que lo viera.

Fue su más grave error. Cuando él y Khun cayeron en cuenta de que eran dos exigiendo tener lo mismo y sin el mínimo deseo de compartir, sus instintos más bajos despertaron, callando de un golpe, a la voz de la razón. Siendo las consecuencias, inesperadas.

Su mano, el mismo que lo había tocado innumerables veces para acomodar un rebelde mechón detrás de su oreja, fue el mismo que encajó el metal contra la fuente de vida de Bam.

Sintió que las paredes de su alrededor se derumbaban, que el piso se hundía y que todo iba a miles de kilómetros por segundo. Pensaba en lo ocurrido a la vez que no lo hacía, quería ayudar, pero no sabía cómo, deseaba gritar, pero perdió toda la voz.

¿En que momento perdió de vista sus objetivos?

Encerrado entre tres paredes y una reja, se preguntaba porque su cuerpo siempre resistía a las heridas que le hicieran. Muchas veces antes fue herido de muerte, y a cada uno sobrevivió para admiración de todos, ese era un leve punto a su favor, Bam era uno de los sorprendidos y que se preocupaban por él cada que algo le sucedía, así que era una buena impresión para usar a su favor.

Le había salvado la vida una vez, durante un asalto dónde un tipo de pelo verde amarillento con vendas en la cabeza lo amenazó al punto en que todos creyeron que lo perderían, llegando apenas a tiempo para evitar que fuera herido, estuvo asustado de perderlo y ahora, el mismo lo había matado.

Maldijo a Khun, si fuera un poco más certero, tal vez si hubiera logrado matarlo cuando lo apuñaló, si lo hubiera hecho más de esas cinco veces antes de ser sometido por la policía, lo habría liberado.

El suicidio no era una opción para él, pero ser asesinado era otro asunto, de cualquier manera, no pensaba defenderse, ya la culpa estaba haciendo estragos en su alma. No quería continuar con la consciencia llena de culpa, la responsabilidad de ser el asesino y cómplice de Khun.

Todas las noches soñaba con Bam, sonriendo, estando a su lado, diciendo que todo estaba bien, pero desaparecía en cuanto abría los ojos.

Cuando despertó después del ataque de Khun, lo primero que pensó, fue en Bam, sabía que ya no era como antes, pero igual preguntó por él.

No pedía nada más, no deseaba más que un minuto a su lado, quería pedir perdón, que le diera una oportunidad más.

Todo lo que no pudo decirle ni siquiera durante el funeral. Era consciente de que no merecía estar presente, pero se había empeñado en hacer escándalo para que le permitiera un minuto en presencia del ataúd, por supuesto que solo ganó un par de golpes por parte de quienes antiguamente fueran sus amigos, quienes tuvieron que ser alejados para que lo dejaran porque no se estaba defendiendo. Después de insultarlo y decir todo tipo de palabras despectivas, lo dejaron para no volver a visitarlo jamás.

Si solo pudiera cambiar el pasado.

Ya no sería necesario tocarlo, mantendría su distancia, le daría más regalos y haría que volviera a sonreír, que olvidara, y se humillaría lo necesario para obtener su perdón.

Si lograba conseguirlo, adoptarían a un cachorro, tal vez un gato o una tortuga, lo que Bam quisiera. Incluso lo imaginaba, soñaba con lo felices que serían de tener una sola oportunidad más.

Una oportunidad más.

Era lo más hermoso, pero una posibilidad tan lejana también. Porque no existía forma de regresarlo, tendría que vivir el resto de sus días con la culpa, porque merecía sentir todo lo que sentía, merecía escuchar los insultos que le gritaban, las voces que comenzaban a aparecer en su cabeza y gritaban que todo era su culpa, que fue un imbécil por dejarse llevar.

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces lloró su pérdida, pero le era inevitable recordar.

Levantó la vista, imaginando un cielo azul en lugar del concreto, antes de escuchar la alarmas de la prisión y ver a un grupo de médicos con semblantes pálidos, corriendo por enfrente de su celda hacía el que estaba a lado. No quería saber porque les importaba mantener con vida a los prisioneros, no eran nada útiles a la sociedad, siempre ocurrían suicidios dentro, uno más o uno menos no cambiaba nada fuera de esas paredes que impedían que siguieran haciendo daño,  hasta que recordó un detalle importante.

Maldito imbécil... Esa celda era de Khun.




Aclaración por si las dudas: en mi mente, no cabe la idea de que Khun o Wangnan hagan algo tan aberrante hacia Bam, fue solo música que trajo ideas (creo que hasta tengo cargo de consciencia por alterar tanto a los personajes).

Publicación: 29 de Abril 2021.
Extracción: Miércoles 10 de Abril 2024.

KhunBam (Canciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora