Capítulo 3: El primer ciclo de clases

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Con las bocanadas de aire circulando por sus pulmones y sintiendo ardor en sus ojos, su mente divagaba en las opciones que tenía en aquel momento. Irse era el objetivo principal, pero luego se le venía la idea de Ryan dándole golpizas con sus poderes al momento de volverlo a ver y sin miedo de ocultarselos al haberlo visto ya aquí, enfatizando también en que Ryan sabía que él no tenía poderes con los que defenderse.

Con la bulla de los pubertos hablando ya sea con sus amigos o haciendo nuevos en aquel mundo, mas temprano que tarde Sebástian regresó al pasillo principal donde aquella puerta de vidrio negro era lo unico que lo separaba de volver a casa.

El eco de sus pasos resonaban por las paredes de cuarzo, su reflejo se miraba cada vez más grande y cerca suyo, y al tocar el cristal buscando abrir la puerta esta mostró el exterior del mismo, no por alguna tecnología táctil, sino porque la figura de Azariel la había destapado desde afuera, observando a Sebástian con una mirada feroz.

—¿Qué hace aquí?

—Ya le dije que no pertenezco aquí, ¿por qué no me dejan irme?

—Ya te lo he dicho, alguna explicación ha de haber para ese problema tuyo, y solo por si acaso le recuerdo que para regresar al mundo humano necesita irse por el portal, y si es cierto eso que no tiene poderes pues muy buena suerte intentando hacer uno. Venga, vamos dentro que pronto el director Lenard dará el discurso de bienvenida.

—¿Cómo es eso que no tienes poderes? —inquirió una voz a la par de la de Azariel.

Sebástian miró al lugar de donde venía aquella voz, se trataba de un chico un palmo mas bajo que Sebástian, cara ovalada, de ojos y cabello negro, este último tan alborotado que Sebástian pensó que había recibido alguna descarga, además que en la parte del partido tenía una figura de rayo teñido de amarillo.

—Pues así como escuchas —le respondió Sebástian—, sin poderes y ahora aquí sin posibilidad de irme, me siento secuestrado... ¡Mi mamá!

Sacando su teléfono del bolsillo, marcó con tal rapidez a su madre que fácilmente pudo haber llamado a cualquier otro en un resbalón de dedo.

—Si quiere llamar a su madre puede hacerlo, pero yendo para adentro venga —insistió Azariel tomando a Sebástian de la muñeca hasta volver al patio, donde lo soltó y vigiló para que no pudiera irse.

—¿Mamá? —dijo Sebástian luego de un rato que el teléfono sonara— Aquí estoy, estoy bien, no mentía el señor de esto de los elementales... Sí, estoy bien —respondió luego de un silencio—, pero quiero regresar a casa... Es que no tengo poderes, y no me dejan irme porque creen que les miento o algo así... No, no es que se despiertan estando aquí o algo... o espere... —pausó y comenzó a apretar los musculos de su mano intentando que algo saliera de estas, pero lo único que consigió fue que se le agarrotaran los dedos tras un rato haciendo la cara de tonto— No, no sirve...

—¿Ya? —comenzó a desesperarse Azariel, asustando un poco a Sebástian recordando a Ryan en aquel peliazul.

—Tengo que irme, la quiero... —colgó.

—El director Lenard ya dio el anuncio de ir al auditorio, les recomendaría ir y comenzar su nueva vida escolar.

Sin decir algo más, Azariel apresuró el paso y se dirigió al sitio haciéndoles señas a ambos de seguirlo.

Los pasillos estaban llenos de estudiantes haciendo fila para llegar hasta aquel auditorio mientras otros más profesores llevaban a otros al sitio. Sebástian guardó con un suspiro su teléfono y se encaminó de mala gana al sitio.

—¿Pero como que no tienes poderes? ¿Tú no pasaste por nada? —prosiguió aquél joven del rayo en el pelo.

—No, no tengo, yo creía que iba a despertarlos aquí o algo, no que se supone debía de tenerlos ya. Por tu cosa del pelo intentaré adivinar que eres de elemento eléctrico, ¿cierto?

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