Capítulo 4: El altruista

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El resto de estudiantes pasaron en equipos a realizar la misma actividad propuesta por Azariel, siendo en aquellos momentos mientras los otros lanzaban cosas que Sebástian no pudo evitar apartar la mirada en aquella chica, indagando en las posibilidades de su actitud tan apagada y sobre su elemento. De un brinco sus imágenes regresaron al presente cuando Luna, caminando de regreso hacia su asiento tras mover una de las sillas para darle un obstáculo a la alumna de El Cairo, le tocó el hombro para indicarle que Azariel estaba por hablar.

—Solo nos quedan unos minutos de clases, espero y que hayan logrado comprender esa pequeña metáfora que les hice actuar y reflexionen su significado, porque en lo que queda del tiempo les quiero dar una información básica sobre sus elementos: Existen en este mundo dos tipos de elementos. Los primeros son los llamados "básicos" o "normales", como lo es el hielo, fuego, agua, planta, etcétera; los segundos son llamados "malignos", estando aquí el sombrío y ácido como únicos en la categoría.

Una pausa se hizo en la mente de Sebástian. "¿Malignos?" ¿A qué se refería Azariel con eso? No pudo evitar la duda y le preguntó por aquellos tipos de elemento.

—Verá, Mendez, los elementos que tienen un uso práctico y benéfico dentro del mundo son los llamados "normales", es conocido por ejemplo que elementales eléctricos ayudan dando energía a plantas eléctricas o parecidos, los de agua pueden evitar sequías o dar energía hidroeléctrica, planta reforestar, hielo congelar polos y evitar deshielos, y así sucesivamente; los malignos sin embargo poseen más capacidad para dañar que para ayudar, o díganme, ¿qué beneficio haría en el mundo alguien cuyos poderes son eliminar rastros de luz o corroer todo lo que toca? No muchos como podrán imaginar, y no quiero alentar algún prejuicio entre ustedes, ya que a pesar de todo el elemento ácido por ejemplo puede ser muy útil dentro de la industria química, pero ese es el punto, es muy difícil hallarles "buen lugar" a los elementos malignos.

El reojo de Sebástian miraba la imagen de Sun-Shin, sentada en su asiento mirando su pupitre y sin querer escuchar a Azariel. Un destello en su cabeza se iluminó y comprendió que quien sea que la haya traído le habría comentado eso de su elemento y pudo crear una imagen mala de sí misma, ¡pero qué importa el elemento que tenga! Ella estaba ahí para aprender a usarlo a favor de las personas, ya quisiera él por lo menos tener alguno de esos poderes "malignos" que mencionaba Azariel.

Otro timbre sonó, y esta vez en lugar de una próxima clase, Azariel indicó que era hora del receso, no sin antes ganarse un abucheo de todos con una última indicación:

—Para el día de mañana voy a necesitar que cada uno de ustedes elabore un ensayo sobre su elemento y las expectativas que tienen de ustedes mismos con ellos, además de adelantar en dicho escrito los usos que se les pueden dar a los poderes.

Y sin decir ninguna sola palabra más, salió del salón de clases dejando a un grupo de alumnos disgustados.

—Y así se rompe una bonita ilusión, una donde no iba a escuchar la palabra "tarea" una vez más sino "electrocuta a ese sujeto" o algo por el estilo —bufó Wyatt.

—Pues no dijo la palabra "tarea" en ningún momento... —comentó Luna con tono burlesco— además que no sería algo digno de un buen elemental el electrocutar a las personas, te haría alguien malo.

—A menos que sea a Ryan al que pongan a bailar de un chispazo, ¿a que no, Seb? —sonrió mirando a Sebástian—, además aunque no lo dijo, es obvio que se trata de una, y lo que yo me esperaba al venir a un lugar desconocido con un raro de pelo azul que en cualquier otra circunstancia me hubiera secuestrado y vendido en algún mercado en Turkmenistán era que no tendría tareas nunca más, ¿tengo poderes y lo que debo hacer es un ensayo sobre eso e información que ni siquiera dio? Con razón tan pocos elementales, no es que sea raro nacer como uno sino que a ninguno le apetece venir aquí seguramente.

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