+ Capítulo 2 +

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ojos

Ella

- Quítate niño, si no quieres terminar peor que ella. – El gorila le dedico una cara de pocos amigos que admito que me causo un poco de miedo. Pero al chico frente a mí no le movió ni un pelo.

ya se convirtió en mi ídolo.

Hubo un espeso silencio por varios minutos, hasta que el sonido de una risa entre dientes se hizo presente. - ¿Niño? - ¿Eso es lo que decidió destacar de todo lo que le dijo? – Viejo, de seguro no sabes ni con quien estás hablando, pero te recomiendo que no me provoques, porque la compasión no es una palabra que pueda usarse para describirme.

- Awww ¿el niñito decidió jugar al superhéroe? – Se burló el gorila que le sacaba una cabeza al chico que me hacía de escudo.

- Bueno, yo lo llamaría más al villano. Pero igual puedo partirte el culo en menos de un segundo. – Comentó el chico, demasiado tranquilo en comparación conmigo, que quería salir corriendo como chihuahua asustadizo.

- Vamos niño, quítate y metete en tus asuntos o no me importará matarte y aventarte a ese río.

El chico misterioso en vez de asustarse simplemente rio con ironía. – Matarme, seguro. Y yo vendo helados por la calle.

Al parecer agotó la paciencia del hombre, porque hizo un ademán de aventársele encima, solo que el chico misterioso fue más rápido y se apartó haciéndolo caer de boca al suelo, justo en frente de mí. Instintivamente di dos largos y rápidos pasos hacia atrás cuando quiso agarrar mi tobillo.

El tipo se levantó casi echando humo por las orejas a lo pato Donald e intentó propinarle un puñetazo en la cara al chico que me estaba defendiendo. Pero éste volvió a esquivarlo como si de jugar dominó se tratara. En eso el gorila sacó un arma y en vez de apuntarle a él como me lo esperaba, terminó apuntándome a mí.

Juro que vi mi vida pasar, aunque no había tanto que ver de hecho. Un padre que no veo desde hace trece años porque prefirió a su amante, y una madre que se fue hace dos años a trabajar a Texas porque el dinero que aportaba su anterior trabajo no alcanzaba para mantenernos a mí y a mi hermana mayor – que es la única persona a cargo de mí- que trabaja en el hospital la mitad del día para ayudar a mantener la casa y mi escuela.

Quise cerrar mis ojos para mínimo no ver cómo moría a los dieciocho años, esperaba a escuchar ese sonido que había escuchado tantas veces en las películas de acción y que deseaba no escuchar en este momento. Pero me quedé impactada cuando justo cuando el gorila asesino empezó a empujar el gatillo, el chico de negro subió su mano a la altura de su rostro, para que todos la viéramos y - como si se tratase de esa película de Marvel en la que el villano quería matar a medio mundo – chasqueó sus dedos.

Lo demás pasó como en cámara lenta. El tipo que me había estado persiguiendo empezó a esparcirse por el aire como ceniza en el viento. Convertido en pequeñas partículas envuelto en un fuego vivo, brillante. En unos minutos ya no quedaba nada de ese tipo. Solo estábamos el chico misterioso y yo, en medio de un puente abandonado, en medio de la brisa. Volteé a todos lados, me tallé los ojos, hasta me di unos golpes en la frente para ver si lo estaba imaginando. Pero no, el tipo de verdad se había desvanecido en frente de mí.

¡PERO QUÉ MIERDA ACABA DE PASAR!

Mi cara era un poema ahora mismo. - ¡¿Cómo...?! - no podía articular palabra. – ¡¿Cómo mierda hiciste eso?!

El chico se rio y caminó a paso lento y marcado hacia mí. Era demasiado alto, me sacaba como una cabeza y media – aunque yo tampoco era la persona más alta del mundo, medía apenas 1.66 metros – y tenía un atractivo envidiable; una piel blanca y tersa que se antojaba tocarla para ver si era tan suave y perfecta como aparentaba, un cabello negro puro que le llegaba poco más debajo de las cejas, pero sin estorbar a su vista. Y lo más impresionante de todo; unos ojos entre rojo escarlata muy brillante y gris casi transparente alrededor de su pupila. Sus ojos parecían pintados por la misma muerte, y empezaba a sospechar que sí lo eran.

¿Por qué no me había fijado antes en su despampanante belleza? Ah, sí. PORQUE UN TIPO CASI ME VIOLA Y LUEGO DESAPARECIÓ POR LOS AIRES.

- ¿Qué tanto miras? – El ardiente y misterioso chico me sacó de mi ensoñación y me obligué a apartar la mirada apenada por mis pensamientos de antes.

- Eh...no, nada...emmm - ¡Genial! Ya estaba bloqueada. – ¿Quién eres? – Los dos parecimos desconcertados por esa pregunta.

- Acabo de salvar tu bonito culo de un idiota con problemas de ira y ¿eso es lo primero que me dirás? – Sí, yo tampoco estaba muy contenta con mi pregunta.

- Perdón, eh...gracias, de verdad, si no me hubieras ayudado no quiero ni imaginar qué me hubiera pasado.

- De nada. – Esa fue su gran respuesta. Aunque, ¿qué más esperaba? ¿"De nada, es que te ví y no pude evitar quedar flechado por ti"? Aghhh soy patética.

- Bueno... Adiós. – Ya era muy tarde y no quería seguir parada en la calle con chico misterioso desaparece-personas por mucho tiempo más. – Gracias de nuevo.

- Adiós. – Me giré para terminar de cruzar ese maldito puente e irme a casa, pero no pude evitar voltear la cabeza por arriba de mi hombro para ver a ese chico que me había salvado por última vez. Pero él ya no estaba, y eso me desconcertó aún más.

Con un enorme signo de interrogación imaginario pintado en la frente y una cara de confusión extrema digna de fotografiar, me dirigí a paso acelerado a mi vacía y fría casa, pues Karen – Mi hermana – regresaba de su turno mañana a las tres de la mañana. A veces me sentía mal porque ella y mi madre se desviven trabajando en gran parte para mantenerme y regalarme un futuro, y yo simplemente me dedicaba a sacar buenas notas y quejarme de mi vida.

Creo que ya va siendo hora de conseguirme un trabajo.

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                                                                                                                                       Propiedad de: Irene Vilchis
                         unaentremilsofías

-* D E V I L *-  (DEVIL 1) Irene VilchisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora