«¿Qué demonios estás haciendo, Blake?», me digo, mientras mantengo a Raylee apretada contra mi cuerpo.
¡Es la hermana de Thomas! ¡Su hermana pequeña! Aunque ese detalle parece haber perdido importancia hace rato; seguramente, en el momento en el que ella se ha girado para mirarme con los labios entreabiertos y expresión indignada.
Estoy borracho. Tiene que ser eso. Además de ser un gilipollas. Pero hasta ahora nunca había sido un gilipollas cerca de Raylee. A lo mejor porque no la he visto demasiado desde que se fue a la universidad y me ha pillado desprevenido.
No es que haya crecido ni nada de eso, sigue siendo ridícula y encantadoramente bajita.
—¿Qué es lo que has dicho? —exige saber. Para ser tan pequeña, se gasta un humor de mil demonios.
Tiene las mejillas sonrojadas y, aún así, me observa con una expresión tan desafiante como deliciosa y de la que no estoy muy seguro que ella sea consciente.
—¿Blake?
En algún momento, mis manos han resbalado hasta sus caderas y continúan aferrándose a ella casi con desesperación. No tengo ni idea de lo que me ha preguntado, pero sí de lo delgada que es la tela de su vestido y de que, bajo ella, puedo notar el elástico de sus bragas rodeándole la cadera. También sé que no lleva sujetador, porque los pezones se le marcan de tal forma que me hacen desear alzar la mano y comprobar si están tan duros como parece.
Yo sí que lo estoy, y ni siquiera sé cómo cojones ha ocurrido. Joder, soy un puto pervertido.
—Nada. Olvídalo —murmuro, esperando que eso me libere de lo que sea que he dicho antes.
—Sigues invadiendo mi espacio personal —señala, tras unos tortuosos segundos, sin que ella haga nada para interponer distancia entre nosotros.
Se me curvan los labios de forma maliciosa. Si supiera lo que de verdad me gustaría invadir en este momento...
Me aclaro la garganta antes de contestarle, pero la voz me sale mucho más ronca de lo que suele ser habitual de todas formas. Rezo para que no se dé cuenta.
—Soy un poco sobón, ya deberías saberlo.
Otra mentira.
Normalmente espero a que una tía me dé pie para ponerme cariñoso, pero nunca he sido un sobón con Raylee. Primero, porque no era más que una cría (algo que al parecer ha cambiado radicalmente sin que yo me percatara de ello); y segundo, porque Thomas me habría cortado las pelotas si se me hubiera ocurrido acercarme a su hermana. Algo que, con toda probabilidad, sigue vigente a día de hoy.
—Invítame a un chupito, anda —me dice, dando un paso atrás. Mis manos se deslizan y caen a los lados de mi cuerpo; no estoy muy seguro de qué hacer ahora con ellas—. Nunca me he tomado uno.
El aire vuelve a entrar en mis pulmones y me doy cuenta de que he estado conteniendo la respiración, aunque mi sangre sigue concentrada toda en el mismo sitio.
«Quítatelo de la cabeza».
Como si fuera tan fácil.
Me sitúo a su lado y hago lo posible por no mirarle las piernas; al inclinarse sobre la barra se le ha subido el bajo del vestido y muestra un montón de piel suave y cremosa.
—¿Se puede saber qué has estado haciendo en la universidad entonces?
Raylee se encoge de hombros antes de contestar a mi pregunta.
—¿Estudiar?
Lleva tres años lejos de casa; dudo mucho que no haya ido a fiestas de fraternidades en las que beber y follar es casi lo único que se puede hacer.
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No te enamores de Blake Anderson
RomansaAPASIONADA, SENSUAL, EXPLOSIVA... ¿TE ATREVES A RESISTIRTE? Reencontrarme con Blake en la boda de mi hermano resultaba inevitable, pero lo que no esperaba era tener que compartir con él los días previos al enlace en un idílico complejo turístico de...