Capítulo 4: Blake

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Estoy jodido. Muy jodido.

Es extraño pensar así cuando una chica preciosa se te ofrece de la manera en que lo ha hecho Raylee. Ya ni siquiera se trata de que sea la hermana de Thomas, que también, porque estoy seguro de que me destrozará de forma lenta y dolorosa si llega a enterarse. Pero, además, Raylee se merece a alguien mejor que yo, un tipo que no se lo monte con una chica diferente siempre que puede. Que la lleve a cenar o a algún sitio bonito, alguien...

«Lo que quiere es que se la follen bien. No flores o bombones», me recuerda una voz insidiosa.

No le falta razón. Eso es lo que ha dicho Raylee, ¿no? Una noche. Solo hoy. Lo ha repetido al menos un par de veces...

Un momento, ¿eso es todo lo que quiere? ¿Debería indignarme que lo único por lo que me busque sea mi experiencia sexual? ¿Qué mierda le ha contado Thomas sobre mí?

«La verdad».

No soy la clase de tío que tiene citas; no tengo tiempo ni ganas. Tanto Thomas como yo nos dejamos la piel trabajando. A él acaban de ascenderlo y yo lo conseguiré muy pronto. Sea como sea, si tengo un rato libre, no quiero complicaciones. No estoy hecho para ellas.

«¡Despierta, Blake! No te está pidiendo que os caséis». Solo quiere un polvo, memorable a poder ser.

Ni siquiera sé lo que voy a decir cuando abro la boca.

—Solo esta noche —le digo, condenándome del todo.

—Eso es.

Busco en su rostro alguna señal de que la idea de algo fugaz le desagrade, pero no hay nada más que una leve expresión de impaciencia ansiosa.

Ha bebido. Igual es eso. ¿Soy un cabrón si le doy lo que quiere en ese estado? ¿Me estoy aprovechando de ella?

—¿Estás segura? Tal vez mañana te arrepientas...

—No voy a arrepentirme, Blake —afirma, y de nuevo parece lúcida y convencida.

No debería gustarme tanto la forma en la que pronuncia mi nombre, pero me gusta. Mucho. Me pone aún más cachondo.

Permito que mis dedos continúen ascendiendo por su brazo hasta alcanzar la curva de su hombro. Ella se estremece en respuesta a la caricia. Tiene los pezones duros y erguidos, y la idea de llevarme uno a la boca hace que mi polla empuje una vez más dentro de mis pantalones. A este paso, los reventará para salir al exterior y conseguir de una vez por todas lo que está deseando y yo me niego a darle.

Pero esta no es mi fiesta. Al menos, no de momento.

La presión de satisfacer las expectativas de Raylee cae sobre mis hombros con una dolorosa claridad y, de repente, me siento como un chiquillo de quince años temeroso de correrme demasiado pronto si la dejo que me toque.

—Túmbate en la cama —le ordeno.

No voy a ser ese crío. Ni de coña.

Raylee parece sorprendida por un instante, pero enseguida se aparta de mí para ir a tumbarse sobre el colchón. La miro durante un momento, tan minúscula en esa cama enorme, solo cubierta por un pequeño trozo de tela que deja muy poco a la imaginación.

Se incorpora sobre los codos con los labios entreabiertos y los muslos apretados; las mejillas teñidas de nuevo de un adorable tono rosa que contrasta con su piel pálida.

Dios, esto va a ser más complicado de lo que creía. Lo único que deseo ahora mismo es ir hasta ella y hundirme en su interior de una sola embestida. Ni siquiera tendría que quitarle las bragas. Las apartaría y...

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⏰ Última actualización: Mar 11, 2023 ⏰

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