Capítulo 1. Oh, Wonderland, I love!

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Capítulo 1. Oh, Wonderland, I love!
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Un mes antes.

—Yo creo que deberíamos mudarnos cerca de la escuela. No pagaría autobuses hasta acá, no perdería horas en el trayecto que podría pasar contigo— enumeraba el chico, mientras empacaba la mejor de su ropa. Vio su habitación al llenar una maleta, la mayor parte de su recámara estaba ocupada por cajas de cartón y unos pocos baúles pesados—. Mamáááááá, por favor—. Miró a la mujer con su típica tierna mirada, alargando la última palabra para exasperarla, y así, intentar convencerla.

—Sabes que no depende de mí, ¿cierto, cielo? Tendríamos que buscar donde quedarnos, y la mudanza... Además, puedo jurar que pronto me pedirás perdón por no poder visitarme algunos fines de semana, y no porque te diga eso significa que tengas el permiso, jovencito, debes echarle muchas ganas a tus clases y ponerme orgullosa.

—No voy a desperdiciar mi tiempo libre para no pasarlo contigo— negó y luego se dejó caer agotado en un espacio libre de su cama desnuda—. No pienso perderme de tus comidas. Pero está bien, tú ganas, aunque, para que sepas, te harás cargo de la mitad de lo que gaste en autobuses.

La mujer rio con algo de fuerza por lo que su hijo dijo y asintió con la cabeza—. Bien, ahora, arriba, te ayudaré a subir todas las cosas al auto. Es ahora o nunca, Harry, mi oferta de ayudarte no durará mucho, tic, tac, tic, tac...— dijo Anne mientras señalaba su muñeca en donde debería haber un reloj. Ella sonrió cuando su cansado hijo se levantó para tomar un par de cajas.

—Eres mala.

—Lo soy— afirmó mientras veía al menor salir de la habitación. Salió unos segundos después con una de las cajas con posters, que era de las cajas que menos pesaban, luego iría por una maleta de ropa, es que no quería hacer mucho esfuerzo, aunque eso la convirtiera en una tramposa tal vez, porque de todos modos, Harry se llevaría el trabajo más duro. Vio a su hijo guardar las cajas en la cajuela del coche color blanco y fue entonces que llegó la nostalgia.

Recordó al pequeño Harry y lo comparó con el Harry que tenía frente a ella, ¿en qué momento había dejado de ser su bebé?, ¿cuándo fue que empezó a crecer?, luego de que él se mudara empezaría a pensar en formar una familia, conocería a una bella mujer y se la presentaría antes de casarse, luego la haría abuela y se olvidaría de ella. Todos esos pensamientos hicieron que sus ojos se cristalizaran, amenazando con un torrente de lágrimas a punto de ser liberado.

Su mente no ayudaba, porque esta se empeñaba en hacerle recordar cuando festejaban sus cumpleaños, o cuando su padre le enseñaba a hacer cosas como andar en la bicicleta o a patinar, incluso cuando el rizado se despedía para ir con sus amigos a los campamentos de verano que organizaba su escuela.

Sintió que los 18 años desde que nació Harry pasaron en solo 3 minutos. Fue ahí que ya no pudo contenerse, con la caja recargada de la orilla del asiento del copiloto, lloró en silencio siendo atrapada por los delgados brazos de su hijo, quien al parecer estaba regresando de su segunda ronda de cajas.

—¿Cuánto es que llevas así? Tranquila, mamá, tranquila, no llores. ¿Qué pasa? Aquí estoy, ya, ya, tranquila—. El rizado abrazó con delicadeza a su madre, recargando su cabeza en su espalda, mientras la oía intentar callar sus sollozos y detener sus lágrimas.

—Eres tan grande, Harry. Me preocupa que dejes de ser mi pequeño.

—¿Te preocupa que me vaya? —preguntó levantando su cabeza de la espalda de Anne, esperaba que no fuera así, porque sabía que cedería si su mamá le pidiera que no asistiera a la academia, y era la oportunidad de su vida entrar a Conrad.

Beloved Conrad || Larry Stylinson [Pausado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora